Es muy difícil, casi imposible, hacer una oposición real con el tema de los presupuestos, no me refiero a una oposición sobre el gasto a mayores (esto es fácil y concreto), sino sobre los recortes en gastos, te encuentras con una serie de partidas casi imposible de tocar y sobre todo, en las que puedes tocar, los números no cuadrarán, y no lo harán porque, por más extensa que sea la documentación de los presupuestos (megas y megas de texto con cuadros, explicaciones, partidas desgranadas y demás) no se conocen, desde fuera, las necesidades reales de la administración ni la eficacia de la gestión, con lo cual la pregunta del millón es si tal partida de gastos corrientes es o no abultada, y en el caso de serlo, cómo reducirla.
Sin dudas es difícil plantear peros en determinadas partidas, las únicas que se pueden bajar sin afectar a gastos en programas sociales (por ejemplo) o becas, en otras palabras, es complicado plantear un recorte de gasto sin perder la popularidad, o dicho de otra forma, es querer pescar sin mojarse los pies. Es lo que intenta el Partido Popular, anuncia a bombo y platillo que pueden recortar los gastos en los presupuestos generales del Estado en 10 mil millones de euros, pero es incapaz de plantear dicha medida anunciada en sus propias enmiendas al presupuesto, por ello el titular de la situación es: «El PP sólo concreta un tercio de su plan de recorte de gastos», con una entradilla bastante curiosa: «Propone una reducción de 10.000 millones en el Presupuesto de 2010, pero sólo 3.677 aparecen especificados. Plantea un tijeretazo de 2.500 millones en una partida que tiene 1.183 millones». El problema viene cuando se intenta hacer este tipo de oposición, pero solo de cara a la galería, como es el caso.
Es lo que le pasa a un partido que está todo el tiempo machacando en contra de determinados gastos por considerarlos inútiles, pero que son aprobados por ellos (la subvención de 420 euros a quienes pierdan la prestación de desempleo) o pedidos y ejecutados por los ayuntamientos que ellos dirigen (como todo lo que tiene que ver con el Plan E anterior), así que finalmente, son gastos que no pueden recortar (así como el aumento desmedido del gasto en la prestación de desempleo, esa misma no puede ser recortada, es una prestación contributiva, y plantear el recorte es perder, posiblemente, el apoyo de más del 10% de españoles con derecho a voto que cobran el paro), o al menos, que sería muy hipócrita si pidieran el recorte.
Lo malo es que las enmiendas del Partido Popular (PP) no son sinceras, no buscan cambiar el presupuesto realmente, buscan el titular facilón de «el PP puede salir de la crisis con grandes recortes», es lo que tiene ser un partido que gobierna en media España y que es incapaz de aplicar en las autonomías lo que predica para el Estado (salvo porque, efectivamente, el promedio de las autonomías del PP sí tienen un recorte de algo más de un punto y medio, pero también tienen dos de las autonomías más endeudadas, algo que reclaman como muy negativo para el Estado).
Álvaro Nadal, diputado por Albacete y Secretario de Economía y Empleo del PP, reconoce que las cifras «son aproximadas, más como gesto de austeridad que como medida concreta», siendo las enmiendas «un paso que busca acordar con el Gobierno un giro en la política económica», lo importante es el mensaje de tranquilidad y responsabilidad, en otras palabras, un brindis al sol que busca titulares irreales con lo que realmente hace el PP en el Congreso de Diputados.
No quiero, como digo, censurar el intento del PP de toquetear los presupuestos, no solo es legítimo, sino que es necesario para el debate, lo que me enerva es la demagogia con la que se hacen esas cosas, en vez de plantear, por ejemplo, un recorte de tres mil millones (que es lo que han hecho) van y hablan de diez mil millones, cifra redonda y gigante que se vende muy bien a la prensa pero que ellos mismos saben que no es realista (tal vez los tres mil sí lo sean, y pudieran presionar más para hacerlos efectivas, pero no es así, no quieren eso, quieren que sean rechazadas para ellos seguir con su cantaleta de siempre).
Lo explican bien ellos mismos, no quieren concretar dónde recortar porque no quieren ser los malos de la película, no quieren mojarse defendiendo lo que creen justo, porque es impopular (hay que admitir que el gobierno ya se mojó al hablar de subida de impuestos, ¡encima los indirectos!, siendo esta medida impopular, pero con algo habrá que cubrir el aumento del déficit), quieren pactar rebajas con un gobierno que no quiere ejecutarlas, para trasladar lo impopular al gobierno, y sabiéndolo cómo se las gastan los del PP, son capaces luego de hacer campaña contra el gobierno con esas rebajas pactadas (no sería la primera vez). Por no decir que las cuentas no cuadran, que han hecho las sumas y restas tergiversando la información (como con el tema de los asesores) u olvidándose de restar partidas fijas que difícilmente se pueden tocar sin reestructurar todo (como en los gastos corrientes).
Esto no quita para siempre plantear cómo mejorar la eficacia del gasto, para hacer lo mismo con menos. Muchos gastos son superfluos, pero aun así no es posible pensar que diez mil millones son superfluos, o que es un corte real en tan poco tiempo, muchas reestructuraciones cuestan mucho dinero en el momento de llevarlas a cabo, aunque luego se «amortice» la inversión en la reestructuración.