Un político dice X, todos los seguidores del político comienzan a cacarear X, de repente X es la única respuesta, la solución, es el 42 del Mundo Real®, el Non Terrae Plus Ultra de las explicaciones, que a la vez es respuesta y ataque al adversario político. Ninguno de ellos, de los cacareadores, se pregunta si es verdad que X sea la cuestión, porque la duda ofende, vamos hombre, que esto es la tierra del puro seguidismo. En esta crisis las equis están saliendo como setas, por todos lados, han invadido el debate inexistente, simplemente se repiten consignas y palabros variopintos, y si puede ser, con un insulto que no viene a cuento.
Entre mis colegas socialdemócratas estoy viendo, estos días, una explicación a la burbuja inmobiliaria que no resiste el mínimo análisis, más allá de aceptar que, efectivamente, el Partido Popular no hizo nada para evitar que la burbuja siguiera creciendo, pero no fue, como se dice, quien la inició. La (falsa) explicación es la siguiente: Culpa de toda la burbuja inmobiliaria es la Ley del Suelo de José María Aznar del 98. Pues no señores, no una y mil veces.
Se refieren a la ley 6/1998, de 13 de abril, sobre régimen del suelo y valoraciones, vigente hasta julio de 2007 (cuando entró en vigor la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de suelo, remplazada por el real Decreto Legislativo 2/2008, de 20 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Suelo), la idea básica es que la liberalización del suelo producida por esa ley produjo la burbuja inmobiliaria. Supongo. Porque suelen culpar a la ley y poco más, así que es difícil conocer sus argumentos realmente. Hay que tener en cuenta que dicha ley ni siquiera tuvo carácter de legislación básica (la Sentencia del Tribunal Constitucional 164/2001, de 11 de julio de 2001, que declaró nula la Disposición Final Única de la ley del Suelo de Aznar que declaraba, justamente, su carácter de legislación básica). Desde la Sentencia del Constitucional 61/1997 (que se cargó la reforma del suelo del PSOE de 1990) quedó más que claro que eso de ordenación del suelo correspondía a las comunidades autónomas, que son las que, en efecto, legislan sobre el suelo de sus territorios. Así, solo por ejemplificar, el intento liberalizador del PP español no fue seguido por el PP castellanoleonés, que mantuvo el esquema anterior, y así en -creo- todos los lugares, eso garantizaba el negocio de las recalificaciones.
Otra cosa son las «ayudas» (estímulos fundamentalmente fiscales) a la compra de vivienda durante, bueno, muchísimo tiempo (que el PP sigue exigiendo, y que el PSOE disminuyó un poco como concepto desgravable en el IRPF), también porque los españoles consideraban la vivienda como una inversión segura y de rápidos y altos beneficios, porque la segunda vivienda está en el imaginario de casi todos, porque el ladrillo, durante más de 40 años, ha sido uno de los pilares de la economía española, donde solo en tiempos de crisis muy fuerte se ha visto una caída del precio de la vivienda, siempre muy por encima del IPC. El PP es uno de los culpables de la burbuja que ha explotado, pero no por la ley del suelo como cacarean, y por supuesto, el PSOE también es culpable en la parte que le toca, en los municipios y comunidades autónomas gobernadas por ellos también hay burbuja, así que no pueden echar el bulto sobre otros, sobre el PP.
Y ya que los datos son importantes, miren los que da la Sociedad de Tasación (que los recoge desde 1985) para que se vea bien claro que, si bien es cierto que del 99 al 2004 hay un importante aumento del precio de la vivienda, no es ni comparable al que sucede entre el 86 y el 89, y que es durante 1991 a 1993 donde el precio o sube poco o se contrae, y esto se debe, no nos olvidemos, a toda la reconversión industrial española que dejó en el paro a un cuarto de la población activa (ni más ni menos, y lo de reconversión por llamarle de una forma, porque la estructura económica ni se tocó, más bien algunas zonas perdieron sus industrias y ganaron pocos servicios).
Por otro lado, los economistas del PSOE no culpaban a la legislación de la burbuja (cuando se comenzó a hablar de ella, y la Derecha decía que no existía, el gobernador del Banco de España recomendaba ahorro y no endeudarse demasiado y la derecha mediática, Jiménez Losantos a la cabeza, decían que paparruchas, que más consumo y endeudamiento que España va bien, y que esto era Jauja), para muestra, un botón:
«El lector se preguntará con razón, ¿cómo es posible que los precios hayan subido tanto en España si ha habido este boom de oferta inmobiliaria? La clave está en un crecimiento descomunal de la demanda, que incluso ha desbordado el aumento de la oferta. En un artículo reciente (Balmaseda, San Martín y Sebastián, Una aproximación cuantitativa a la burbuja inmobiliaria, Situación Inmobiliaria, 2002) estimábamos que en los últimos cuatro años sólo una cuarta parte de la subida del precio relativo de la vivienda se ha debido a los factores fundamentales señalados anteriormente. El resto habría que achacarlo tanto al «efecto euro» (el gasto en consumo y en vivienda de los billetes atesorados, en lugar de canjearlos por euros) como a la burbuja, entendida ésta como el aumento de la demanda debido a la propia expectativa de aumento de precios, un proceso de expectativas self-fulfilling que suele desembocar en una espiral de precios insostenible. Terminado el «efecto euro», el crecimiento del precio relativo de la vivienda debería haber sido nulo. Por tanto, la subida de precios del primer trimestre de 2003 cabe calificarla de burbuja pura.»El ladrillo y la burbuja, Miguel Sebastián.
La legislación del suelo no era (ni es) el problema, los constructores dicen que era y es muy dura en todos lados, aunque eso tampoco sea del todo cierto, sí es una puerta de corrupción (por favor, solo con ver las noticias de los últimos años nos damos cuenta de eso), pero ni es dura ni es liberalizadora del suelo (ni una liberalización del mismo hubiese impedido una burbuja inmobiliaria).
Tanto González Encinar como Carnicero (I, II y III) tienen razón, el primero cuando comentó que los políticos, esos demagogos, construyen el discurso para los más ignorantes (no es que nos tomen como imbéciles, decía González, es que se dirigen a ellos). y el segundo, bueno, en todo el tema del discurso, la falta de debate y autocrítica, y, digámoslo como conclusión, el simple panfletarismo de la política y el debate actual, no es que se recurra a un lugar común, es que se toma una frase como verdad absoluta y toda crítica o debate es mal recibido (la crítica al líder como imposible, lo que diga el líder como irrebatible), y se va a lo rastrero sin tiempo a reaccionar.
En esta entrada he hablado fundamentalmente de una de esas frases que se están repitiendo mucho últimamente, pero puede ser cualquiera, no solo de los colegas socialdemócratas (del lado del PP hay otra fundamental, que es el intento de desligar la crisis internacional y financiera -que es irreal por lo visto, frente a la real culpa del PSOE– de lo que pasa en España, de la burbuja inmobiliaria y la destrucción del empleo, como si fueran eventos paralelos y no relacionados, por favor), pero es extensible sobre toda frase que se usa como argumento incuestionable, cuando la misma no ha pasado por la mínima reflexión y se trae al debate no ya como argumento, sino como conclusión, y así no vamos a ninguna parte, por las puras estamos en la era de la comunicación si nos tapamos los oídos, evitamos pensar por nosotros mismos y cacareamos frases ajenas.
3 comentarios en «Cacareando que es gerundio»