En Perú no tenemos partidos. Tenemos marcas electorales, y posiblemente el APRA (y sin exagerar tampoco), pero no mucho más. Eso sí, tenemos una buena cantidad de caudillos de distintos niveles, hombres-marca que en sí mismos aglutinan votos, y si se juntan varios de ellos bajo un eslogan pegadizo y un par de colores mal combinados, obtenemos lo que normalmente llamamos «partidos políticos». Gracias al chiste de Bayly tenemos un manual para bobos de la política de partidos en Perú del Jorobado de Notre Dame (por algunos conocido como Carlos Meléndez).