Mediante un editorial el diario El Comercio -ahora bajo el yugo de Du Bois- pretende «contestar» a La República sobre todo el tema de la «concentración de medios» que se está dando en Perú tras la adquisición de Epensa por El Comercio -más económica que en cuanto a la diversidad, en tanto que El Comercio y Correo tienen y han tenido similar línea editorial, solo viviendo bajo matices, como los que existen entre el propio El Comercio y sus otras cabeceras, Perú21 y Trome-…
La idea totalmente utópica sobre el funcionamiento del mercado de la prensa en papel obvia puntos importantes, como la barrera de entrada en dicho mercado, el control sobre la distribución, y, por supuesto, la importancia de la publicidad. No es moco de pavo lo que un medio impreso gana con la publicidad: más bien es el ingreso fundamental. Por eso existen (y pueden existir) los «periódicos gratuitos», porque en la práctica el precio paga la distribución y poco -muy poco- más. Esta parte es importante porque el «lector» («consumidor») no necesariamente tiene la última palabra en la supervivencia económica de un medio o su éxito, por más que en el editorial insistan profundamente en silenciar a la publicidad de toda la ecuación.
No es ni será la primera vez que un grupo de empresas -o el Estado- le baja el dedo a un medio y lo arruinan bloqueando el acceso a la publicidad -que por demografía y lectores deberían tener-, por más lectores que tengan**, y no es necesario llegar a casos como el de los periódicos chicha y Fujimori (¿esos diarios chicha eran un ejemplo de la libertad de elección de los consumidores o de engañarlos pensando que era prensa libre y estaba a sueldo del gobierno?), sino recordar todo lo que ha pasado y pasa con la publicidad estatal para darnos cuenta que no necesariamente tienen como finalidad el aparecer en el medio más leído, sino el favorecer a determinado medio.
En el editorial de El Comercio todo es sencillo y perfecto: todos los medios tienen la misma capacidad de llegar a todo el país -el acceso al mercado no tiene límites ni barreras de entrada, por lo visto- y un número de publicidad directamente relacionada con la tirada y los lectores (medidos de forma objetiva); esperen, que la publicidad ni la mencionan, debe ser que no es importante, o es consecuencia directa y perfecta del número de lectores; bueno, sigamos, es perfecta la situación y todo depende nomás del consumidor, que puede elegir entre una oferta variada. La República, según el diario comprador, intenta limitar esta capacidad de decisión a los ciudadanos libres e iguales (literalmente: «busca recortar el poder de elegir del lector») al querer que El Comercio no se haga (hiciera) con Epensa.
En todo caso –todo-todito-, La República no limitaría para nada al lector, que -si se revertiera la compra- seguiría pudiendo comprar Correo y demás medios de la editorial adquirida. ¿Dónde está ahí la limitación para el consumidor?
Por otra parte, que una empresa controle directa o indirectamente a cada vez más medios sí puede cercenar su capacidad de informarse por medios distintos -en el fondo son el mismo medio-; esto no tiene por qué ser «real», en tanto que una empresa sin problemas puede mantener dos líneas editoriales diferentes (El Punt Avui y La Razón en España me sirven de ejemplo; Avui, de paso, como ejemplo de medio apoyado no por los consumidores, sino por el gobierno -autonómico, en ese caso-); negocios son negocios.
Así que en principio la adquisición de Epensa por parte de El Comercio -sin importar si la familia Agois mantiene o no el control editorial- no necesariamente limita la libertad de prensa-empresa; al menos no en abstracto. Más teniendo en cuenta que no hay tanta diferencia ideológica entre los medios que cada uno controla(ba).
Hace bien el editorial enlazado al recordar que en principio una posición de dominio -aunque exagera en decir que dicha posición viene gracias a la libertad del consumidor, entramos nuevamente en una pescadilla que se muerde la cola- no está «penalizada», sino que es el abuso de la misma lo que se persigue. En este sentido el mantener a la familia Agois sí que puede significar un «gesto» en favor a una apariencia de que no se abusará de esa posición.
Se equivocan de lleno, en cambio, cuando aseguran:
«El artículo constitucional que prohíbe el “acaparamiento” de medios está pensado exclusivamente para la radio y la televisión […]»
Te puede gustar menos o más ese artículo, puedes «creer» que se hizo pensando en la radio y la televisión -que es lo que luego se ha desarrollado en la Ley nº 28278, Ley de Radio y Televisión-, pero eso no significa que el precepto constitucional solo se refiera a estos dos medios, literalmente el art. 61º de la carta magna establece:
«El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares.»
No cabe decir que la Constitución Política solo se refiere a la televisión y radio cuando: a) el precepto es abierto («y los demás medios de expresión»; y b) menciona primero «la prensa». El argumento, mantenido por El Comercio y refrendado por otros constitucionalistas, de «en la televisión y radio hay un espectro limitado y para la prensa no hay límite» no se sostiene más allá de que, evidentemente, lo que urgió regular es lo que resulta limitado de partida (radio y televisión por señal abierta; mas no las que van por satélite o cable o Internet u otros medios, por cierto). ¿Puede haber acaparamiento en la prensa escrita? Claro que sí, aunque sus límites y formas sean más difusas que con las señales abiertas y reguladas de televisión y radio.
Quiroga, como el editorial de El Comercio, insisten en la idea de que una regulación sería, per se, mala, para ello recuerdan o modelos fundamentalmente presentados como negativos (los seguidos por países de nuestro entorno recientemente) o recordando que la libertad de prensa y expresión no pueden tener censura previa… ¿Acaso solo cabe ese aspecto negativo? ¿Están diciendo que en radio y televisión ya vivimos con censura previa? Incluso, aplicado a este caso una prohibición para la concentración, solo evitaría la compra de acciones, no afectaría a las familias que controlan las líneas editoriales (los Miró Quesada y los Agois), con lo que la situación para el lector y las fuentes de información no variaría.
Pero la censura no es la única forma -como deja patente nuestra propia legislación para radio y televisión- y los de nuestros vecinos latinoamericanos los únicos modelos contra la concentración de medios, yendo a un país que normalmente ellos ponen de ejemplo, nadie habla de censura en Estados Unidos por la prohibición de que una misma empresa tenga dos diarios en el mismo mercado (si aplicamos la regla de Bush -en suspenso actualmente-, solo en Lima podría venderse a la vez El Comercio, Trome, Correo y Perú21, en el resto de mercados, nada de nada; y sin esa regla, ni en Lima podrían venderse a la vez).
El que una sola empresa controle tanto en el mercado de la información sí es preocupante (y lo sería igual si ese grupo fuera La República), no solo por su ya mayoritaria presencia en la prensa escrita, sino porque es propietaria (mediante Plural TV, corporación en que está junto con La República) en América Televisión en señal abierta (el canal más visto).
Al final lo que tenemos es una falsa pluralidad de medios (varias cabeceras de muy pocas empresas), generando un falso consenso («si lo dicen -casi- todos», cuando «todos» en el fondo es solo uno; es como cuando en un foro en Internet alguien se crea varias cuentas para que parezca que muchos apoyan su idea, siendo siempre el mismo), esa es la parte negativa de todo el asunto, o del crecimiento «sin límite» de una sola cabecera (ojo, acá El Comercio no creció gracias al periódico con ese nombre, sino al haber sacado otros formatos con otros públicos objetivo, pero en el fondo es el mismo contenido).
Llegamos ahí a los difíciles equilibrios, si se queda solo o fundamentalmente solo El Comercio, él impondrá la agenda y la opinión, no hay libertad de información cuando, en el fondo, solo uno informa, aunque lo haga con muchos nombres. Ah, sí, el mito del libre mercado, ¡como si fuera tan fácil!
*Llamar a eso «asociación» es equivocar los términos. Alianza Familia Miró Quesada – Agois puede, pero ¿asociación de Epensa con El Comercio? Compra, adquisición… ¿O Epensa ha comprado parte relevante de El Comercio a su vez? ¿O se ha hecho sin acciones? No, ha sido compra.
**En ese sentido es fundamental para los medios impresos o digitales, cuando quieren ser alternativos de verdad, busquen la manera de que la publicidad sea un refuerzo, no el fundamento del negocio. Eso pasa en algunos medios como Diagonal, El Libertario, La Marea e, incluso, El Diario.
En Argentina, Kirchner esta luchando con el poderoso Grupo Clarin, pues ese grupo tiene mucho poder y monopolio de la prensa .
Aqui en Peru el monopolio lo tiene el Grupo El Comercio.
En resumen, la concentracion de medios, no es bueno para una democracia.
Canal N, canal 4, el trome, peru21, diario gestion, diario el comercio, red de diarios Correo, etc, etc, pertenecen a ese tremendo grupo El Comercio.
Eso es libertad de prensa?