Existe una idea generalizada sobre el «aumento del racismo» junto con la aparición de «brotes» de «racismo» (eventos violentos con odio racial de por medio). Junto con esto, no faltan quienes indican el clasismo que subyace al problema (elemento que existe, pocos se quejan del extranjero millonario; pero no es único o principal). Esos eventos violentos (palizas acá y allá, hechos puntuales o no tan puntuales) tal vez sean algo más visibles ahora, pero no son nuevos. Que sean visibles tiene un pequeño elemento positivo, es que ya son noticia (no son «normales» ni simplemente «justificables» fuera del delito de odio), el negativo es que se acompañan normalmente de un discurso racista, racializador y clasista, en otras palabras, justo la forma inversa a como se deberían estar presentándose (estoy generalizando, hay medios que tratan correctamente estas noticias).
Así los eventos en distintos países (como Alemania o Suecia) se acompañan de comentarios tipo «se nota que ha crecido el racismo» porque antes no ocurrían; nos presentan esas sociedades como casi idílicas en cuanto a la integración. Así también nos muestran que son «hechos aislados» de una panda que no se ha adaptado… por culpa de la inmigración masiva. De alguna forma, siempre sale el tema (o en la noticia anterior o en la siguiente). No se explicita, no es necesario. Nos cuentan el aumento de la inmigración y marginalidad y luego (o antes) el hecho violento. Claro, el problema es que esos pobres hombres blancos (y seguramente heterosexuales) es que han visto colmada su paciencia. Y explotan.
Los partidos filofascistas están creciendo en Europa, pero su discurso no es nuevo. La Liga Norte (ahora simplemente Liga) ya tenía ese discurso, igual que todo el bloque con el que gobernaba Italia. El Partido Popular español también (por favor, ¿han visto quién manda en el PP catalán?). La Derecha francesa mantiene ese discurso desde hace tiempo, solo que hay una parte que claramente acusa al inmigrante, algo que la otra no se atreve a hacer del todo (pero lo que son las políticas, básicamente iguales).
En Suecia, como en el resto de Europa, ha crecido la inmigración causada por las guerras, esto es, los refugiados (así, los Sirios pasaron de ser un grupo relativamente marginal al principal grupo de inmigrantes, superando a los finlandeses, que no han sido cuestionados por la extrema derecha, claro). Pero es que nuestros países están lejos de ser los principales en cuanto a refugiados o a inmigrantes. Suecia tiene, más o menos, un 15% de población extranjera, de los cuales, unos 120 mil son refugiados sirios (lo que representa el 1,2% de la población). En Jordania (un poco más de población que Suecia) tiene unos 1,4 millones de refugiados sirios (otras fuentes hablan de 650 mil), así que hablamos del 13% de población (o 6,3%), pero si seguimos escarbando en las demografías de ambos países, encontramos con que, en refugiados, Jordania también tiene a los palestinos (más de 2 millones) e iraquíes en más de un millón (en Suecia hay unos 100 mil refugiados de este país).
¿Por qué hago esa comparación? Es lógico que vayan antes de Jordania que a Suecia, está más cerca, el idioma es más cercano o el mismo y demás condicionantes. Lo hago porque no pocas veces se presenta el tema como «todos vienen a Europa» y eso está lejos de la realidad. Más allá de quién ha causado y cómo el conflicto Sirio (y cómo la intervención internacional, desde los países cercanos hasta las potencias lejanas, está alargando el mismo), cuando el 80% de los refugiados (de esos millones de refugiados) están en países vecinos, incluso hay más en un país en guerra permanente como Iraq que en Suecia.
Ese racismo no son brotes, digo y mantengo, es el que tenemos institucionalizado. Es el que nos enseñan los medios de comunicación. Así un problema de justicia (falta de asignación de los recursos necesarios que impide dar las ayudas necesarias a todas las familias en situación de exclusión).
Eso nos permite ver cómo una noticia, ya escrita desde cierto clasismo y racismo, de un plan positivo para todos los vecinos de la zona, está plagada de comentarios de lectores absolutamente racistas (por cierto, un partido echa la culpa de toda la inseguridad de la zona a los ocupas irregulares, con dos narices, clasismo y racismo en un solo comentario). Así, en un estudio cualitativo en el que participan entidades de la Red Delicias y otras personas más, lo que se va encontrando es la culpabilización de todo el que no es «payo español» (en comunidades con cuatro morosos, se echa la culpa de no tener ascensor al moroso que es extranjero o gitano, obviando que no es el único que no paga). Los problemas de convivencia entre vecinos tradicionales y los nuevos vecinos se magnifican, sin tener en cuenta que esos mismos problemas existen entre los vecinos tradicionales.
Este racismo y xenofobia insitucionalizada, fomentada, grabada a fuego en los medios de comunicación, no es gratuita ni casual, ocurre porque conviene que exista. Existe porque se ha cultivado, porque es más favorable que los excluidos se peleen entre sí por un mendrugo de pan a que pidan (y hagan) justicia. Que los excluidos se acusen entre sí de sus malas condiciones socioeconómicas y laborales a que reclamen a las instituciones y empleadores un cambio de sistema, uno que evite dicha exclusión.