Desde hace un tiempo la universidad europea va cambiando su camino, desde una perspectiva «académica» hacia una «empresarial» donde la Universidad debe no solo ser «rentable» sino que debe servir directamente a las empresas, esto es, la universidad debe formar trabajadores competentes para las empresas fundamentalmente (con lo cual también se realiza un traspaso de la inversión en capital humano de las empresas al erario, que seguirá sufragando esta educación de una forma u otra), donde la parte, digamos, más «académica» queda de lado. Y esto es palpable desde la Declaración de Bolonia de 1999. Este cambio no solo se ve en las nuevas titulaciones (o en la reordenación de las mismas, donde el componente conceptual cada vez es más pobre, así como el histórico, y ganan lugar los contenidos «prácticos»), sino en el cambio que se está fraguando en la misma forma de gobernar la universidad.
La Universidad (la pública al menos) debería ser lo más democrática posible, ya tiene bastantes problemas por no serlo justamente, por recoger un funcionamiento más bien plutocrático que fomenta la estratificación antes que una democracia horizontal, pero bueno, al menos de una forma somos los integrantes de la llamada «comunidad universitaria» quienes elegimos a los que gobiernan la casa de estudios, dentro de sus mismos niveles. Se está abriendo la puerta cada vez con más fuerza a elementos extraños de la «Universidad», solo justificables desde el punto de vista de «quien paga manda» (tendría sentido la incorporación de otros colectivos, como son los vecinos de las facultades, en tanto que están afectados por las mismas, pero incorporar a empresas privadas porque ponen dinero es «vender» la universidad a intereses distintos a los de la propia comunidad).
Un informe («Borrador Pendiente de Revisión») lleva un tiempo circulando, bajo el título de «Estrategia Universidad 2015. La Gobernanza de la universidad y sus entidades de investigación e innovación» (PDF), nos aclaran desde Estudiantes en Movimiento (PDF) lo siguiente sobre el informe y sus autores:
«El Informe viene presentado por el MICINN, avalado y firmado por la CRUE y realizado por la Fundación CyD. Esta fundación está presidida por Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto y bajo el patronato de grupos empresariales como IBM, Grupo Santander, Telefónica y otros. Además, esta asesorada por un grupo de académicos dirigido por Josep M. Bricall, autor del Informe Bricall, el cual sentó las bases de la LOU.»
Todo el informe sobre Gobernanza es un canto a la liberalización en el peor sentido de la Universidad Pública, un ataque directo a la democracia interna de en las universidades y el fin, realmente, de la autonomía universitaria (aunque se habla de «reforzarla», es difícil entender un cuerpo autónomo cuando las partes del cuerpo no tienen voto realmente, como mucho voz, y quienes al final deciden son externos a ese cuerpo). Se confunde, como tantas veces se intenta, la parte de gestión con la política, una Universidad puede estar muy bien gestionada sin necesidad de renunciar ni a la democracia interna (incluso la escasa actual) ni a la dirección política y académica.
La verdad es que estoy de acuerdo con las críticas que hacen en el «Llamamiento de alarma a la Comunidad Universitaria y a la Ciudadanía» (PDF) realizado por Estudiantes en Movimiento hace unos meses (noviembre de 2010). Que la Universidad necesita una «reforma» y una «modernización» es evidente, pero no se puede confundir «modernizar» una institución científica con volverla una factoría de trabajadores relativamente cualificados bajo mando de las empresas que los demandan, que es lo que pretenden hacer los autores del informe sobre la «Gobernanza…», no se puede confundir «flexibilizar» la rigidez administrativa y de contratación con cambiar el sistema para primar criterios mercantilistas que puedan vulnerar de forma directa la libertad de cátedra de los profesores y que pueda servir como «purgas» de docentes no alineados en la Universidad.
Tampoco se puede justificar todo ese plan dentro de unas «tendencias actuales» promovidas por las empresas multinacionales vinculadas justamente a los autores del informe, esto es, no estamos ante unas «tendencias» en el sentido de que varios expertos se han ido dado cuenta de que así se pueden hacer mejor las cosas, sino de unas multinacionales que mueven a «sus» expertos y presionan a los gobiernos para que estos aprueben las reformas que a ellos les interesa (como pasó en tantos otros sectores económicos y de tanto en tanto nos comemos una crisis a su salud).
El cambio propuesto es profundo: La Junta de Gobierno realmente comandará la Universidad, además de estar integrada por más «externos» a la universidad (dicen que los mismos no deben «representar» a quien los nombra, pero esto es difícil de creer o asumir), así la Junta fija desde la visión y misión hasta los objetivos, y sería el órgano que nombra y destituye al rector (como mucho el Claustro tendrá voz para proponer nombres entre los que la Junta decide), el rector no necesariamente pertenecerá a la Universidad (se elimina su posición como académica-política y pasa a ser un gestor empresarial) y hará y deshará lo que le venga en gana cumpliendo las líneas marcadas, en tanto que los órganos «legislativos» de la universidad perderán valor, al punto que se preferirá los mismos como consultivos y no como lo que ahora son. También se pretende que el rector nombre a los decanos de las facultades y estos elegirán a los directores de departamento, así que tampoco en las mismas habrá lugar para la democracia. Todo esto acompañado de reducir también la cantidad de miembros en los órganos colegiados.
Y ya todo el tema de la financiación es de risa, la Universidad pasa de ser una casa de estudio (al margen de que no debe ser un agujero de dinero) para ser una empresa de formación de trabajadores, o, si eso, de innovación a partes iguales con otras multinacionales, en otras palabras, utilización privativa de los resultados beneficiosos que puedan salir de la Universidad, además de investigar lo que las empresas que pagan quieren y no lo que los equipos de investigación asumen como necesario.
No puede ser que estamos intentando influir en que las empresas se gestionen de forma más transparente y democrática y nos metan un cambio en la universidad que directamente acaba con la ya escasa democracia interna existente, los universitarios pasaremos de ser alumnos y partes de la Universidad a ser clientes, y los profesores pasan de controlar en cierta medida su destino a, en realidad, ser un trabajador más temeroso de que un «gestor profesional» le despida por un tema ideológico.
La pluralidad en la universidad se verá afectada, en tanto que un cambio en la «gestión y gobierno» acabará con las minorías en la Universidad por completo, impondrá un modelo ideológico de miembros externos a la propia Universidad (de las empresas multinacionales que serán quienes paguen), y mal vamos cuando se ponen como ejemplos algunas universidades privadas que no son conocidas por su pluralidad de docentes ni por el respeto o tolerancia a ideas distintas a la dominante.
Un comentario en «Ataques a la «democracia universitaria»»