Ni es ni quiere serlo. Estos días volvió el debate con fuerza: ¿es Humala un izquierdista? (véase por ejemplo las columnas de Sifuentes y Tanaka). Pues no, no lo es. Él viene diciéndolo desde hace tiempo, e insistiendo en esa idea. Hacerse aliado electoral de algunos que sí lo son no le volvieron más que eso, un aliado (nada, acá no vale tanto el «dime con quién andas y te diré quién eres», sobre todo cuando las compañías son variadas, dispersas y fugaces). Ahora sus principales aliados son otros, y están todos a la derecha del espectro político (a los antiguos amigos ni el pan).
El profesor Tanaka argumenta:
«Pero la explicación podría ser simplemente, otra. El gobierno se entiende mejor como uno más bien sin proyecto, en el que se desarrollan iniciativas paralelas, que avanzan con una lógica de ensayo y error, que coexisten y que eventualmente se enfrentan, en donde en ocasiones unas ganan y otras pierden, pero nunca de manera definitiva. En este contexto, dentro de Interior y Defensa hay una multitud de facciones en pugna, con objetivos diversos, unas más institucionalistas, otras más militaristas. Si las cosas son así, los ministros Jiménez, Pedraza y Cateriano son aliados potenciales a los que habría que fortalecer, no debilitar, para efectivamente aislar sectores militaristas dentro del gobierno, que seguramente existen.»
Mientras tanto, Sifuentes dice:
«A punto de cumplir los dos años, queda claro que el gobierno de Ollanta Humala no es de izquierda ni derecha, sino todo lo contrario. Es un gobierno con reflejos claramente autoritarios y conservadores. Existe algo así como una inercia democrática liberal en algunas instituciones pero eso es parte del piloto automático.
Apenas hay que tomar decisiones, salta el cuartel, el pensamiento militarista que no es necesariamente de izquierda o derecha pero sí que es conservador. Un pensamiento que no admite el peso de la evidencia, que solo se escucha a sí mismo, a sus propios prejuicios, y que no admite que nadie más tenga la razón.»
El gobierno de Ollanta Humala no es «neoliberal» (ortodoxo liberal, si se prefiere), pero eso no significa que no sea de derechas. Esto es: hay muchas derechas, no solo la liberal. De izquierda no le queda nada (¿las políticas sociales?, asistencialismo básicamente, y no toda política social es de izquierdas, además; ¿nacionalizaciones?, una nacionalización, en sí misma, no es una política necesariamente de izquierdas), pero es que en origen poco tuvo de dicho espectro rojo. Humala siempre se ha definido como nacionalista, algo superior a izquierdas y derechas, y se compró el discurso corporativista propio de uno de los históricos enemigos de la izquierda. Otro día ya me metro con los nacionalistas, pero cuando niegan la lucha de clases (y apelan a la armonía por el bien de la nación), cuando niegan que haya sistemas de producción -como el capitalista- que son propios de la derecha, lo que niegan es ser de izquierdas.
¿La «Gran Transformación»? No puedo olvidar algo que escribí en la campaña electoral: la clara apuesta por el capitalismo de Ollanta Humala y su equipo bajo la nomenclatura de «Economía Nacional de Mercado» debería descartarlo como un proyecto de la izquierda transformadora.
Una de las bases de la izquierda está, justamente, en la emancipación de la clase trabajadora, debe encontrarse en acabar con las formas sistemáticas de dominio, y apostar por el capitalismo, en cualquiera de sus sabores, es olvidar o relegar ese objetivo para siempre. Mantener el modelo económico, aunque con retoques más o menos socialdemócratas, no deja de ser una postura favorable «a lo que ya hay», que en el caso del Perú es la derecha. Nuestro sistema constitucional, en toda su extensión, así como el económico, perfilan una política básica de derechas, el no querer cambiarlo es una apuesta por la derecha de toda la vida. ¿Que no es liberal ortodoxo? Vale, pero sigue siendo derecha.
Normalmente los que dicen no ser «ni de derechas ni de izquierdas» se encuentran en la derecha; justamente porque no se distancian del modelo de producción que mantiene un sistema de dominación y opresión. Y cuando no hay un proyecto claro -algo que admito en este gobierno- pero todos los integrantes son fácilmente encajables en políticas de derechas (sean o no liberales) no podemos decir que el gobierno no sea de derechas. Por más que esté lleno de contradicciones, estas se dan dentro del espectro de las derechas, no entre derechas e izquierdas.
No bailamos (como pudo ser el primer gabinete de Humala) entre un supuesto equilibrio entre derechistas e izquierdistas (que siempre jugó a favor de una visión de mercado de la economía y que acabó como acabó más bien pronto), sino entre dos formas claras de derechas. Cuando se suele argumentar que el gobierno funciona en piloto automático en determinadas áreas (como la económica) se olvidan que una postura ideológica fue, justamente, dejar el rumbo previo activado. Vamos, que ya hay una decisión en favor del modelo capitalista cuando se decide no cambiarlo o tocarlo.
Aunque desde una perspectiva emancipadora determinadas políticas serían contrarias a la izquierda, vamos a asumir lo que hemos visto en la historia: la izquierda no siempre ha sido progresista o antiaturitaria (porque, entre otras cosas, muchas veces hemos sido increíblemente contradictorios). Aún hoy algunos países fuertemente izquierdistas mantienen políticas sociales conservadoras (sobre todo en relación a los homosexuales, como sigue pasando en Guyana). Así Sifuentes nos presenta un ejemplo claro de su crítica sobre el gobierno: servicio militar obligatorio; al mismo le añadiré el reglamento homofóbico de la PNP. Para el periodista multimedios (y multimedia) queda claro que Humala está en ninguna parte, pero siempre desde el espectro conservador (así, dentro del gráfico de Nolan, estaría en la derecha autoritaria). ¿Por qué seguir insistiendo que no es de derechas ni de izquierdas cuando sus políticas mayoritariamente son de derechas?
Los ejemplos que tenemos del SMO y del reglamento de la PNP y similares, que ilustran bien ese fuerte conservadurismo, son tomadas dentro de ministerios dirigidos por liberales, los cuales no dimiten al firmar las mismas. Tanaka comenta que existe toda una pugna dentro de los mismos y que por eso salen algunas medidas como estas. Pero no creo que esos liberales (con pensamientos institucionalistas sobre los militaristas de otros grupúsculos) no son solo de derechas en lo económico, sino conservadores también. Vamos, que el gobierno no se está rodeando de esa «derecha progresista» (permítanme la contradicción en sus propios términos), sino de distintos sabores de la derecha socialmente conservadora (la que más abunda en el país, por otro lado), puede hacer una que otra política más o menos izquierdista (una golondrina no hace el verano) pero las acciones del gobierno, en su conjunto, son claramente de derechas. La pugna se encuentra, más bien, entre qué derecha dentro de los aliados del gobierno. Como con Alan, Toledo, Paniagua y Fujimori. Y Belaúnde Terry. Y Morales Bermúdez…
Las izquierdas están en otro lado (por cierto, les recomiendo «JDC o lo que perdimos en los últimos años (II Parte)» de Carlos Mejía).
(Y hablando de conservadores, Marco Sifuentes usa la reciente frase del presidente -para criticar a trabajadores de la construcción, además-, tal vez en eso es lo único que Humala se asemeja a los Evo o los pro-Chávez, en esas burradas propias de un pensamiento conservador en cabezas mal amuebladas.)