«En realidad, esa división entre izquierda y derecha es algo del pasado. Terminó con la caída del muro de Berlín.» Ollanta Humala
Humala, el presidente de Perú, no se reconoce como alguien de izquierda. Más aun, según él, existe una categoría que se define por sí sola («nacionalista») y que la distinción entre izquierdas y derechas no tiene sentido tras la caída del muro de Berlín (ni un día antes, ni un día después). Nunca entenderé por qué la izquierda lo tomó como el caudillo con el que se podía llegar al poder. ¿Y ya ven los resultados? La izquierda no gobierna, se le desconoce, gobiernan los mismos que antes, el discurso transformador (o al menos así se presentaba) se ha vuelto en «mantenedor» del statu quo. Aun no entiendo cómo Diez Canseco y otros congresistas se resisten tanto en abandonar la bancada oficialista.
Nadie se puede sentir traicionado por Humala. Nadie. Él nunca se ha reconocido como izquierdista, menos como socialista o comunista, no digamos ya como libertario, palabras que ni siquiera entiende. Ollanta ya había dejado claro en el pasado que él de izquierdista no tenía nada, defendiendo esa visión unificadora del nacionalismo que jamás termina de definir o perfilar, no le conviene, no apela a la razón, lo hace al corazón, a sentimientos ficticios y construidos, no a discursos lógicos (sea el camino de la izquierda, sea el de la derecha).
Eso sí, Humala asegura que de derechas no es. No sé cómo se come eso de decir que no hay derechas e izquierdas y a la vez asegurar que de derecha no es… Hay una confusión clara en sus palabras, como quienes se confunden pensando que nacionalizar es socializar, que estatismo es socialismo. Así Humala, desde el nacionalismo, en realidad se levanta contra un tipo de derecha, la neoliberal, contra los «efectos perversos de la globalización», que más de una vez ha dicho… Ya, claro, se queja de ese neoliberalismo pero corre a Davos a vender el Perú y los peruanos, «animarles a que inviertan», dice él. Humala declara:
«La idea que yo tengo del nacionalismo no tiene nada que ver con lo que sugieren los movimientos nacionalistas europeos. Nos encontramos ante realidades muy diferentes. Mientras en Europa es de día, en Sudamérica es de noche; mientras allí es invierno, aquí es verano. En Europa, el nacionalismo contribuyó a la división y el enfrentamiento, generó incluso dos guerras mundiales. En el caso de los llamados Estados emergentes, nuestro nacionalismo trata de integrar la realidad del Estado, y también las relaciones con el resto de los países de la zona.»
Y esto nos recuerda, otra vez, a ese discurso transversal, interclasista y antiimperialista que ya leíamos en los primeros textos del APRA,donde la lucha de clases, aunque mencionada (como Humala menciona la Justicia o Inclusión Social, así, con mayúsculas iniciales), deja de ser importante, donde la integración latinoamericana es una prioridad para reafirmar la soberanía antiimperialista.
El nacionalismo siempre será divisor, se basa, finalmente, en diferenciar a ellos de nosotros, sobre unas fronteras ficticias y unas construcciones sociales elevadas a «Institución Natural». Además que dicho discurso trae consigo algunos otros aun más peligrosos: Las ideas del «espíritu» y el «interés» nacional y la necesaria sintonía interclases (con lo que jamás se irá hacia su desaparición). Por no hablar de la justificación del Estado desde un punto de vista de Estado-nación, de la personificación jurídica de esa Nación imaginaria.
Y ya cuando habla de «regalos de Dios» en relación a recursos hídricos y mineros y que eso se desprende de su visión nacionalista resulta todo, cuanto menos, confuso.
Excurso: Por cierto, el plan económico de Humala ya se alejaba bastante de una izquierda socialista o comunista, Ollanta no dice nada nuevo al no reconocerse como izquierdista.
feb11Diego Si bien los siduibsos cruzados podrían contribuir a que los pobres paguen menos, se debería tomar en cuenta que existen muchas familias pobres conformadas por un gran número de personas que viven en una sola vivienda (Por ejemplo los padres y 4/5 hijos). Por lo tanto, en estos casos el consumo es mayor que una familia con mayor poder adquisitivo conformada por 3 o 4 personas.