Entonces… sí es verdad…

Una de las peores pesadillas de casi cualquier peruano (o mejor, de la mitad como poco de los peruanos) era ver a Alan García Pérez ejerciendo de presidente otra vez. Así pues, en el 2001 para evitar la pesadilla se votó por el inútil y nada carismático Toledo, marca de continuismo en lo económico, pero al menos 5 años para ver si aparecía un Chapulín Colorado dispuesto a salvarnos.
Pero no fue así, llegó una pesadilla aún más grande, y tres pesos pesados de lo más indeseables se peleaban por el poder del Universo, digo, del Perú. Tres males ahí, luchando por un puñado de votos, luchando por controlar alguna zona de este País que ya lleva un buen puñado de años desde que, un día como hoy, lo declararon independiente. Pero aún no sabemos hacerlo. Saltamos de la sartén al fuego, y tan contentos oiga. Y cuando se tercia, viene algún golpista para devolvernos a la sartén, donde hay un mango de dónde agarrarnos.

Pero una pesadilla futura levantó el veto del voto sobre una pesadilla pasada, y la demografía, una vez concentrados los votos en un objetivo único, hizo el resto, la superpoblada Lima con el norte costeño peruano decidieron que viviésemos ese sueño negativo de antes, antes del futurible negro futuro que nos esperaba con un proyecto de dictadorcillo de tres al cuarto, que ríase usted de los anteriores golpistas.

Ahora la segunda bancada más amplia controlará el ejecutivo, la gente de la estrella, aquellos que fundaron una irreal alianza latinoamericana con el bello gesto de pasar, de manos a manos entre universitarios en el gran México, una bandera roja con un mundo bordado en amarillo (¿O era sólo América? ¡qué mala es mi memoria!), el APRA, comandado por Alan García (el que fuera un nefasto presidente en el último lustro de los años ochenta), volverá a gobernar nuestro país, y no, no es una pesadilla.

Hoy veremos a Alan García jurar el cargo, después del circo montado por los congresistas, supongo que la juramentación de García no será menos, espero que suelten a los leones y haya crucifixiones y esas cosas que tanto animaron a los romanos durante un buen puñado de años. Lo necesitaremos. Con una política en el limbo entre llorar y reír de pánico, poco más nos queda que entretenernos con nuestros llamados otorongos (pobre buen animal, caerle el sanbenito que le ha caído), montar una buena, como consuelo de tontos. Otra cosa, difícil.

El continuismo de García durante los primeros años (como poco) es patente, con algunos miembros ¿ilustres? de la Derecha peruana, unos dicen que se ha derechizado, otros que es una estrategia para neutralizar a la derecha, él se autocalifica del palo de Bachelet y Lula, si al menos fuera verdad lo que dice, si al menos pudiésemos confiar en un sujeto como él. Pero no podemos. No quiere que le tumben al primer gabinete así que ha apostado sobre seguro, con una configuración que no será tachada. Y que su actuar, como poco, será más de lo mismo.

Entonces… sí es verdad… Hoy lo veremos. García nos volverá a gobernar, con dos huevos que se presentó dos veces hasta volver a alcanzar la presidencia. A veces se dice que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. También se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Un poco de todo es el caso del peruano. No. No. Sobre todo lo de tropezar con la misma piedra, el peruano es (somos) expertos en eso, con máster incluido. Una y otra vez caemos en lo mismo, por las razones que sean, sin merecimiento alguno más allá de nuestra propia terquedad.

Hoy, día de la declaración de independencia del Perú, día de júbilo nacional (entre otras cosas porque es feriado), toca asistir a uno de los momentos más patéticos de nuestra historia reciente, culpa de todos, para regocijo de algunos. Manda narices.

Pues eso, feliz día del aniversario de la declaración de Independencia. O algo así.