Con todo el tema de Susan Hoefken y el Pulmón de la exposición de «El Cuerpo Humano: Real y fascinante», Alan García aprovecha para hacer populismo como solo él sabe: «Esto es gravísimo y malvado. Esta mujer [Susan Hoefken] no parece peruana, nació de casualidad en el Perú. Eso es lo malo a veces de nacer de casualidad en el Perú. Cómo es posible el daño que nos ha hecho. (…) Ojalá renunciara a la nacionalidad peruana esta persona porque no se lo merece», declaró el populista.
Este hombre, que no ha dicho algo ni parecido sobre Fujimori para que un criminal confeso (por delitos como el de corrupción) y condenado por varios, entre ellos los crímenes contra la humanidad, ni más ni menos, va y le dice a una señora, que intentó una noticia falsa como método de márquetin (ni que fuera la primera, en Perú o en todo el mundo), que espera que renuncie a su nacionalidad (cuando solo podría renunciar si está adquiriendo otra, para evitar una situación de apátrida).
Hace no mucho una marca de celulares hizo una campaña a punta de virales que pretendían (hubiese sido un triunfo) ser una noticia, evidentemente falsa, y ya es una constante en la publicidad. El tema se está sacando de quicio, mucho más que la gravedad del asunto.
Ahora bien, habida cuenta que tenemos hasta la expresión de «viveza criolla», que nuestro actual presidente ha hecho lo imposible que no se le juzgue y que los suyos tienen una cantidad de causas pendientes o prescritas única, que el Congreso está lleno de escándalos de todo tipo, que la evasión fiscal es altísima y que la pillería es la base de nuestra tan sumergida economía, me parece francamente fuera de lo normal que los políticos muestren tantísima falsa indignación ante este caso puntual.
Antaño el castigo más humillante era el destierro, la pérdida de ciudadanía, y es lo que hace Alan García cuando pronuncia su falsa indignación. Esa mujer no ha matado a nadie, no ha cometido masacres ni las ha ocultado, no ha hecho una grandísima estafa ni ha vertido tonelada de residuos tóxicos en nuestro medio ambiente, pero a ella, y no a los anteriores, se le califica como «no peruano», y se «espera» que renuncie a la ciudadanía.
Así que sí es de peruanos tener prescritas causas por matanzas y por enriquecimiento ilícito, pero no fingir un robo para hacer publicidad. Pues bien, en este contexto, va el presidente de la república, ni más ni menos, y pide [espera] a una ciudadana que abandone su nacionalidad. ¿Pero les parece medianamente normal? ¿Qué será lo siguiente? ¿Que exija que le den latigazos en la calle? Por favor. Puro populismo. Pura falsa indignación.