¿Es posible un chavismo sin Chávez? Esa pregunta ronda muchas cabezas estos días, algunos se apresuran a contestar que no (rezando a todos sus dioses para que su intuición no falle) y otros que sí (poniendo de ejemplo las recientes elecciones regionales donde Chávez no ha participado casi nada, obviando el hecho de que Chávez sigue ahí y se ha apostado por su continuidad). Personalmente no estoy tan seguro de ninguna de las dos opciones. Por un lado Chávez ha conseguido un poder cercano al de un rey absolutista, en todos los niveles posibles hay chavistas al mando (sean o no electos), y estas elecciones han dado un buen ejemplo de esa fuerza, pero por otro es un movimiento muy personalista, el punto de referencia no es una ideología (el propio Heinz Dieterich se apartó del chavismo ya hace años), no es un cuerpo normativo (no es la constitución, mucho menos tras fracasar el referendo de hace unos años), es Chávez, es su discurso (¿esperanzador? sin dudas), es su dirección, su mando. Venezuela es un feudo de ese hombre, que se dedicó por años a cortar cuanto debate interno surgiera, a impedir figuras emergentes y aglutinantes. Ahora ha nombrado a un sucesor (porque puede) pero tal vez sea demasiado tarde. Lo único que une a los chavistas es el poder, y el poder es Chávez.