También hay que recordar que en Perú tenemos el voto preferente, así que el vínculo directo entre el elector y el elegido (todos sabemos que no siempre sale el primero en la lista) es algo más alto que entre el elector y el partido (máxime en un país en que los partidos duran un suspiro -salvo honrosas excepciones en cuanto a funcionamiento de partido- y los personajes saltan de agrupacion en agrupación y tiro porque me toca). Falta cultura de partido, pero esa no se consigue "impidiendo" el transfuguismo.
Si un partido incumple lo prometido o se desmarca claramente de la ideología del partido: ¿No está el político responsable -estimando que alguno profesional exista con esas características- en la obligación de contradecir ese partido o salir del mismo por respeto al electorado que le otorgó su confianza? ¿Si el partido vota en contra de lo que él considera que debe defender, no está facultado para no obedecer la disciplina de partido? Me imagino una situación como la del APRA cuando se juntó con los odriístas, todos los apristas de pro debieron salir corriendo de esa agrupación, lo hicieron unos cuantos (APRA-Rebelde nació) pero no los suficientes para impedir uno de los matrimonios más raros que el Perú ha visto en años.
Hay que considerar, también, que el transfuguismo es parte de la política, en tanto que los políticos no estén sujetos a mandato, nadie puede obligarles a permanecer con unas ideas concretas, o mantener simpatías con un partido, por más que se haya valido del mismo para llegar al poder. Intentar neutralizar, a priori, al tránsfuga, no es más que acallar a todos los votantes del mismo. Nadie tacharía de traidores a los miembros de UPP y PNP si al final se separan (alianza, por lo demás, electoralista y rara donde las haya), el tránsfuga es lo mismo pero a nivel individual.
Está claro que no hablo del tránsfuga de pago, de esos que venden sus votos (benditos vladivídeos que nos mostraron transacciones de lo más curiosas), de esos que sí traicionan todo lo traicionable por el poderoso caballero, siendo un gran ejemplo de cómo en vez de políticos abundan los mercenarios, de por qué nuestro sistema va tan mal, y de cómo la venta de posiciones en las listas para el congreso es uno de los más grandes errores de los actuales partidos (y cuasipartidos) que nos gastamos. Todo por el amante y amado que tienen, capaz de hacer que se humillen.
El caso de moda en el actual Perú es el de Torres Caro (por el que se montó el primer circo oficial de nuestro nuevo Congreso), antes fueron, sobre todo, los de Perú Posible (comenzaron muchos y terminaron pocos), en cada uno vemos perfiles distintos, y no seré yo quien defienda a Torres Caro (sobre todo porque lo considero un personaje que apaña su ideología al poder, a donde saque más tajada él se arrimará, se ve en su defensa -antes- por el fujimorismo). Y los casos del PP son singulares. ¿Alguien sin meter la pata podría decir el programa e ideología del PP? Y después de eso pasar revista sobre todos sus congresistas electos hace unos años para ver quienes responden a las mismas y quienes no. Porque vaya popurrí de partido.
Lo que digo, lo que defiendo, es que el transfuguismo no puede ni debe ser penado a priori, que es lo que se pretende (dejando sin voz -a efectos prácticos- a los tránsfugas), por el simple hecho de que no podemos sujetar o amarrar a las personas a un partido (caeríamos en una violación de la libertad política de la que debiera gozar el político electo, o cualquier ciudadano, es como prohibir a una persona dejar de militar en un partido, o penalizar con cinco años de no-militancia en ninguno el salir de una agrupación), ni dar carta blanca a los dirigentes de los partidos (que basándose en la disciplina de partido para acusar de tránsfuga al que no quiera votar como el resto del partido, ejercieran un verdadero mandato dentro del Congreso), máxime cuando los mismos aún tienen poca legitimidad desde sus bases (las elecciones internas son poco menos que un rito mal realizado, pero tiempo al tiempo, a ver si mejoran).
El día en que los congresistas sólo sean una tarjeta por marcar, simplifiquemos las cosas y sólo cojamos a un representante por partido (que pueda tener muchos asesores para los distintos temas de trabajo) y que su voto valga en el congreso el porcentaje de votos que obtuvo en las urnas. Es la única forma que se me ocurre para evitar el transfuguismo sin destruir las libertades y el sistema político-electoral existente (claro, porque lo cambiaríamos).
En fin, es un tema que mosquea sobre todo a los políticos (los jefes de los partidos ven que su poder cae en uno, dos o cinco escaños -depende del caso :P-, mientras que los chupamedias y lameculos ven menos posibilidades de ganar poder si su formación la pierde, pero no desperdician la oportunidad para el soboneo con sus "superiores" siendo más papistas que el papa en estos temas) que luego venden la moto en los medios y por lo cual, al final, todos hablan de traidores cuando, puede darse el caso, quienes traicionan al electorado son todos los demás del partido (esto sí que lo hemos visto muchas veces, prometen una cosa y hacen la contraria ¿no señor Alberto Fujimori?).