El gobierno de Villanueva al servicio del exvicepresidente y actual presidente Vizcarra superó la cuestión de confianza vinculada con los tres proyectos de reforma constitucional. La negativa de la confianza hubiese significado la caída del gobierno, otra vez, y con ello la posibilidad del cierre del Congreso (por pura reiteración, ya cayó el gobierno de Zavala). El fujimorismo estaba entre la espada y la pared, por un lado, no quieren perder el amplio poder del que disfrutan actualmente (y que no es nada fácil que se repita) y, por otro, no quieren darle ni un respiro a Vizcarra y los suyos (como no se lo dieron al dimitido PPK). Esta difícil posición del partido del expresidente autogolpista se vio reflejada en la ruptura de su tradicional disciplina partidaria.
El presentar esta cuestión fue una apuesta fuerte de Vizcarra, que ahora sale con tono conciliador en un lugar común que, por lo demás, no es cierto. Igual que no es cierto acusar al presidente de chantaje o de ser dictatorial y otras lindezas por usar un mecanismo constitucional de juego político.
Pero vamos a lo que acá me interesa: los tres proyectos de reforma constitucional. No entiendo por qué son tres y no solo uno que agrupe los distintos temas (sobre todo porque dos tienen que ver con el parlamento), salvo que se estime que uno sí saldrá (financiación de los partidos) y los otros dos no (ambos sobre el Congreso). Los tres proyectos son: limitaciones a la financiación de los partidos políticos, prohibición de reelección inmediata de los congresistas y reforma profunda del Congreso trayendo la bicameralidad (todos los PDF al final de esta nota). Voy a ir uno por uno, en el orden mencionado.
Límites a la financiación de los partidos políticos
Con la excusa de la transparencia, la reforma pretende agregar en la Constitución Política del Perú. Dos de los límites actualmente existen en la legislación (prohibición de donaciones anónimas o de determinadas personas condenadas así como que todo aporte no declarado se presume de fuente ilícita), pero se quieren elevar a la carta magna. Además, se incluye la coletilla de una limitación en el tipo de fondos públicos que se pueden recibir. Hasta ahí, más o menos lo que ya hay pero elevado a la Constitución.
Se incluye que todos los aportes deben realizarse por medio del sistema financiero, lo que supone un claro límite en ciertas localidades y partes de un Perú en el que no todo mundo tiene acceso al sistema bancario. También es un problema para los que no quieren (queremos) tener nada que ver con el mismo.
Prohibición de reelección de los congresistas
Este no es un problema. De hecho, a mí me sigue pareciendo que el problema está en prohibir las reelecciones, es tratarnos como menores de edad. Soy consciente de los riesgos que tiene la reelección (los hemos sufrido), pero también de la necesidad de una cultura cívica que no debe ser coartada por las propias instituciones.
Nuestra actual Constitución nació permitiendo una reelección presidencial (y Fujimori se la intentó saltar presentándose por tercera vez a presidente, tras una bochornosa ley de interpretación constitucional), algo que se eliminó. En el 2015 se reformó para también prohibírselo a alcaldes y gobernadores regionales y ahora Vizcarra lo propone para los congresistas. ¿Qué fundamento tiene? Lo de autoridades ejecutivas tiene un sentido de una persona detentando mucho poder, pero en una cámara legislativa ese problema no se da, el poder no lo tiene un congresista, sino, en su caso, el partido mayoritario.
Esta diferencia, además, se sigue dando ahora en que los alcaldes y gobernadores tienen prohibida la reelección, en tanto que los regidores y los miembros del consejo regional sí son reelegibles. Esto es, la prohibición literalmente es sobre determinados cargos (las cabezas de esos ejecutivos) y no afecta a otras personas que comparten institución (pero su función es más parecida a un «legislativo», los regidores y los miembros del Consejo Regional). El ejecutivo de Vizcarra hace trampa al saltarse esta distinción.
Hay un cierto toque populista (en el mal sentido) en la medida, se pretende acabar con la reelección cuando la misma no es un problema (más o menos tenemos una tasa de reposición de algo más del 73%, esto es, se reelige poco y cada vez menos) aunque la gente esté en contra de la reelección (el 75% en las encuestas). ¿No quieres reelección? No votes por personas que ya son congresistas. Pero no me prohíbas a mí elegir a quien yo quiera, por favor. El problema no está en la renovación de los congresistas, queda claro con la actual cámara.
Bicameralidad
Es uno de los temas recurrentes en esta bitácora, pues lo es también en la política peruana (una de las notas del 2007, por ejemplo).
La reforma propuesta por el ejecutivo va en una línea completamente distinta a la que a mí me gustaría. Y las razones para la misma, además, no son claras. Por ejemplo, se menciona el descrédito del actual Congreso. ¿Mejoraría con dos cámaras? No. Tampoco es que empeoraría, pero no se puede poner sobre la mesa ese elemento para justificar el cambio.
Un resumen: se propone una Cámara de Senadores y una Cámara de Diputados donde la cámara alta (Senado) tiene todas las de ganar (las materias importantes o son solo para ella o se comienzan su trámite en ella; y al final sí tiene poder de veto sobre la de diputados; la censura al gobierno o negación de confianza la da la de diputados, pero, curiosamente, si ocurre eso dos veces, solo se disuelve dicha cámara, la de senadores continuaría funcionando). Se mantendrían 130 miembros del Congreso, repartiéndose 100 para la de Diputados y 30 para la de Senadores. Los diputados se elegirían en 50 microdistritos electorales, dos por microdistrito (con lo que el sistema será binominal). El Senado en macrodistritos (no se dice cuántos habrá). Las listas han de ser paritarias (50% de hombres y mujeres, de forma alterna).
Los requisitos para cada cámara son distintos, siendo más exigentes para el Senado, no solo en edad, colocándose en 35 años (25 para los diputados), sino que se requieren «10 años de experiencia laboral o haber sido elegido diputado»; esta última coletilla me gustaría ver cómo se defiende, no veo ni la necesidad de dicha pretensión ni por qué se excluye a todas las personas que no tienen experiencia laboral (y en Perú eso es mucha gente, piensen en todas las personas que están al cuidado de sus familias); o cómo se demuestra, porque si solo es por empleo formal, acaban de prohibir ser senador al 70% de la fuerza laboral del Perú.
Por los requisitos, por la forma de elección (las uninominales y las binominales son igual de malas y no resuelven los problemas que dicen atender; quiero decir, que ya hay distritos electorales en Perú uninominales y binominales y en ellos no se ve ninguna de las ventajas que nos dicen que tienen, pero ninguna; no sé cómo distritos de 600 mil personas pueden responder a esa mejor representatividad cuando se elegirán a dos personas; con voto preferente, eso sí, entre dos). En el Senado, además, se ponen listas cerradas sin voto preferente. ¿Por qué? Porque sí, no lo explica la propuesta. Sí se menciona que dos cámaras pueden y deben tener requisitos y formas de elección diversas y que en el Senado buscan primar a las organizaciones políticas… bien, lo primero es cierto (sino, no tendrías dos cámaras, claro), lo segundo no es muy justificativo en relación a todo el canto a mejorar la representatividad de los elegidos.
Los macrodistritos quedan a la ley, se supone que son grandes uniones de departamentos pero no dicen ni cuántos ni cómo. Ni siquiera poniendo un máximo y un mínimo o un criterio poblacional. El cómo se reparten los senadores entre los macrodistritos es importante y no debería quedar pendiente a una ley.
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