Cállense todos / callaos todos (ellos, no nosotros)

Y por segundo día voy a hablar del «¿Por qué no te callas?» del borbónico monarca español. Y me fastidia porque ya hay una inundación de comentarios y demás sobre el tema, porque ya todo mundo se formó su opinión y porque hemos conseguido que una inútil Cumbre Iberoamericana caiga aún más bajo que en su propio no-funcionamiento, caiga en pura prensa rosa de dimes y diretes, del «tú más» en que el gesto del rey de España es la gota que colmó el vaso de la falta de diplomacia entre nuestros países (eso sí, con petróleo y armas como fuerte lazo internacional). Pero vuelvo para comentar, más que las acciones (que creo que ya aclaré mi postura de jalar a todos), las reacciones, de ellos y de todos nosotros.

Lo primero la más obvia. ¡Lo a gusto que se debe haber quedado el Rey tras mandar a callar a otro jefe de Estado! Como un rey se quedó, tan pancho y campechano, como inapropiado y fuera de lugar. Hay dos reacciones al «¿Por qué no te callas?», la de aplaudir al Jefe de Estado no Electo de España por gritar a otro jefe de estado en medio de una sesión de la cumbre y la de restar legitimidad al Juan Carlos para callar a otro jefe de Estado. Sobre lo primero: No creo que un calentón deba ser aplaudido. Esto «no para los pies» a Chávez sino que le da más alas, le da más argumentos contra la actitud imperialista que imprime en los españoles, para que se pavonee de las elecciones que él ha ganado y defienda el derecho de decir lo que le sale de las narices, como le sale de las mismas y cuando sus testículos le indiquen que debe decirlo.

Otros, muchos otros (por ejemplo, José Manuel Martín Medem en La República) indican dos cosas, que un rey puesto por franco poca autoridad moral tiene para mandar a callar a nadie y que, a fin de cuentas, Aznar es lo más cercano a un fascista que ha gobernado España desde la restauración del 78, sin olvidar qué es la CEOE y que angelitos no son. Pero son los que dan dinero a España y por ello el presidente del Gobierno intenta, de cara al público, defenderles. A Aznar por una cuestión de política interior, si no dice nada lo hubieran crucificado, y eso que, salvo por Aznar (curioso que el afectado sea el único en agradecer la labor del gobierno en un partido que normalmente hace todo lo que Aznar dice), el resto del PP echa la culpa a Rodríguez Zapatero de las palabras de Chávez por la política internacional llevada a cabo hasta ahora.

Hay que ver las cosas en su contexto, no es que el Rey mandara a callar a Chávez en el turno de hablar de Chávez, sino que lo hizo en el turno de Rodríguez Zapatero ante las interrupciones de Chávez, es algo que debió hacer, previamente, a la primera interrupción, Bachelet, como lo hacen los presidentes de Congreso, llamando al orden y pidiendo al que interrumpe que por favor se callara un poquito. Nadie más podía hacerlo, y ahí el error del calentón. Ahora, si hablamos de falta de legitimidad del Rey para hablar de ciertos temas, debemos recordar una cosa clave: Chávez intentó un golpe de Estado. Así que en ese aspecto debiéramos negar la posibilidad de que Chávez se quejara por el intento de golpe que sufrió. Y que aún le escuece.

Chávez saca a relucir sus victorias electorales para desprestigiar el intento de golpe, y se olvida que en 1992 él participó en un intento de golpe contra el indefendible Carlos Andrés Pérez (echado por corrupto), que en 1988 fue el candidato presidencial que sacó más votos absolutos hasta ese momento en el país ahora bolivariano (y aunque no en porcentaje -maravillas del ausentismo venezolano-, y en esos votos absolutos, Carlos Andrés Pérez sacó más que el Hugo Chávez del 98). Porque si hablamos de falta de autoridad moral ni la tiene Juan Carlos para callar a nadie ni la tiene Chávez para quejarse de los golpes (a fin de cuentas, él los consideró una forma legítima de conseguir el poder). Y no, no hay gran diferencia entre el poder económico de una oligarquía golpista con el poder real de un ejército golpista. Ambos creen más en la patada en la puerta que en el poder del pueblo.

Y hay que recordar que Chávez, al igual que todos esos presidentes que viven del electoralismo, en 1998 mentía al hablar sobre el Movimiento V República, mentía al decir que con el socialismo nada (aunque claro, realmente ¿Qué socialismo quiere para Venezuela? a cualquier cosa le llaman socialismo en estos tiempos), mentía al decir que él no quería quedarse con el poder más que los años de un mandato, mentía al decir que de nacionalizaciones nada, mentía y sólo mentía para ganar las elecciones, que era lo que le importaba. Y no es que haya cambiado de opinión (apoyado, eso sí, por los venezolanos, eso nadie se lo quita -igual que los peronistas en argentina tienen un apoyo popular que yo no consigo entender-), porque eso requiere autocrítica pública (dije y pensaba esto, ahora digo y pienso esto otro, porque la realidad ha cambiado, o algo así, como mínimo). Igual que Fujimori en Perú («no shock» y a los dos años «sí shock» sin explicar el cambio) o Menem («no neoliberalismo» y lo primero que hizo fue plagar la agenda de reformas neoliberalistas). Y creo que fue justo Menem quien dijo que si decía la verdad en su campaña (sobre lo que pensaba hacer en Argentina) no hubiera sido electo. Lo mismo con Chávez.

El y tú más que tanto les gusta a nuestros mandatarios o proyectos de los mismos (aún recuerdo la batalla Chávez contra García) debiera acabarse, pero primero por parte de nosotros (y mi idiotez por delante, denunciar que le damos bombo y platillo a sus chiquilladas y ser la tercera o cuarta vez que escribo sobre las mismas), dejar de escuchar tanta sandez, dejar que esos grandes líderes se den cuenta que están solos, que sus memeces no nos importan un pimiento, que hay otros temas que tratar y que tenemos mucho más educación que ellos, que entran al trapo a primera de cambio, que el insulto no es ni puede ser forma de hacer política (y tan hipócrita como la que hace Chávez, Rodríguez Zapatero, García Pérez, Néstor Kirchner, Lula, y todos los demás).

Y como corolario: Aznar no merece mi respeto, ni el de nadie sólo por haber sido elegido democráticamente (porque lo fue, y dos veces, aunque escueza), pero Chávez no debió dedicar tanto tiempo a hablar de lo malo que es Aznar y los golpistas que son otros (máxime teniendo en cuenta que él participó en un golpe), no era ni el lugar ni la forma para andar con ese discurso -dentro de la cumbre-, Rodríguez Zapatero se excedió en su proteccionismo a los personajes patrios y el Rey tuvo un calentón que no es aceptable en las lides diplomáticas. Y, por último, Chávez no debió interrumpir cuando Rodríguez hablaba, debe aprender a respetar al resto cuando exponen sus pareceres, los turnos se inventaron para que esas «cumbres» (congresos o asambleas) puedan avanzar a alguna parte (aunque sea a ninguna, pero avanzar) y los participantes no se peleen como niños de teta.

No hay que aplaudir al Rey por su actuación, no hay que aplaudir a Chávez por su actitud durante la cumbre (no hay que olvidar que no dejaba a otros hablar).

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