Fuerza Social se presentaba como socialdemócrata e izquierda liberal (¡menudo oxímoron!), esa suerte de «centro izquierda» que tira al «centro», como la cabra al monte. Ni sus colores eran los carmesís, ni querían que lo fueran: eran una alianza variada con el partido de la lideresa en el centro de la descentralización. La derecha, tan abundante y llena de caras como está, nunca terminó de abrirle los brazos, más bien ninguneó a FS (por otro lado, normal teniendo en cuenta los resultados electorales previos). A la izquierda encontró algunos amigos -tampoco vamos a exagerar en su cuantía o capacidad movilizadora de voto- y por esos lances del destino la alianza y el partido consiguió colocar a una persona al frente de la Alcaldía de Lima, ni más ni menos, venciendo a la candidata de UN (que, al igual que la de FS, previamente había sido candidata presidencial). Ni bien la reina verde era coronada, le salieron revocadores hasta debajo de las piedras. No pudieron con ella -Susana Villarán recibió apoyo de sectores que no habían votado por ella, el enemigo del enemigo es tu amigo-, pero con sus «rojos aliados» sí, (casi) todos cayeron. Pero toda esta historia ustedes ya la conocen. Mientras tanto, el JNE canceló la inscripción de FS por sus resultados electorales a nivel nacional (junto con otras once formaciones).
Los viejos aliados izquierdistas de Humala (que eran, en todo caso, bastante nuevos) dieron un paso al costado (obligados) y se dieron cuenta que Ollanta Humala, el presidente de los indignados y pobres, no era más que otro cordero de la oligarquía económica del país, que prefería aliarse con los electoralmente vencidos en tanto que ellos tienen el poder, con o sin urnas, en el país. ¿Para qué andarse enfrentando con medio mundo para transformar el país en favor de los desfavorecidos si es mucho más fácil gobernar con los mismos de siempre? En fin, que todos esos antiguos amigos, más o menos organizados al rededor de un fuego fatuo de promesas incumplidas, buscaron nuevos aliados. Figuras que permitieran articular, entorno a un programa, todo ese entramado de las mil y un izquierdas, donde tenemos más siglas y corrientes que partidarios y militantes. El fuego lo prendió FS junto con otros pesos pesados, algunos de ellos con más buenas intenciones que militantes, otros más seguidores que organización, y otros, bueno, otros también aportaron lo suyo.
Pero esa alianza no ha gustado a todo mundo. Mucho menos al saber que FS se presentaría a estas elecciones repetidas y parciales (solo para 22 regidores) con las siglas de otro movimiento. No podemos olvidar que FS ya no tiene inscripción en el JNE, así que o se apuraba demasiado (gastando recursos que no tiene y tiempo que le faltaba) para inscribir «algo» o tiraba por la calle de en medio y aprovechaba la inscripción de un nuevo aliado, algo que para nada es nuevo en nuestra política (si es que hasta cuando el Partido Nacionalista se presentó por primera vez lo hizo con la inscripción de otro).
Ahora Juan Manuel Velarde, conocido básicamente por haber sido el personero legal de FS, dice que se va de la alianza recién nacida, que él con rojos no se junta (no es literal, pero casi); y avisa que hay todo un sector en FS que anda más enfadado que Alan García cuando alguien se le cruza en una manifestación. Este sector, según Velarde, quiere formar un nuevo partido, tal vez de nombre «Frente Social», y se reconoce como «una izquierda liberal, pero reconociendo al mercado y a la inversión privada como motores». Señor Velarde, amigos que se «abren» de FS, si ustedes se ven como liberales, si aplauden con las orejas el mercado, si ven motores donde hay cadenas, por favor, evítense el bochorno de autonombrarse izquierdas. Denostan y denigran a todo el que está a su izquierda, que son la gran mayoría (si no todos) de los que no se consideran directamente derecha.
Lo sé, no soy nadie (literalmente) para repartir carnés de izquierdistas, pero si ya los socialdemócratas de la tercera vía tienen tan pero tan poco de las izquierdas (y miren que lo voy a poner en plural, reconociendo que las hay de todos los colores y sabores), ¡imagínense los que directamente se clasifican de liberales! Sí, entiendo que lo hacen en un sentido más a lo gringo, con el referente del Partido Demócrata; pero es que, amigos, dejen de creerse la propaganda de Fox News, el PD no es un partido izquierdista, nunca lo ha sido (¡sorpresa!). El único en el Congreso estadounidense que se considera realmente izquierdista (socialdemócrata encima) es aliado, pero no integrante del PD.
No sé hasta qué punto esto no es más que una bajada de un barco que se hunde (la alcaldía de Lima, en términos prácticos pasará a manos de la oposición, por más que Susana Villarán siga al frente), o realmente estamos ante otro caso de «odio lo rojo» tan usual en Perú, donde comunista sigue siendo sinónimo de terrorista. Si es que la prensa funciona.