Ya tenemos dato de la EPA del primer trimestre del año, como se esperaba, otro desastre. Y se esperaba, claro, por más que en el gobierno hablen de que se están «invirtiendo las tendencias», que la destrucción de empleo «disminuye». A mí me cuesta ver esos dos extremos. Sube el desempleo, baja la tasa de actividad (población en edad de trabajar que busca activamente empleo o ya está ocupada), baja la tasa de ocupación (que no sirve de mucho, pero ahí la tenemos), es que por bajar, sigue bajando la población entre 16 y 64 años (con la que Eurostat juega; algo que ya no tiene sentido cuando se quiere forzar la jubilación a los 67), pero esto último es lógico por tres fenómenos paralelos: el envejecimiento de la población española, el aumento de la emigración (de residentes en general, sin olvidar que el propio gobierno ha invitado a salir a los inmigrantes) y el parón en la inmigración (que se nota desde el 2009… al punto que hoy en España hay 683,5 mil personas menos en edad de trabajar con respecto al primer trimestre de 2009).
En España el empleo (y con ello el desempleo) es fuertemente estacional (más que en otras economías desarrolladas), si nos fijamos en la variación intertrimestral vemos que se ha destruido más empleo que lo que desapareció en el último trimestre del 2012, pero es que este dato se repite todos los años (todos, hasta los buenos). Así que el número interesante es la variación interanual (que pueden verla en el gráfico), ahí no se ve una tendencia clara en disminución, salvo que siempre tomemos de referencia el nefasto primer trimestre del 2009 (ya había terminado de explotar la burbuja inmobiliaria), pero este dato es peor, por ejemplo, que el interanual de 2011 (aunque mejor que el de 2010 y 2012). Hay un mantenimiento de la destrucción continua de empleo, de la bajada de la tasa de actividad (59,68%, hace un año era de 59,94%) y de la tasa de ocupación (55%, que no vale de mucho, pero es curioso que siga bajando a pesar que la población en edad de trabajar también haya descendido -e imagino que mucho de los que se han ido eran desocupados-).
En el 2011 también nos intentaron vender que todo los recortes de 2010 (contando la reforma laboral) traían consigo una inversión de la tendencia negativa del paro, pero era un pequeño oasis, pan para hoy y hambre para mañana, como ha pasado con las reformas actuales.
Nos venden la reforma laboral (de la que por acá hablo mucho, contando un librito) de dos formas contradictorias, por un lado se insiste (sin datos que lo sustenten) en que sin ella se habría destruido más empleo (¿¡más!?), a la par que nos recuerdan que veremos los efectos de la reforma cuando comencemos a crecer, con un empleo más estable y mejor…
Cuando crezcamos se va a crear empleo, eso no es discutible (con o sin reforma), que sea más estable es más bien difícil si no se cambia el tejido productivo (algo que insisto mucho por acá, da igual si tu contrato se llama temporal o indefinido, si la producción es tan temporal como en España, el empleo que se cree y destruya también lo será), además, la reforma ha apostado por precarizar como medio de «mejorar» la posición de las empresas españolas de cara al exterior (abaratando costes y permitiendo que se abaraten), mejor de lo que teníamos no será.
Incluso podemos decir que si la reforma pretendía aumentar el empleo dentro de las pequeñas y medianas empresas (y de ahí unos tipos contractuales específicos que le daban más facilidad de pagar menos) parece que no está funcionando del todo, cuando la tasa de salarización ha bajado (81,83%, 1% menos que el primer trimestre del 2012, teniendo en cuenta que en el primer trimestre del 2011 la tasa era del 83,3%), tampoco hay reflejo positivo en todos los grupos que ahora tienen contratos más bonificados (aun más, quiero decir) o condiciones de semiesclavitud (tasas de paro de 16 a 19 años: 75,85%, de 20 a 24 años: 53,65% y de 25 a 29 años: 35,92%, todos han aumentado más de seis puntos si los comparamos con el último primer trimestre del PSOE gobernante, que ya eran datos aterradoramente malos).
La verdad es que yo esperaba un comportamiento mejor en determinados colectivos tras los últimos incentivos aprobados (esto es, no esperaba un aumento del empleo neto, sino que el efecto sustitutivo tuviera una mayor fuerza), pero claro, por lo visto ha ganado el que gente con más experiencia esté en el desempleo (digamos que con lo que antes se contrataba a alguien sin experiencia ahora se consigue a alguien con varios años de experiencia).
Pero vamos a lo que importa: Si la economía sigue cayendo (que va acelerando nuevamente dentro de la crisis, fuera del pequeño respiro de hace no tanto tiempo), ¿cómo pensaban que sería el dato de desempleo? Si las administraciones se dedican a recortar (no hay otro nombre, no están optimizando un carajo), ¿qué esperaban que pasara? Claro que iba a seguir aumentando el desempleo (hace unos meses dijeron una de las chorradas más grandes, que si se descontaba la destrucción de empleo desde lo Público, el dato no hubiese sido tan malo, ¡hombre, claro!, y si descontamos lo de la Construcción, 2008 fue un buen año, la economía es un todo, también lo público).
Este aumento del desempleo genera una bajada del consumo, y esta bajada genera, a su vez, una contracción en la producción, lo que «crea» desempleo. Y si así está todo tu entorno económico, pues o te inventas salidas o no puedes esperar que una política procíclica (lo que se hace desde el 2010) genere empleo cuando el ciclo es de caída.
Ahí Keynes lo tenía claro: Metes dinero para incentivar el consumo, que debe generar una cadena de valor mayor al dinero inyectado, es la cadena de «producción de trabajo» frente a la «destrucción de empleo». Claro que no es una varita mágica, y ese dinero hay que obtenerlo de algún lado y, con ello, pagarlo. El problema es cuando se hace todo mal junto, se mete dinero en la banca para que esta no se caiga (por su efecto dominó), con la esperanza que esto dé liquidez a la «economía productiva», pero ahí falla el salto de fe dado por los gobiernos, a la banca le importa tres pepinos que se produzca más o mejor, no son entidades inversoras de forma caritativa, si pueden especular con la deuda de un Estado lo harán antes de dar dinero a una empresa, por muy solvente que esta sea o parezca, es mejor negocio lo otro. Si, a la par, no arreglas la inestabilidad en el empleo, la banca (como sistema) no tiene ni el más mínimo incentivo para prestar a los particulares, con lo que, nuevamente, tienes poca liquidez y un consumo que se contrae. Perfecto, se ha metido dinero a un sistema que no lo ha hecho circular como (ilusamente) se esperaba (estoy seguro que no esperaban que ese plan funcionara, se ha hecho un Robin Hood invertido).
El plan B está en los planes de fomento directos, algo como lo que se hace con el campo para que no desaparezca (sí, la PAC no deja de ser una subvención que mantiene todo un sistema productivo que sin la misma no existiría, para lo bueno y para lo malo), en otros sectores (en algunas industrias se ha mantenido el «meter dinero»), nuevamente, puedes hacerlo bien y con un plan a largo plazo o hacerlo increíblemente mal. Nuestros políticos optan por lo segundo, claro. El llamado Plan E y la nefasta idea de los cuatrocientos euros eran una forma de reactivar la economía que salió terriblemente mal, el Plan E por la falta de planificación real y lo de los 400 euros por forma y fondo (fue una mala idea desde tantos puntos de vista que sigo sin entender cómo lo aprobaron), fue mala idea también el plan que incentivaba la construcción y rehabilitación, que ahora el Partido Popular vuelve a intentar (mucho más ambicioso que el anterior, eso sí), porque esos planes centrados en un sector hiperinflado y burbujeante que explotó no van a rescatar nada, como mucho aminoran temporalmente la destrucción de empleo, pero muy temporalmente (esperemos que el nuevo plan, que es más ambicioso, funcione en el largo plazo, la verdad).
Lo único que más o menos ha funcionado es la ayuda al sector del automóvil y otros vehículos (tanto con este como con el anterior gobierno), el dinero que se invierte (por parte de la nada invisible mano del Estado) se ve multiplicado de forma positiva tanto interna como externamente (es de los sectores que ahora exportan), básicamente esas ayudas han permitido que todo el sector no desaparezca (aunque siga despidiendo gente).
En el fondo, o se mete dinero para que se cambie realmente la estructura productiva del país o está condenado a vivir de burbujas, de explosión en explosión y, lo que es peor, de forma más sensible a las crisis y temporadas que otros países desarrollados, porque la crisis se sufre de forma doble (al ser tan dependientes del turismo, y deben ponerle velas a los santos que trajeron las primaveras árabes).
Y si la única salida que tiene nuestra clase gobernante es abaratar el empleo (lo que vienen haciendo las últimas reformas), lo único que tendremos es un peor empleo, pero no más. Si el modelo es ser la próxima China de la producción, se equivocan nuestros gobernantes de cabo a rabo, y habrá que plantearles aun más cara. La salida no puede estar por ser «productores baratos»…
Esto es como cuando nos sacan los números de la balanza comercial española, es cierto que las exportaciones crecen (y en algunos sectores que tienen ayudas estatales, como el automóvil), pero la mejora sustancial viene de que las importaciones caen bruscamente, la variación interanual de diciembre 2012 fue de 4,6% para las exportaciones, mientras que fue de -11,5% en las importaciones; además, España no se está comportando de forma muy diferente a la zona Euro, esto es, no está haciendo algo especialmente bien que destaque frente a los compañeros de viaje y crisis, así el incremento de las exportaciones españolas durante 2012 fue del 3,8%, la media europea fue de 3,7%.
Sobre reformas que crean o destruyen empleo
Me estoy alargando mucho más de lo que tenía pensado (por suerte no tengo número de caracteres, aunque sí la paciencia de los escasos lectores), suelo decir que las reformas (como la que hicieron) no crean ni destruyen empleo (no, no compro el argumento de que por culpa de esta reforma o la anterior se esté destruyendo más trabajo, igual que no está aminorando la caída del mismo)… Pero hay algunas que sí lo hacen, por ejemplo, las que afectan al tiempo del trabajo.
Esas reformas por sí solas no «crean empleo» sino que fuerzan a distribuirlo de una manera distinta a lo que se tiene, lo que a su vez permite distribuir el capital dispuesto para consumo; una de las razones por las que en España se puede vivir con esas alucinantes tasas de desempleo es porque existen ingresos -de origen contributivo y no contributivo- que distribuyen la riqueza (pienso en el subsidio de desempleo, alargado de forma artificial, y de otras rentas básicas que se han ido aprobando y poniendo en marcha), lo que permite mantener unos niveles mínimos de consumo (hasta para que se mantenga el bar y la panadería del barrio) y que no termine de colapsar la economía, pues bien, algo parecido se puede hacer con las rentas del trabajo distribuyendo lo poco que hay.
El empleo es de demanda derivada, depende del consumo (interno y externo), que es quien fija el nivel de producción (el empleo es un factor de producción), y no un número fijo en personas (por eso los racistas se equivocan de tantas formas al pretender que se expulse gente para mejorar las tasas de empleo, sin tener en cuenta que la tasa de desempleo de los españoles es del 25,11% frente al 39,21% de los extranjeros), si se distribuye mejor el número de horas de trabajo existente (entre más personas) el consumo total no se reciente ante una bajada del ingreso individual de algunas (puesto que supone un aumento del ingreso individual de otros), esto es, se compensa mejor.
En la gran crisis anterior se incentivó especialmente la jubilación, para sacar del mercado de trabajo a unos y meter a otros, aumentando, en ese tiempo, la cantidad de gente con rentas (unos por el trabajo recién conseguidos y otros por la jubilación recién ganada, que es inferior -la suma de las dos rentas- a tener a ambos trabajando, pero mucho mejor que solo tener a uno laborando), ahora podrían tener una solución algo más creativa y aumentar el número de personas trabajando, el coste unitario de trabajo no subiría, igual que no debería variar la cantidad de renta global obtenida por trabajo, pero esa mejor distribución del empleo sí daría consigo un aumento del consumo (mayor confianza en la propia economía), no un gran aumento, pero menos da una piedra… y ya habría menos excusas de los bancos para no dar créditos a los particulares por carecer de trabajo, así como menos problemas con impagos (aunque puede traer una disminución del consumo en bienes de lujo y en el ahorro, el cual no es precisamente un problema en este momento). Sin considerar otros beneficios del aumento del tiempo de descanso (ya señalados por Russell).
Lo increíble es que la reforma laboral permite justo lo contrario (aumento del número de horas de trabajo sobre las fijadas en convenio sectorial). Algo que no se está produciendo (no masivamente), pero tampoco es positivo (son pocos los sectores donde se puede aumentar sensiblemente el número de horas, también es cierto).
Unas palabras finales todo tienen que ver sin tratar directamente del desempleo
A veces no sé por qué me detengo a pensar en estas cosas cuando, en el fondo, sigo pensando que el problema está en la distribución y control de los medios de producción, y no solo de España, sino de todo el mundo. Que cualquier «arreglo» que hagamos acá, cualquier mejora, supone la explotación de otras personas para mantener dicha mejora, no hay que olvidar que el Estado Social se mantiene en unos países gracias a la explotación y división internacional del trabajo, ¿para qué luchar por esas mejoras si todo debería caer? No es que quiera que cuanto peor, mejor, sino que estos momentos de «mirar un país» son contraproducentes, en el fondo, con una mirada global del problema.
De todas formas, a pesar de lo que acabo de decir, países con tejidos productivos como España deben cambiar si quieren mantenerse con tasas de empleo decentes y constantes (con esta división del trabajo o cualquier otra).