Desde la OIT más de una vez se ha alertado de que en Perú no se respeta la libertad sindical, y este gobierno no hace mucho para cambiar la situación, más bien todo lo contrario. Si nos fijamos en los medios de comunicación masivos en nuestro país, nos encontraremos con una realidad antisindical mayoritaria, en pocos medios tienen cabida consideraciones positivas por la labor de las organizaciones sindicales, mil y un veces insultadas y retratadas como criminales. La política desde el Estado ha sido la represión, la propia constitución peruana es limitativa del derecho sindical. ¿Que los sindicatos y el sindicalismo tienen una opinión pública bastante contraria en Perú? Sería raro que fuera lo contrario, y los compañeros de las distintas centrales luchan día sí y día también para mostrar lo que es el sindicalismo de clase: Lucha y solidaridad.
Una de las consignas coreadas este primero de mayo rezaba: «La fuerza del obrero, la solidaridad». Otras tantas trataban sobre la acción directa, la organización y autogestión, los instrumentos de lucha que tenemos a nuestro alcance, siendo el principal, hoy por hoy, la huelga. La idea central es la solidaridad, en eso se basa toda organización sindical. Solidaridad y lucha (una lucha no solo anticapitalista, sino en favor de una alternativa más justa, como afirmó Igualito en la última tira). O dicho de otra forma:
«La capacidad de resistencia de los obreros de una fábrica se acrecienta cuando detrás de ellos están los obreros de todas las fábricas de la rama de un lugar; la de los obreros de un lugar, cuando detrás de ellos están los obreros de todo el país, y finalmente la de los obreros del país cuando detrás de ellos hay otras naciones capitalistas.» (Las lecciones de la huelga de los mineros, Karl Kautsky.)
¿A qué viene todo esto? Recuerda José Alejandro Godoy, en «En defensa del Sindicato», lo siguiente:
«[E]l Derecho Laboral se creó para regular una relación desigual. Y por ello es que se generaron una serie de derechos y beneficios a favor de los trabajadores. Uno de ellos fue el reconocimiento de los gremios laborales, a fin de equilibrar en fuerza de negociación a los empleadores. Este esquema básico de la relación laboral no ha variado y de allí que la institución sea vital e importante.»
En un esquema puramente institucionalista, que defienda el capitalismo y el estado burgués, el sindicato solo tiene ese sentido, y es como se refleja en la legislación peruana (que premia el gremio de oficio sobre el sindicato de clase), esa visión reduccionista del sindicalismo es un error de base, el sindicato en primer lugar es un instrumento organizativo de los trabajadores para la defensa de sus intereses, y esto se traduce no solo en su participación en las negociaciones dentro del marco del Estado, sino de lucha anticapitalista y con un objetivo claro. Esa versión amarilla de los sindicatos es la mantenida por la legalidad, la que acusa de criminal las acciones sindicales, la que olvida el papel global de los sindicatos… O como dice la CGTP en sus estatutos:
«Que, por ser la CGTP una organización sindical de lucha y defensa de los intereses económicos, sociales y culturales de los trabajadores peruanos en el sistema capitalista, se expresa también como una herramienta decisiva para conquistar la emancipación total de la clase trabajadora y sus aliados contribuyendo a la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores.»
O como hace un par de años, en otro primero de mayo, recordaba la CNT:
«No se puede luchar únicamente por un aumento de salario o una disminución de la jornada laboral, porque aunque eso sea muy positivo, no puede ser nunca una meta. Hay que luchar, además, por la igualdad en todos los aspectos, lo que supone luchar, al mismo tiempo, contra la explotación de los trabajadores por la burguesía y contra la dominación política que ejerce esa misma burguesía a través del aparato del Estado, para perpetuar, precisamente, la explotación.»
Ese aumento de salario o disminución de la jornada es lo que entra en el esquema institucional, y nada más… En realidad, mantenerse solo dentro del juego pactista del Estado es, en sí mismo, un fracaso de la organización sindical que se quede en ello. Los sindicatos se enfrentan a un serio problema: por un lado deben dar solución a problemas inmediatos y dentro del juego de legalidades, y por otro deben ser una organización de lucha y construcción de una alternativa al sistema de explotación y dominación, en otras palabras, de una alternativa emancipadora.
Cuando Otto Rühle critica los sindicatos (una experiencia sindical-histórica concreta) lo hace por lo que son en ese momento, no por la función instrumental que pueda mantenerse (no niega el valor e importancia del sindicalismo en la lucha de clases), parecida crítica sostuvo en su día Guy Aldred cuando acusaba a las organizaciones gremiales de haber tomado un camino reformista y acomodada (los compañeros consejiles, como Anton Pannekoek, sí tienen otro tipo de críticas, basadas finalmente en cómo conciben la organización comunista), pero me salgo un poco del tema…
Así que le robo unas palabras de Guillermo Lora, en la «Carta a los trabajadores mineros de Siglo XX», para retomar el tema sobre el papel de los sindicatos:
«Si el sindicato no es un instrumento de lucha en manos de los trabajadores no sirve a los intereses de la clase obrera. El primer deber de las organizaciones laborales es la de luchar incansable e incondicionalmente en defensa de los intereses de sus afiliados. Este objetivo sólo puede cumplirse si el sindicato se levanta sobre la más amplia democracia, vale decir, si permite que las bases sean las que controlen e inspiren directamente la conducta de los dirigentes.»
Cuando el sindicato se acomoda, ya sea por sí o transformado en un ente semiestatal (como lo que cuenta León Trotsky en «Los sindicatos en la época del imperialismo» cuando nos habla de los sindicatos en México) o institucional puro, deviene en amarillo, deja de defender los intereses de la clase trabajadora y se vuelve un defensor del statu quo, en otras palabras, se vuelven un instrumento del capital para mantener la explotación (mi queja con algunas de las centrales obreras españolas dada en el 2009, sea dicho). Totsky decía, no sin falta de razón, que:
La definición programática de un sindicato debería ser, aproximadamente, así: una organización de trabajadores de industria o comercio, con el objetivo de 1) luchar contra el capitalismo por el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores, 2) participar en la lucha por el derrocamiento de la burguesía, 3) participar en la organización de la economía sobre una base socialista.» [En defensa del marxismo.]
No somos idiotas, la revolución no está a la vuelta de la esquina, ni mucho menos; pero la organización de los trabajadores, sea en asociaciones o sindicatos, debe tener claro el horizonte utópico (la meta), sino pierde todo el sentido de ser. Los sindicatos no solo son organizaciones para equilibrar un poco al trabajador con el empresario para que puedan negociar, en tanto que las relaciones de trabajo se basan en la dominación, esa misma base es la que debe ser destruida.
La tarea del sindicalista, acá, es doblemente ardua, debe luchar contra el poder y convencer a los compañeros de clase de la importancia de dicha lucha, y pelear contra los prejuicios que estos tienen y que son dados desde el poder contra el que se lucha.
Otros entradas sobre sindicatos o sindicalismo:
- «Libertad Sindical, protección jurídica al Colectivo» (2006);
- «Elecciones sindicales: ¿Boicot o participación» (2007);
- «Breve repaso por el Derecho Sindical Español – Nacionalsindicalismo» Primera parte, segunda parte (2007);
- «Sobre el paro y los padrones de afiliados» (2008);
- «Visiones del Paro Nacional» (2008);
- «“En defensa del empleo y la economía popular”» (2009);
- «Primero de Mayo: Centrales sindicales» (2009, en D=a=);
- «Sindicatos de oficio y sindicatos de clase: De Perú a España y viceversa» (2010);
- «Sobre la marcha de CGTP para apoyar al gobierno» (2011);
- «Apuntes sobre la reforma laboral (III): Las reglas han cambiado (I)» (2012, parte del librito sobre la reforma laboral, este lo pongo porque en sí mismo es una limitación del marco legal para la actuación institucional de los sindicatos, esto es, una disminución de su papel en el ya corto espacio que tenían, una reforma muy antisindical).
Actualización (3/5): Por algún motivo, el listado salió cortado y el sistema tenía desactivados los comentarios, completo uno y activo el otro.
Un comentario en «Sobre los sindicatos y el sindicalismo»