Lo que normalmente es un trámite se ha convertido en una nueva crisis del gobierno de Ollanta Humala. Ni en primera ni en segunda votación el nuevo gabinete consiguió el voto de confianza por parte del Congreso. Mientras el presidente de la república juega la carta «díganme amén a todo para que el país avance» -típica salida tangencial- los ministros han obrado como se espera en un caso así, poniendo el cargo a disposición del Jefe del Estado.
¿Se equivocó Cornejo al no querer contestar ciertas acusaciones? No estoy seguro. Si contesta, el problema serían sus respuestas -¿le habrían creído?, si hablan de un «pecado original» en la destitución del anterior primer ministro, y en el nombramiento de este, no tendría sentido dar por buena su palabra al desligarse de Heredia-. Si no contesta… eso ya lo vimos.
El que se yerra de lleno es Humala cada vez que abre la boca. Puede decir lo que quiera sobre la actitud de la oposición, sobre lo rastrero de abstenerse y forzar ciertas respuestas, pero no puede decir que «no tiene nada que ver con la presentación de un Gabinete» el tema de Nadine Heredia, su mujer y centro de muchas de las acusaciones, no tiene nada que ver. Por favor, si no le dan la confianza es justamente por el rol que juega Heredia -¿que solo usan el tema para demostrar cuán débil es el gobierno y su grupo?, ¡claro! ¿Acaso Humala se acaba de enterar de que así funcionan las democracias burguesas?-.
A río revuelto, ganancia de pescadores. Esto lo deben estar pensando los apristas, fujimoristas y otros tantos istas de nuestro Congreso, Hacen tema de Estado de algo que no lo es, juegan al gato y al ratón, y aprovechan para sacar peticiones más allá de lo que, en otras circunstancias, se hubieran atrevido -sí, me refiero a pedir caídas de ministros en concreto y recomendaciones de «gabinetes de consenso»-.
Normalmente es, como decía al comienzo, un mero trámite. Pero no puede decir, Humala, que ellos ya cumplieron. No pues, señor presidente, si normalmente lo es viene dado porque al parlamento se tiene que llegar con todos los síes necesarios, con la tarea hecha desde casa, no esperando que el Congreso funcione bajo un automatismo de videojuego ochentero. Ollanta Humala sigue sin entender el funcionamiento de esa política en la que lleva años como jugador de primera fila -normal que luego la gente mire a otras personas para encontrar la «mente maestra»-.
Ahora el que nombró a ese gabinete no puede pedir a los congresistas que le den el voto favorable para que «el país no se pare» por intereses extraños, no hay que olvidar que si ayer tuvieron que hacer frente a dos votaciones de confianza, y este lunes habrá otra al menos, se debe a que el jefe de Estado decidió cambiar de primer ministro -y otros más, ya de paso-; esto es, si hay un nuevo Consejo de Ministros se debe a que Humala quiere. ¿No lo pensó antes?
Que un gobierno como el de Ollanta Humala, con el peso que tiene en el Congreso y los vaivenes que da no sea capaz de ganar una votación de confianza en el Congreso, a nadie debería sorprenderle -por los motivos que sea-.
Excurso: No puedo acabar con esta entrada sin decir lo siguiente: espero sinceramente que todos los de Gana Perú que intentaron ganar la votación de «confianza» con una «leguyada» votando en contra pidan perdón y renuncien a su cargo. Así no.