De representaciones de pactos y las promesas «novedosas»

¿Cuántas veces se puede prometer lo mismo? ¿Cuántas veces se puede presentar como «recién pactado» la misma medida? Los presupuestos están firmados, acordados, desde hace bastante: más o menos en septiembre se iba a anunciar el acuerdo sobre los mismos, lo adelantó Ciudadanos, lo confirmó Coalición Canarias y el gobierno no los presentó. ¿Por qué? Lo que pasaba en Cataluña, avisó el PNV, hacía que no pudieran aprobarlos. Así de sencillo. No por problemas económicos o porque no cuadraran las cuentas, no porque no se pusieran de acuerdo, sino por lo que estaba ocurriendo en una parte de España que quería dejar de ser España y la posible aplicación (y luego ejecución) de una suspensión de la autonomía (con otro nombre, pero por sus efectos la conocerás). Esa es una línea roja que el PNV no quiere cruzar. Lo ha dicho constantemente, cuando haya gobierno en Cataluña, ellos votarán los presupuestos del Estado.

El gobierno de España dejó pasar el tiempo, técnica Rajoy, esperando que de las elecciones catalanas saliera rápido un gobierno «legítimo» y poder presentar un proyecto ya cerrado y acordado. De hecho, muchas veces el gobierno ha «ofrecido» cosas que están en ese acuerdo, en esos presupuestos, para ver si convencía a otros grupos (el PSOE, en concreto) en apoyarlos. Así que ha podido salir a prometer muchas veces lo mismo. Y reprochar que si no se está haciendo, es porque los otros no quieren. Sí, tuvieron la desvergüenza de decir que era culpa de los demás que el gobierno no hubiese aprobado un proyecto de ley de presupuestos en el Consejo de Ministros (cuando eso es competencia solo del gobierno; será en Las Cortes, si eso, donde el proyecto se acepta o se rechaza, pero hasta el momento anterior, todo es obligación del gobierno).

Los presupuestos tienen un proceso largo, comienzan con la aprobación de un techo de gasto que, además, se negoció bastante. En esa ocasión ya se acordaron algunos temas que hace poco nos han presentado como novedosos. Que sí, un ejemplo sangrante es la elevación del mínimo exento (tributariamente la expresión es incorrecta, además) a 14 mil euros. Primero, recordemos que ahora está en 12 mil (no es que se suba mucho), segundo, que no es exactamente una exención, es no tener obligación de presentar la declaración de renta y, en determinados supuestos, supone que no deben retenerte nada. Lo que sí viene con esa medida es una bajada para las rentas medias y medio altas (esto es, en el tramo siguiente). Todo eso ya estaba acordado y prometido a principios de julio de 2017. Esas medidas se reforzaron, no lo olvidemos, por el «principio de acuerdo» de septiembre de 2017 referidos al proyecto de presupuestos (iba a anunciarse el acuerdo, pero el gobierno reculó -la de CC ha dicho por activa y por pasiva que ya estaba todo firmado-).

En septiembre, cuando estaba todo cerrado y Rivera se adelantó a presentar el pacto (y el gobierno anunció, a la vez, que retrasaban la presentación del anteproyecto al Consejo de Ministros «un par de semanas» -que ha durado hasta la semana pasada, más o menos-) se anunciaron una serie de medidas más: el incremento de la baja de paternidad, la bajada del IVA «cultural» (cine, fundamentalmente) y la equiparación de la guardia civil con la policía y, en un plazo más largo, con las policías autonómicas. Esto es, todas las «medidas estrellas» (salvo una), ya se anunciaron en septiembre. Lo de la equiparación, además, se terminó negociando por separado con los afectados, tras una ola de protestas. Son las protestas, las calles, las que están obligando al gobierno a moverse en determinada dirección.

La única novedad, y es un tanto vergonzosa para el gobierno, es la subida de las pensiones mínimas anunciada al 2%. ¿Por qué? Porque hace poco (muy poco) el gobierno tildó a la oposición de irresponsable por proponer una subida conforme al IPC, que si era imposible, que si la ley marcaba otra cosa (ese ridículo 0,25%), que si ellos no sé qué y así mil historias. Que no, que no se podía y que decir cualquier cosa era demagogia… salvo si la decían ellos, que lo iban a explorar mejor (¿por qué no lo hicieron antes de ese pleno? A saber). Al final acuerdan una subida del 2% (falta leer la letra pequeña, eso sí) para las pensiones más bajas. ¿No era imposible? ¿No era demagógico aumentar un mínimo con el IPC (por debajo del 2%)? ¿No era incumplir la ley proponer cualquier cosa distinta? Pues, listo, ahí tienen una modificación del criterio. Es buena, sin dudas; insuficiente pero buena. No la explican, simplemente se cuelgan la medalla. Por cierto, no lo hacen porque Ciudadanos se lo exija; lo hacen, y Ciudadanos lo exige, porque los pensionistas se han movilizado y han conseguido poner a la opinión pública de su lado (¡y cómo no!, no podemos olvidar que son la principal razón para que las cosas no se hayan ido al garete con la crisis, siendo el colchón de millones -y digo millones- de personas).

Pero a lo que íbamos: el acuerdo entre el PP y Ciudadanos se ha cerrado muy rápido, pero no es extraño, realmente está cerrado desde el año pasado. Han pasado muchos meses, pero son temas ya negociados para el techo de gasto (junio-julio) y para el anteproyecto aparcado en septiembre; han cogido eso y han modificado, básicamente, el tema de las pensiones. Lo han vuelto a presentar. Otra vez nos hablan de bajada de IRPF (van tres) como medida estrella. Otra vez lo muestran como gran novedad. Es cierto que hasta que no se firme no existe, pero todas las veces la han dicho como si fuera una ocurrencia nueva.

Eso pasa mucho, un político sale y ofrece tales cosas. Los medios las repiten, cuales loros. Pero alguno se acuerda, oigan ustedes, que ya lo prometieron el año pasado, o hace dos, o lo vienen prometiendo todos los años. No está mal que nos vuelvan a prometer algo que no han hecho, lo que sí es incorrecto es que nos presenten dicha promesa como novedad y no se diga por qué no se aplicó en el pasado. Me explico: «voy a bajar dos puntos el IRPF en todos los tramos» (promesa del PP en su propio plan de gobierno; incorporado en el acuerdo con Ciudadanos para la investidura y prometido todos los años). Es tan sencillo como explicar: hicimos cuentas y no cuadraban, lo retrasamos un año, lo sentimos; ahora lo haremos. Pero, claro, eso sería reconocer un incumplimiento. Mejor es volver a prometerlo, sin más. Y eso es lo que está mal. Otro ejemplo es la de la típica obra: este año haremos un polideportivo. Al año siguiente: este año haremos un polideportivo. Oiga, que ya debería estar hecho. Se puede explicar: el año pasado prometimos un polideportivo, el concurso para el diseño se declaró desierto, todas las propuestas eran malas, volvimos a comenzar el proceso, cambiando el plan original, este año intentaremos cumplir la promesa hecha el pasado. Pero el impacto en la noticia no es el mismo, el político en este caso quiere el titular «promete loquesea» no «político explica por qué no se hizo loquesea y ahora cuenta cómo lo hará».

En fin, vuelvo al tema de «representar» cosas. En este caso, «representar un pacto». Y uso el verbo con doble cometido, de volver a presentar (porque es el pacto que ya tenían y presentaron, dos veces) y de actuar. Es una actuación, pues no se han sentado y creado un pacto nuevo, nos muestran lo que ya tenían (como el alumno repitente que al año siguiente vuelve a entregar un trabajo que el curso anterior hizo y presentó) y actúan como si todo en eso fuera novedad. Nos venden la burra. Los medios, sin mucha crítica, recogen las palabras del gobierno y de su aliado, sin poner media coma sobre lo que ya habían pactado (con el techo de gasto) o estaba anunciado (con lo de septiembre, que fue el propio gobierno quien retrasó su presentación). Como estudiamos mal historia, nos hemos acostumbrado a los «hechos puntuales» (sucesión no ligada de fechas, batallas, pronunciamientos y muertes); sería más real ver este acuerdo como una consecuencia lógica (una aplicación) del pacto de investidura, un cumplimiento, además, del pacto del techo de gasto (mira, dos pactos con sentido lógico-ideológico y de causa-efecto), creando un relato de la alianza (más estable o endeble, pero alianza, a fin de cuentas), en vez de un hecho puntual (negociaron rápidamente los presupuestos), aunque dicho hecho puntual tiene mejor prensa y hasta épica (dos fuerzas dispares que aparcan diferencias y llegan a un acuerdo inesperado). Pero es falso. Es mentira. Es teatro del malo.

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