Caso Caretas: La peor defensa es un falaz ataque

«Luego se dedican a demoler la figura presidencial durante cinco años, y todo el sistema por añadidura, con el consecuente debilitamiento de una ya frágil democracia.» Enrique Chávez

Curiosa la «guerra periodística» montada entre Caretas y una serie de periodistas (no sé si decir sus medios o dejarlo entre esos periodistas) va subiendo de nivel poco a poco, Caretas, como poco, la pifió con su nota, y malamente rectificó, Caretas, y a nadie se le escapa, es el medio favorito en Palacio de Gobierno, y los contrincantes del gobierno actual (y contendientes actuales en la lid electoral) mueven, por su parte, fichas en contra de Caretas y los candidatos que no les son de su agrado, con lo que Caretas responde, nota firmada por el amanuense Enrique Chávez, con un ataque a las personas de libro (lo cual es, en otras palabras y por meter un latinajo, una falacia ad hominem), así ataca a los periodistas que cuestionan el papel de Caretas y sus últimas «pifias».

Este último artículo me ha traído a la cabeza dos ideas distintas, una que viene de la frase citada al inicio de esta entrada, y la otra sobre la transparencia de las agendas de los medios o periodistas – columnistas en concreto con respecto a los candidatos presidenciales, al congreso o lo que toque, esto segundo ya lo traté hace unos meses en «Pregunta abierta: “¿Por quién vas a votar?”», artículo escrito tras la pregunta pública del compañero Chinasklauzz en la no-campaña «Y tú por quien vas a votar», en esa ocasión escribí:

Sobre los medios de comunicación se puede decir mucho, pero comencemos con lo evidente: No son objetivos. Ni tienen por qué serlo. Mientras sean veraces vale y sobra. En Reino Unido (país que siempre se pone de ejemplo por la «independencia», «rigurosidad» y demás de sus medios de comunicación, tanto públicos como privados -descartando los puramente amarillistas, claro-) es incluso una costumbre que los periódicos (no todos) declaren sus preferencias electorales (no solo sus columnistas, sino la línea editorial). Pueden ver una lista con los enlaces a los artículos en que el periódico se posiciona en la Wikipedia en inglés: «Newspaper endorsements in the United Kingdom general election, 2010».
(…)
Aun así, sería más que interesante (y más allá de las notas firmadas) que los medios de comunicación hicieran públicas sus preferencias editoriales, que marcan el contenido de todo el diario (un poco como en Reino Unido).

Ese simple gesto transparenta la agenda del medio (y sus columnistas) parcialmente (no sabremos si apoyan a tal o cual por motivos honestos -ideológicos- o porque quien paga manda, pero esto es otro paso en donde juega básicamente la credibilidad de los periodistas y medios más que otras cuestiones) y nos permiten una mejor lectura de la información y opinión dada en ese medio. Cuando hablo de veracidad, por ejemplo, la «pifia» de Caretas muestra falta de veracidad en la información que pasan a portada (¡ni más ni menos!). Sobre este punto no me extenderé más, está la nota enlazada para eso.

Sobre lo siguiente, esto es, la frase que he citado al principio, solo me saltan preguntas: ¿Criticar a un presidente es criticar el sistema? ¿Criticar el sistema es en sí mismo una forma de debilitarlo? ¿Si el presidente es considerado un peligro o para el sistema o para la propia democracia criticarlo sería lícito? ¿Quién decide eso? Lo que hace el periodista Chávez en esa frase es cargarse su propia profesión, también plantear un postura cobarde con respecto al poder: Mejor no tocarlo.

O es lo que parece cuando, con total alegría, se relaciona criticar una figura pública (a la que se debe fiscalizar) con un debilitamiento del sistema, incluso cuando justamente la crítica se puede realizar bajo un interés real de fortalecer el sistema corrigiéndolo por su base humana, esto es, criticando a quien manda si no lo está haciendo según lo que (el crítico cree) se espera de él dentro del sistema.

Aun así, criticar a una persona que ocupa un cargo no necesariamente es una crítica al sistema, nada que ver, no sé cómo el periodista puede sacar esa consecuencia con total simpleza.

En fin, me parece triste que, al intentar defender al propio medio, no solo se caiga en ataques a las personas (al margen que dichas personas aun les falte «explicar» algunas cosas) sino que se dejen caer ideas más o menos peligrosas, como afirmar que criticar a una persona que ocupa un cargo es criticar al sistema, lo cual es, a su vez, otra falacia.

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