Labor social sin crítica. Eso es lo que quieren los que detentan el poder, esto es, que les hagan el trabajo y a su vez aplaudan su pasividad, o mejor, no hablen de nada, ni bueno ni malo. El tema de las llamadas Casas de Alba es curioso, en tanto que demuestra cierta (demasiada) hipocresía de los partidos políticos peruanos y una preocupación al ver cómo organismos pagados con dinero extranjero (de otros gobiernos) hacen labor social a la par de política (¿se pueden separar las dos? hasta los organismos de la ONU van con un discurso político detrás, igual que la Iglesia Católica o el resto de instituciones religiosas que realizan cierto trabajo social). En la agencia gubernamental leo uno de esos artículos sensacionalistas (por el tono, no tanto por el contenido) en que se «revela» la internacionalidad política en la convocatoria de unas marchas o manifestaciones en Puno.