Caso catalán: referendos, consultas y otros

Años con un diálogo de sordos. Pero muchos años. Y lo de diálogo es por llamarlo de alguna forma. La postura del gobierno español está clara: de acá no nos movemos; no quieren que se pregunte. El gobierno español es quien tiene la potestad de autorizar o no un referendo como el pretendido en Cataluña, siempre y cuando fuera no vinculante; así que no, el tema no es legal, es político. Y su postura política viene de su fuerte nacionalismo español (no es por «defensa de la Constitución» ni mandangas de ese estilo). Por el lado secesionista catalán (no digamos «soberanistas», eso lo son todos; solo fíjense en los españolistas, defienden justamente que el soberano es el pueblo español y por ello no se puede consultar solo en Cataluña y no quieren que se consulte en todo España), se está agrandando su propia fuerza a base de ver grandes números donde hay discretos resultados (contando su propio poder político). Ambos están dando la espalda a todos los que no le aplauden a rabiar.

Tras varios días de ese proceso que no estoy del todo seguro cómo llamar (no lo quiero, tampoco, nombrar de forma despectiva), Rajoy, presidente del gobierno español, salió para contarnos que él no se mueve de donde estaba y que está encantado de haberse conocido (por supuesto, señor Perogrullo, que hay más catalanes que independentistas, la parte nunca puede ser superior al todo, ¡eso ya lo sabíamos!; a no ser que se refiriera a no secesionistas frente a independentistas; pues oiga, eso no lo sabemos, máxime cuando usted le quita todo el valor a lo hecho).

Mas, el presidente del gobierno catalán, ha comenzado a mover ficha mientras se sigue pudiendo votar (es rara la forma y fondo que eligieron para este último punto), sin que termine de importar el número final de votos. Mas, de CiU, creo que es el político que más ha ganado con todo el asunto (puede que pierda a ERC de aliado, puede que gane al PSC, puede que tenga que volver a anticipar elecciones, puede que esta vez consiga ser el referente en las mismas, en contra de lo que las encuestas venían diciendo desde hace meses). En Catalunya Plural pueden leer un gran artículo con un análisis sobre ganadores y perdedores en el sentido expuesto.

Estos días he oído mucho (incluso más que leído) en todo tipo de tertulias (y comentarios de oyentes) sobre el número y los resultados; para no ser posible tomarlos en cuenta (dicen), se los toman muy en serio (demuestran). No creo que podamos afirmar que todos los síes dados son todos los síes independentistas existentes (se ha vuelto un lugar común), el argumento se basa en que todos los independentistas participaron (si eso, hasta varias veces, según denuncian sin comprobar en algunos medios) en la consulta del 9N; puede que la hipótesis, relajándola un poco («la mayoría» frente a «todos»), se acerque a la realidad demográfica que votó (está claro, visto los resultados, que los más interesados fueron los secesionistas catalanes), pero también podemos intuir (o al menos, queda como hipótesis) que otro grupo más de catalanistas, visto el escaso valor legal que tendría la consulta, prefirieron quedarse en casa antes de montarse en una cola (igual que no todos los que piensan Equis van a una manifestación sobre Equis).

Así que, señores, hay más de dos millones de personas que en Cataluña quieren la independencia. Y ese dato no lo podemos obviar, no lo podemos quitar de la mesa diciendo que lo que prima es la soberanía nacional del pueblo español porque, en el fondo, se le está diciendo a dos millones de españoles que nos importa un comino su opinión. Como tampoco -y acá me dirijo sobre todo a los secesionistas- no se puede olvidar toda la gente que no fue a votar o votó por el no.

Unas cuantas tablas y números

El proceso que se ha llevado a cabo, por el propio censo, no es comparable con un referendo. No lo es porque podía votar mucha gente que, de otra manera, no sería capaz; y porque faltaban votantes por otro lado. Acá tres tablas entre las últimas elecciones celebradas en Cataluña (al parlamento autonómico), lo que le toca a Cataluña para las Europeas (de hace nada) y el proceso de Participa2014 recién ejecutado:

Censo y Participación en los últimos procesos celebrados en Cataluña
Parlamento Catalán (2012) Parlamento Europeo (2014) Consulta popular (2014)
Votos %CT Votos %CT Votos %CT
Censo* 5413868 5492297 6468590
Participación 3668310 67,76% 2536152 46,18% 2305290 35,64%
*Censo total, en las elecciones al Parlamento Europeo en el Censo CERA solo se aceptaron algo menos de 10 mil votantes, que es el que se incluye para calcular la participación oficial; acá estamos usando el Censo electoral total. | Para la consulta popular, las condiciones del censo cambiaron bastante: se introdujo la posibilidad de voto para todos los residentes mayores de 16 años, así que está calculado sobre los datos del padrón (INE 2013) y el CERA para Cataluña de 2014.
Cuadro de elaboración propia, datos del INE, Participa2014, GenCat y MIR
Resultados de dos procesos electorales (2012 – 2014) ordenados por sus preferencias en cuanto a la consulta
Parlamento Catalán (2012) Parlamento Europeo (2014)
Posición Partidos Votos %CT Partidos Votos %CT
Favorables a la independencia CiU 1116259 ERC-NECat (EPDD) 595493
ERC-Cat Sí 498124 CiU (CpE) 549096
CUP-Ad’E 126435
SI 46838
  1787656 33,02%   1144589 20,84%
Favorables a una consulta PSC 524707 PSC 359214
ICV-EUiA 359705 ICV-EUiA 259152
PODEMOS 116996
  884412 16,34%   735362 13,39%
No favorables P.P. 471681 P.P. 246698
C’s 275007 C’s 157948
PxC 60107 UPyD 32686
  806795 14,90%   437332 7,96%
Nota: %CT se refiere al porcentaje sobre el Censo Total (de la forma expuesta en el cuadro anterior).
Cuadro de elaboración propia, datos del GenCat y MIR
Resultados del proceso participativo (consulta popular) de 2014
Pregunta doble (en cascada): ¿Quiere que Cataluña sea un Estado? (sí/no) | Si la respuesta es sí: ¿quiere que este Estado sea Independiente? (sí/no).
Opción Votos %CT
Total Sí 2116401 32,72%
Sí – Sí 1861753 28,78%
Sí – No 232182 3,59%
Sí – En blanco 22466 0,35%
No 104772 1,62%
En blanco 12986 0,20%
Otros 71131 1,10%
Nota: %CT se refiere al porcentaje sobre el Censo Total (de la forma expuesta en el cuadro anterior).
Cuadro de elaboración propia, datos de Participa2014

Con estos datos, lo primero que podemos observar es que la población favorable a un proceso de consultas, al menos en cuanto a sus votos a formaciones que lo defienden (con unos extremos u otros) o su participación en una consulta (incluso aunque su opción sea el «no», como esas casi 105 mil personas) ronda entre el 34% y el 49,3% de los catalanes, que, sin llegar a ser mayoría absoluta, es un número muy importante (y muy por encima, por ejemplo, de lo que le da mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados al PP de Mariano Rajoy).

También significan, estos datos, que existe una mayoría de ciudadanos en Cataluña (no dos tercios, como parecen inferir los españolistas, pero sí algo superior a la mayoría absoluta) que están más bien conformes con la España actual. Hoy por hoy, creo, un referendo con la sola pregunta de la independencia tendría un resultado negativo a la secesión (ojo, eso fue lo que se negoció en el caso escocés; el gobierno de ahí pretendía una pregunta múltiple y desde el gobierno de Reino Unido se les dijo que no, que la pregunta o era solo sobre la independencia o no era; si extrapolamos al caso español, los que han votado sí-no, tendrían que decidirse y, posiblemente, fueran más los del no entre ese subconjunto).

Los gobiernos españoles, en vez de crear independentistas cada vez que les reprimen, insultan o ningunean, deberían aprovechar las fuerzas unionistas (si me permiten la expresión, para englobar a los que no son españolistas pero no quieren la independencia) para demostrar que el sentimiento mayoritario es el que ellos dicen que es; no basta con decir «somos el gobierno de España» (máxime cuando desde ahí te votan poco, el actual gobierno es la cuarta o quinta fuerza política en esa comunidad).

No basta solo con la ley

A todos esos votantes hay que darles una salida que, puede, no den luego el resultado que ellos estiman (me vale como ejemplo la consulta de Escocia), no se puede decir, como se está manteniendo ahora, que la ley no lo permite y punto. Retar (porque es un reto) a las fuerzas favorables a un cambio de modelo a que presenten una propuesta y a la vez recordar que se usará la mayoría absoluta (con poco más del 30% de los votos de las personas con derecho a sufragar) para que no salga adelante sin siquiera discutirlo (ahí se demuestra que no es un tema legal, es un tema político), como ya pasó con el llamado Plan Ibarretxe (que lo pararon antes de que el Congreso de los Diputados pudiera hablar de él). El gobierno ya avisa que no quiere hablar de opciones.

Se puede negociar, sin demasiados problemas, la posibilidad de una consulta no vinculante y los extremos para considerar que esta sea válida (por ejemplo, porcentaje de participación mínimo y un porcentaje «para cambiar las cosas» que supere la mayoría absoluta, como fue el caso de Montenegro). Tendríamos posibilidades como estas:

  • Que el Estado autorice una consulta no vinculante (con una pregunta pactada o con la decidida por la cámara catalana), en este caso la consulta la ejecutaría el gobierno catalán; esta daría dos posibilidades extras en una respuesta positiva de «sí» (si se quiere hacer algo, una no vinculante no obliga a mover un pelo):
    • que el Estado realice una consulta no vinculante a nivel español (incluyendo Cataluña) sobre cómo proceder ante el deseo de independencia catalán (que puede ser, incluso, negando que haya que hacer nada… adaptemos el modelo canadiense a la realidad española);
    • que, ante ese resultado, el Estado comience una negociación directa con el gobierno catalán para realizar, ahora sí, una consulta vinculante con encaje constitucional (aunque previamente se tenga que modificar la constitución).
  • que el Estado convoque una consulta en Cataluña o, incluso, en toda España (con una pregunta pactada, la que quieren los catalanes o una puesta por ellos tipo: «¿debe incluirse en la Constitución española el Derecho de Autodeterminación de los pueblos?»), en este caso sería ejecutada, la consulta, por el gobierno español.

A la pregunta, a la vez, se le puede dar la vuelta: en vez de Cataluña como Estado independiente o dependiente (lo que ahora se englobó en el ), se puede preguntar si Cataluña debe ser independiente con un  o No, y en ese No incluir las opciones de Comunidad Autónoma (subopciones como Más Autonomía o Devolución de Competencias -como propone UPyD podrían tener cabida acá-), Estado Federado  (PSC, muchos en ICV y Podemos) y Estado Confederado (la opción de Unió); el no, por ejemplo, crecería sobre el con esta pequeña reordenación.

También se puede iniciar, de una vez, un proceso de reforma constitucional, de forma directa y que no incluya solo a Cataluña (no es la única comunidad con problemas con respecto a la organización territorial o con deseos de independencia en buena parte de sus ciudadanos).

Con todo esto, hay que tener en cuenta que, dentro de la negociación, se podría incluir que los territorios que no reciban una apoyo mayoritario en favor de la independencia se podrían quedar en España, con lo que la Cataluña independiente, tal vez, no corresponda territorialmente con la Comunidad Autónoma de Cataluña. U obligar a que la Cataluña independiente mantenga el Derecho de Autodeterminación para los otros pueblos que ahí se dan cita (como el aranés).

Existe un problema (creado con estos años de lo que sea, basado si quieren en medias verdades -como está basado todo nacionalismo, contando el español-) al que hay que darle solución, y no puede ser «la constitución del 78 no dice eso».

Personalmente sacaría de la Constitución toda referencia a las naciones; estoy cansado de la lógica de Nación-Estado (defendida por ERC, CiU, PP, UPyD…) que nos lleva a estos problemas; las naciones, como sentimiento identitario-cultural no deberían tener cabida en la organización de los Estados (¡ninguna!). No es que esto arregle los temas identitarios de «encaje», pero sí los quita del juego jurídico puro, la identidad para cada uno, las leyes para organizarnos más allá de los individuos, en sociedad (por eso tampoco soy favorable a la plurinacionalidad de los estados, como el caso de Bolivia, pues siguen habiendo nacionalidades oficiales frente a otras, y un Estado que responde a las naciones, aunque sean varias).

España tiene un déficit democrático en cuanto a las consultas populares (y gran parte de la desafección con la política es que esta se está limitando a preguntar cada cuatro años y los elegidos ni rinden cuentas ni cumplen promesas), con la cantidad de decisiones importantes que ha tomado el gobierno español desde que se aprobó la constitución (por referendo en 1978), ¿cómo es posible que solo se haya votado en dos consultas no vinculantes? (y que, además, haya votado tan poca gente; en el de la OTAN la participación fue del 59,42% -y era para saber si querían seguir estando, no si entraríamos en la OTAN-; en cuanto al Tratado de la Constitución Europea la participación fue del 41,77% -nuevamente, no se preguntó en su día a los españoles si querían estar en Europa años atrás, se votó la ratificación de un tratado en concreto y ya para el siguiente ni se preguntó, ¡pudieron mantener esa democrática costumbre!-).

Independencia unilateral

Realmente existen dos formas de independizarse: puede ser mediante acuerdo de secesión (al que se ha llegado por referendo o por simple negociación; o combinado, ejemplos recientes son Montenegro o Sudán del Sur) o por declaración unilateral (medie o no una guerra, como Crimea o Kosovo; claro que el caso de Sudán del Sur se inició con una guerra que acabó con tratados de paz que dieron origen, años después, al referendo; así que puede ser mixto el proceso).

Tras sentir que ha fracasado la vía del acuerdo (por parte de partidos como CUP o ERC y buena parte de CiU), al no llegar al reconocimiento o diálogo con el gobierno español, plantean lo de las elecciones plebiscitarias de forma seria, esto es, programas de un solo punto (y posiblemente candidatura unitaria o cuasiunitaria) que dejen total y absolutamente claro que quien vota por ese partido lo hace por la independencia. Si ganan los síes (que actualmente tienen la mayoría de la cámara: acá ganarían) tendrían, mantienen, la legitimidad para una declaración de independencia. Este camino tiene el problema del reconocimiento internacional (siguiente punto de esta larga entrada) pero, por otra parte, tiene la ventaja de que las independencias (la gran mayoría) se han fraguado así.

Cuando un Estado no quiere que un territorio se vaya, este territorio o aguanta ahí o emprende el camino de reclamar sus derechos (recordando que la mayoría de independencias no son más que las luchas de élites por tener el poder en un determinado territorio, donde se ha jugado con la identidad nacionalista de las partes para generar una legitimidad en la confrontación, una lucha de pueblos donde debería existir una lucha de clases).

Esta vía generaría serios inconvenientes tanto para los partidarios de la sedición como para los unionistas; sufriríamos, además, los ciudadanos sean del bando que sean. A este punto nos está conduciendo la necedad de unos gobernantes y otros (sí, tanto las élites políticas catalanas como las españolas).

Solo eres un estado independiente cuando te reconocen como tal

¿La República de China (Taiwan o China Taipéi para los deportes) es un Estado Independiente? Depende de con quién hablemos. En la práctica de todos estos años podríamos decir que sí, pero queda patente que su extraña inclusión en el entramado del Derecho Internacional (reflejo de la Política Internacional) deja patente que un estado es soberano cuando así lo reconoce el interlocutor. Para España, Serbia tiene unas fronteras que no coinciden, por ejemplo, con las que ve Estados Unidos, uno de estos estados ve solo a un interlocutor internacional mientras que el otro ve a dos, con Kosovo habiéndose proclamado independiente tras un referendo que en Serbia no fue legal. En Crimea estamos viendo, nuevamente, lo difícil que es independizarse sin acuerdo y cuando las potencias tampoco están todas en el mismo lado (si los miembros permanentes y con derecho a veto del Consejo de Seguridad están de acuerdo con una independencia, no lo duden, esta se producirá a todos los efectos).

La única forma de facilitar la vida a una Cataluña independiente, dado el contexto de la Unión Europea y los juegos que envuelven la región, es que España acepte dicha independencia. Otra opción sería desastrosa para las dos partes (o para la propia España). ¿Qué crédito internacional puede tener una España que no es capaz de mantener la paz y ejercer su poder legal sobre una parte importante del territorio -una Cataluña rebelde, como está ahora Crimea-? Pues, básicamente, ninguno; el mismo que tiene ahora Ucrania o, incluso, peor (por el poder de la propia Cataluña dentro de España, quiero decir, de la economía española).

¿Qué facultades reales le quedan a Cataluña si España no le echa una mano? Ninguna, se quedaría fuera de las principales mesas de negociación internacional, desde la UE hasta todo lo demás. Cataluña y España están condenadas a entenderse incluso si se quieren divorciar. El diálogo de sordos debe acabar.

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