Qué es peor: Tener un incompetente ciego o tener un corrupto cínico. Esa es la duda que me corroe todos estos días con las distintas informaciones que salen sobre el tema de la corrupción entre (ex) dirigentes del Partido Popular de España. El ex-tesorero, al que no echaron, sino que se fue por su propio pie pero mantuvo prebendas (despacho, carro oficial del partido, abogado pagado por la formación…), por el que el actual presidente del gobierno puso la mano en el fuego (a medias, a su estilo, «no podrá demostrarse que no es inocente»), se sigue hundiendo, ahora pillado con muchos millones (que, como mínimo, suponen fraude fiscal), y muchos otros políticos, implicados o no en el caso Correa, ven cómo sus ingresos no cuadran con sus gastos (entre ellos el mismísimo presidente de la comunidad de Madrid). Salen ahora diciendo que no les temblará la mano, proponiendo incluso una suerte de «Asuntos Internos» para estos temas, los mismos, los mismos (repito) que eliminaron la fiscalía anticorrupción, los mismos que hace más de 3 años calificaron este mismo caso como un montaje contra su partido, ahora quieren reaccionar para «limpiar» el partido (¿por qué no lo hicieron hace ya años?), los mismos que conocían la corrupción, incluso que ahora dicen que le plantaron cara en su día (2009 nuevamente), que no la denunciaron, quieren presentarse como limpios y limpiadores.