«¿Cómo no va a poder defenderse un régimen que hace menos onerosa la contratación formal de un adulto menor de 24 años en un país que tiene uno de los 20 regímenes laborales más rígidos del planeta, o en el que siete de cada diez personas con algún tipo de trabajo se ven en la necesidad de desarrollarlo en la informalidad?»
Es una de las preguntas retóricas que hace el editorial de El Comercio para atacar a los opositores de la reforma laboral juvenil obrada por la Ley nº 30288 o, como se le llama, la «ley pulpín» (PDF de la separata legal). Esa pregunta contiene al menos tres elementos muy discutibles que El Comercio da por hecho. Por un lado, está la repetidísima afirmación sobre la rigidez en la regulación laboral peruana (algo que se machaca desde antes de la flexibilización que comienza en el 91 y que cada reforma laboral sigue), simplemente no es cierto (más adelante desarrollo esta idea) y, por otro lado, deja clara la opinión, sin establecerlo, que la flexibilización trae formalización. Lo segundo es empíricamente falso, el sector con más trabajo informal en Perú es la microempresa (casi la totalidad de los trabajadores, el doble que las empresas grandes) que tiene el peor y más flexible de los regímenes laborales posibles (incluso el mamarracho legal de la ley pulpín da más derechos que los que tienen los trabajadores de la microempresa). El tercer elemento de la pregunta retórica, en el que no entraré, es ese de «se ven en la necesidad» de trabajar informalmente; no es que sea una «necesidad», es que es una imposición por parte del empleador (no hay que perder de vista esto, nunca).
La afirmación tajante que hace El Comercio sobre el puesto 20 de países más rígidos chirría ya mucho, no es posible que reforma flexibilizadora tras reforma flexibilizadora sigamos entre los primeros puestos (que imagino a otros países, casi todos desarrollados, entre los primeros puestos). Entiendo que si ellos lo dicen se referirán a algún índice o clasificación concreta que conocen pero no cuentan (lo repiten mucho), pero no sé cuál puede ser. O tal vez se refieren solo al régimen general (y no a todos los laborales existentes, que hay varios), pero seguiría siendo dudoso una comparativa así cuando tenemos múltiples tipos contractuales y regímenes laborales. Hay que ver la foto en conjunto. Así que toca buscar información sobre este punto en concreto.
Si cogemos los informes del Fraser Institute (PDF del 2014, datos 2012), que rojos no son, deberíamos encontrarnos con algo medio parecido a lo que El Comercio dice (de 152 países analizados, tal vez estar en el tercio más rígido, como poco), pero resulta que no, que Perú está en el puesto 66 de 152 países, ¡en la primera mitad! Tal vez es que Perú es más rígido que Chile, con el que tanto nos comparamos… pues no, Chile es mucho más rígido (puesto 116). ¿Y México? País de antigua relación con EE.UU., otro ejemplo usual como gran receptor de fábricas ajenas para producir gracias a su regulación tanto laboral como de todo lo demás: 115. Ni Colombia (98) ni Costa Rica (85) nos adelantan, nos miran de lejos.
Pero veamos otros indicadores:
- La Fundación Heritage desarrolla, junto con el The Wall Street Journal (dos cuya línea de pensamiento comparte El Comercio, al menos en temas económicos), un extenso índice de «Libertad Económica» (XLS de los datos de 2014), en el cual incluye la «libertad del Trabajo»; en este sí encontramos a Perú peor colocado que en el anterior, en el puesto 94 de 184 (he descontado los dos que no tienen información en este apartado), un poco por debajo de la mitad (en realidad el promedio de Perú coincide con el promedio mundial, curioso). Acá sí que Chile nos saca delantera (puesto 67), al igual que Colombia (25), aunque sí andamos por delante de México (108) o Costa Rica (123).
- En «Flexibilidad laboral en Iberoamérica: un análisis comprado» de Ibarra Cisneros (publicado en Estudios fronterizos, nueva época, vol. 11, nº 21, 2010; PDF) resulta que de los 18 países estudiados, Perú está en el puesto 3 de mayor flexibilidad (les recomiendo el estudio en general y las conclusiones en particular).
Sin que sea un índice, y solo por el gusto de comparar sistemas laborales, el Banco Mundial (otros nada sospechosos, imagino) mantiene una web llamada «Doing Business» donde publican reportes sobre la regulación existente para hacer negocios (todo tipo de regulaciones), contando el mercado de trabajo (PDF del último informe). Les recomiendo bajar la hoja de cálculo con todos los puntos desarrollados país por país y compararlos, verán que Perú está lejos de ser el país con mayor rigidez (o estar entre los veinte primeros).
Consideraciones finales
Personalmente, creo que esto ya es más que suficiente para concluir que El Comercio, a falta de ver su índice y la metodología con que está elaborado (ya he puesto tres con tres formas de valorar el mercado de trabajo y su regulación de forma distinta), falta a la verdad o da información insuficiente para mantener su afirmación sobre que Perú tiene uno de los veinte sistemas de legislación laboral más rígidos.
El Comercio es un medio que nos machaca todos los días con ciertas ideas: que en Perú existe una alta rigidez normativa (falso en todos los rubros que he mirado, contando con el laboral, del que hablamos acá; pueden mirar los «índices de libertad económica» y ver cómo Perú suele estar de media tabla para delante) y por los altos impuestos (falso, en dos de los índices que enlazo lo pueden ver, o en otros). Estas ideas (falsas) intentan mantener, de forma lógica y sin explicación, una causalidad con la inmensa y agobiante informalidad existente en Perú. Pueden coger de cualquiera de los índices o tablas a países más rígidos normativamente (contando el apartado laboral) o con impuestos mayores (esto no es difícil) y comparar sus tasas de informalidad con las de Perú y verán que esta correlación forzada entre rigidez-impuestos e informalidad no existe; también lo pueden ver con Estados menos rígidos que Perú o con impuestos menores, pasa lo mismo, otros tienen más informalidad siendo más «flexibles» o con menos tributación.
El Comercio, lo que pretende, es que con la excusa de reducir la informalidad se disminuyan los impuestos existentes y que, además, se desregulen las relaciones laborales; en otras palabras, que se aplique su ideología sin explicar que eso es lo que quieren, con falsas excusas; es hacer trampas al solitario.
No estoy diciendo que esté mal querer (o proponer) que los impuestos bajen o que no haya regulación laboral, lo que digo es que está mal falsear la verdad (mentir), desinformar, generar falsas causalidades y correlaciones para que se aplique lo que quieres o propones sin explicarlo correctamente, está increíblemente mal hacer pasar una medida ideológica como algo meramente técnico y automático.
Estoy de acuerdo, El Comercio puede tener la opinión que quiera, pero si la quiere fundamentar en «datos objetivos», esos datos no deberían ser falsos, o al menos dar las fuentes. (Y comprobar en las fuentes cuán falsos son!)