Estos días se ha hablado mucho de Joaquim Torra Pla, el nuevo Presidente de la Generalidad catalana (para hacer honor a su título, «President de la Generalitat de Catalunya» o «President dera Generalitat de Catalonha», en catalán y aranés respectivamente). Una de las cosas que más se dicen es que en Europa no cabe tal grado de racismo como ese hombre ha demostrado en un pasado reciente. Torra es muy de derechas, a nadie se le escapa. Es racista, clasista y demás. Pero que lo digan personas que apoyan a Xavier García Albiol, líder del PP catalán y exalcalde de Badalona (donde hizo campaña contra los gitanos rumanos*), tiene miga. O los que apoyan a Albert Rivera (que se ha codeado con la extrema derecha europea más de una vez, por no decir que las medidas racistas son parte del plan de Ciudadanos)…
En fin, que esos temores ante el racismo ultranacionalista de Torra las vierta una parte de la derecha o la izquierda española antirracista es lógico, como no puede ser de otra forma. Torra es todo lo que hemos intentado erradicar para acabar con la xenofobia, el racismo y otros males hijos de la intolerancia étnica. Que esto lo digan un puñado de racistas suena, simplemente, a campaña contra un igual a ellos. Lo peor es que si uno coge el discurso de Torra y cambiar el objeto de sus crítica por otros colectivos o etnias cuadra con el de la mayoría de quienes denuncian a Torra desde esa hipocresía de la que hacen gala los demás racistas.
Un paseo por Europa
Lo otro que dicen es que en Europa no cabe ese tipo de derechas… no sé en qué Europa viven, ¡cuánto me gustaría que fuera cierto! Dicen que un gobierno como el de Torra sería imposible en «otros países», pero es que en esos «otros» la derecha más rancia, racista, machista, clasista… más derecha, en fin, está gobernando o es el principal fuerza de oposición. Hoy desayunábamos con el pacto de la Liga (antes Liga Norte, formación directamente filofascista) con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) en Italia, que formarían gobierno. Al M5S se le suele calificar como «sincrético» y «populista», favorable a la «democracia directa», pero, «curiosamente», todos sus principales aliados están en la ultraderecha; su pactos parten de un fuerte racismo y de pura xenofobia (de hecho, una de las medidas estrella firmadas con la Liga se basa en la expulsión masiva de inmigrantes y el aumento de la represión para los mismos, además de haberse siempre posicionado contra lo extranjero). No es ya que el norte de Italia siempre haya tenido filofascistas gobernando, es que ahora (otra vez) serán gobierno en Italia, junto con otra formación muy racista. Ah, Italia, no podemos olvidar que fue primer ministro alguien como Berlusconi (y varias veces, casi siempre en coalición o pacto con los fascistas de Alianza Nacional o los filofascistas de la Liga).
El neonazi de Norbert Hofer casi se hace con la presidencia de Austria hace nada (49,7% de los votos, si no fuera por el voto exterior, sería el presidente; elecciones impugnadas que se repitieron, donde perdió nuevamente por poco). El canciller (primer ministro) es Sebastian Kurz, líder del Partido Popular Austríaco (ÖVP), formación ya de por sí muy conservadora, gobierna en coalición con el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ, sí, el de Hofer), vamos, que un partido muy conservador está aliado con la ultraderecha, directamente xenófoba y racista, en el corazón de la Unión Europea. Y no es la primera vez, no es algo reciente.
En Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte votaron, fundamentalmente con la xenofobia como su guía, por la salida de la Unión Europea (el llamado Brexit). En el partido de Theresa May, el Partido Conservador y Unionista, las posturas racistas y clasistas son un verdadero clásico, como en la mayoría de formaciones de derechas y nacionalistas, para qué engañarnos. Pero lo peor es que el UKIP les empujó más a la derecha, si cabe.
Un pequeño país europeo, importante y con más excepciones dentro de la Unión que Reino Unido, Dinamarca, tiene un gobierno de coalición donde está un partido de extrama derecha. La Izquierda-Partido Liberal de Dinamarca (Venstre o V, que a pesar del nombre, es bastante de derechas), si bien es el tercer partido en el parlamento, consiguió hacerse con el gobierno danés gracias al apoyo del Partido Popular Conservador (K), Alianza Liberal (LA) y el Partido Popular Danés (DF), este último es una conocida formación de ultraderecha.
El tercer gabinete de Boiko Borísov, primer ministro de Bulgaria, está plagado de ultranacionalistas. La coalición entre la ya derechista formación de Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB) y la Unión Patriota (OP, de la que es parte el Movimiento Nacional Búlgaro –IMRO-BNB–, el Frente Nacional para la Salvación de Bulgaria –NFSB– y la Unión Nacional Ataque), esta última claramente ultranacionalista, racista, xenófoba y, por el lado de Ataque, antisemita declarada.
Letonia tiene un popurrí de siglas en el gobierno (V, NA, LZS, LZP, LuV y LP), difíciles de seguir en detalle. El partido del primer ministro Māris Kučinskis, el Partido de Liepaja (LP), está en esa frontera muy a la derecha, movimiento regionalista euroescéptico poco favorable a lo foráneo. Pero es que entre los partidos de gobierno está la Alianza Nacional (NA), ultraderechista, racista y xenófoba, es que desde el logotipo demuestran su filonazismo.
Hay gobiernos de derechas donde los aliados del principal partido del gobierno hacen que el primer ministro no parezca tan de derechas, tan racista… Así, en Croacia tenemos una coalición entre cuatro partidos, HDZ, HSLS, HDS y HRAST, comandada por Andrej Plenković (HDZ, parte del Partido Popular Europeo), está Crecimiento Croata (HRAST), que deja como «izquierdistas» al resto de miembros del gobierno (e, insisto, todos son bastante conservadores y derechistas, el centro les queda lejos). Este HRAST (siglas que significan, en croata, «quercus»), que forma parte del Movimiento Político Cristiano Europeo, termina siendo sobre todo antiinmigrante y antiislamista.
Lo malo es que no solo hay ultraderechistas en coaliciones de gobierno presididas por derechistas, sino también en donde se supone que gobiernan los socialdemócratas: así, en Eslovaquia, el gobierno de Peter Pellegrini (SMER-SD), que incluye a Most–Híd, también está conformado por el Partido Nacional Eslovaco (SNS), movimiento muy conservador y nacionalista.
Pero vamos a dejar a los gobiernos en coalición que tienen a ultraderechistas en su seno para hablar de dos países gobernados directamente por la ultraderecha: Hungría y Polonia. Tal vez Hungría a primera vista pase algo desapercibida, el principal partido de gobierno, el del primer ministro Viktor Orbán, Fidesz-Unión Cívica Húngara, forma parte del Partido Popular Europea y se supone que no es de ultraderecha. ¿Han visto sus políticas? ¿Les cabe alguna duda de su afiliación con la extrema derecha? Orbán ha vuelto a ganar con mayoría absoluta (muy amplia, además), dentro de la lista de coalición con el Partido Popular Demócrata Cristiano (KDNP), donde las políticas racistas son la punta de lanza de un gobierno extremadamente conservador. Lo peor es que la segunda fuerza política salida de las elecciones de este año no es otra que el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), que corre por la derecha de Orbán. Orbán, que ya dejaría como blando a Torra o a Albiol en cuanto al racismo, se presenta como lo menos malo al lado de Jobbik.
Polonia, por su lado, ha tenido una buena cantidad de líderes de ultraderecha. El actual primer ministro, Mateusz Morawiecki, de Ley y Justicia (PiS), que ha gobernado bastante su país, se ha mostrado repetidamente como un partido de extrema derecha, altamente conservador y reaccionario. Y no están solos en el gobierno, Solidaridad Polaca (SP), aún más a la derecha, les acompaña. Para dejar claro por dónde van.
A modo de cierre
El último caso, racista a más no poder, es el líder de la primera potencia del mundo: Donald Trump es un racista xenófobo al cuadrado, como mínimo.
Lamentablemente el mundo, los principales países que se consideran las cunas de las libertades, tienen líderes racistas y partidos de extrema derecha en sus gobiernos. Torra es otro clavo en nuestro ataúd. Como lo es el propio Mariano Rajoy.
Este recorrido, además, lo he hecho con los jefes de gobierno, pero si bajamos un nivel más (como el que ocupa el tema de Cataluña, una autonomía, región o estado federado) o más (alcaldes y similares, como lo fue el propio Albiol) nos encontraremos con muchos más casos de ultraderecha gobernando, oprimiendo.
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*Sí, la causa penal se archivó, pero telita con los argumentos.