La Izquierda Unida española tal vez pueda presumir de lo primero (si somos generosos en la definición o nos contentamos con el pensamiento de sus militantes -mas no de la acción de muchas de sus cabezas visibles-) pero, indudablemente, no de lo segundo. Izquierda Unida vive peleándose con Izquierda Unida (tal vez el culpable sea el Partido Comunista de España -PCE-, pero es que esta formación no deja de ser la mitad más uno de IU); ya en varias provincias no lo era (o no lo ha sido; en esta bitácora he dado cuenta de lo que ha ocurrido en otras elecciones o periodos en Salamanca o Asturas). Ese virus interno que les impide funcionar y les lleva a la desunión es algo que pasa transversalmente en un sinnúmero de lugares, el más sonado últimamente es Madrid y la cabeza federal.
Si Izquierda Unida fuera, bueno, Unida, y hubiese actuado «bien», en España no hubiese surgido un «Podemos» (y sus hermanos menores, los «Ganemos»); al menos eso afirma algún dirigente de ese partido, en cierta medida creo que tiene razón. Pero IU está anquilosada y alejada de la calle, con unos militantes y activistas que, en muchos casos, han abandonado el barco en favor de las coaliciones de ciudadanos o el nuevo partido.
¿A qué viene todo esto? Podemos (je) estar hablando todo el tiempo de la nueva formación que desde las elecciones al parlamento de la Unión Europea viene pisando fuerte, y que en el voto cocinado del CIS ya está segundo, por delante del PSOE (partido que a lo más aspira a no ser el próximo Pa.So.k.), pero lo que me resulta más interesante es IU: cuarto y en vías de desaparición, otra vez. Mientras otros pescan, se recolocan, afirman y demás, Izquierda Unida pincha. La coalición que debería ser la fuerza creciente y que nunca lo fue, por sus propios errores. Pueden verlo aquí (y si quieren, PDF con el avance de resultados del CIS):
Si se fijan en la encuesta, IU, aunque paró la caída, anda en un puesto que puede significar contar con un par de diputados, poco más (depende mucho de qué tan fuerte sea en determinadas plazas, como Madrid o Barcelona). Recuerden los efectos sobre el tercer partido que ya tiene el sistema español (un par de entradas sobre el tema: «Bipartidismo, sistema electoral e Izquierda Unida» y «Sobre el sistema electoral español»), ahora piensen en lo que le pasa al cuarto partido (o miren cómo le fue a UPyD).
La federación no consiguió ganarse a los votantes del PSOE, que iban dando tumbos, por lo visto, de formación en formación sin que nadie les «ilusionara»; llegó Podemos, que tiene una valoración (según el CIS) a la izquierda de IU, y se ganó a todos esos votantes «del centro progresista» (esto se explica fácil: los de derecha ven a Podemos como muy extremistas; cada votante del nuevo partido, en cambio, lo ve como el adecuado a su ideología, aunque no lo sea; es un partido camaleónico) y a muchos más.
Izquierda Unida tampoco supo construir dentro de todos los movimientos que surgieron estos años (desde el gran pinchazo del PSOE al cambiar su propia política en el segundo embate de la crisis, allá en 2010), no fue capaz de articular una propuesta, de canalizar una queja, de… de nada. Se quedó ahí, pasmado, mirando su propio ombligo y olvidando lo que llevaban años predicando e, incluso, haciendo en muchos sitios. Tocó el cielo en las europeas y ya…
Perdieron las calles (y en las calles se montó otra formación, que se traicionó a sí mismo y obligó a uno de sus fundadores, en sus propias palabras, a mutar) y ahora han perdido la lucha de los partidos por la hegemonía de izquierdas. No saben cómo reaccionar, no saben si sus siglas sirven o ya deben ser superadas, no saben cómo ponerse al frente porque no saben cuál es la vanguardia y cuál la retaguardia. Eso sí, siguen teniendo mejor programa (no que todos, sino solo de los que sabemos que podrán sacar escaño).
Esta federación ha estado perdiendo corrientes y partidos durante años; ha actuado de forma desigual e inexplicable donde ha tenido algo de poder y no ha sido lo suficientemente contundente en algunos casos poco regulares (desde los penalmente reprochables hasta los moralmente dudosos). El «tú también, Brutus» se ha tenido que entonar cuando ciertos casos salpicaron con fuerza a los miembros de IU y no gozan de la protección de ser el niño mimado del público (ahora es la cúpula de Podemos y algunos miembros del PP los que, en las guerras de barro, salen limpios, y eso que son los que han tirado y recibido más que ninguno).
La coalición, además, no ha sabido (nunca, ahora se ve más claro) explicar su política de alianzas; no lo digo internamente, lo digo de cara a quienes les toca votar y no entienden (entendemos) por qué en un lado ir con Ganemos, Podemos, Equo y otros con una nueva coalición o con un partido instrumental es posible mientras que en otros lados es imposible. De IU me gusta que no exista un «ordeno y mando» desde arriba (sea totalmente descarado como en el PP -donde la dirección nacional elige a los que irán a alcaldes en las capitales de provincia y ciudades grandes, por ejemplo, saltándose las direcciones regionales y locales- o como en el PSOE -con sus múltiples sistemas para tapar la realidad-), pero falta un «explico y razono» en todos los niveles.
Falta que nos digan por qué lo de la coalición de partidos es mejor que la agrupación de electores en tal o cual ciudad mientras que en la de al lado es totalmente diferente el panorama… Al final parece que es un tema de quítate tú que me pongo yo o de quien se mueve no sale en la foto o cualquiera de esas cuestiones demasiado personales para tener sentido en una federación como IU.
*Actualización (5/2/15): horas más tarde de publicar esta entrada, IU Madrid se partió del todo. Tania Sánchez dimitió para formar un nuevo partido (que buscará la «Unidad Popular», o algo así). En El Diario tienen una suerte de especial sobre el tema… Es curioso leer comentarios como el que hace Escolar, esa visión de creas un partido no para que vaya por libre, sino para unir a los demás es… eso, curiosa. Los PCE (locales) ya han roto con IU (local) alguna vez, el caso que mejor conozco es el de Salamanca. No son Madrid, pero no es la primera vez, tampoco.