Publicado Originalmente en De Igual a Igual
El otro gran pilar que justificaba la entrada militar de Estados Unidos y sus aliados ha sido reconocido como «inexistente» por el propio pentágono: No hubo lazos entre el gobierno iraquí de Saddam Husein y Al Qaeda. Les costó, hicieron un amago de no generalizar la llegada del informe a la población general, pero al final, como no podía ser de otra forma, el documento quedó expuesto a la vista de todos, tanto amigos como detractores del actual gobierno republicano en la Casa Blanca. Este no es el primer estudio o informe en este sentido, en la comisión sobre el 11-S u otra realizada por un inspector del Pentágono la conclusión fue la misma (pero sin tantas pruebas que corroboren la inexistencia de los lazos), pero el gobierno insistía erre con erre con la vinculación entre el presidente iraquí Saddam Husein y el millonario saudí Osama bin Laden.
Junto con la existencia de armas de destrucción masiva, la otra gran acusación para justificar una intervención e invasión sobre el país del Golfo Pérsico fue la existencia de este vínculo, así pues Iraq se convertía de forma automática en un país que apoyaba a los terroristas, y por tanto, eso daba cobertura internacional, siempre según la Casa Blanca, a la intervención sobre dicho país igual que se hizo dos años antes en Afganistán.
La comunidad internacional no se creyó el tema del vínculo, entre otras muchas razones, por la cantidad de veces que Al Qaeda había puesto en el punto de mira a los iraquíes, entre otras tantas cosas, por mantener un gobierno laico (o al menos el más laico de la zona) y otras muchas ofensas al Islam tal como lo entienden los fanáticos Talibán (por ejemplo, la declarada independencia e igualdad de la mujer y que las mismas pudieran ir, incluso, a la Universidad y al ejército).
Al igual que con las mentadas armas de destrucción masiva, todo lo que el ejército más poderoso del mundo ha encontrado en la ocupada y sometida Iraq lleva a la conclusión de la inexistencia de las razones alegadas por el gobierno más beligerante del mundo (y que mantiene la tortura como una práctica legal y justificada) para iniciar una guerra no autorizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, único órgano al que la Comunidad Internacional da la potestad de permitir el uso de la fuerza entre estados.
Obviamente la guerra no se llevó a cabo por ninguna de las razones alegadas por el trío de las Azores comandados por el presidente estadounidense George W. Bush, pero ante la inexistencia de esas armas ni las conexiones que volviesen a Saddam más terrorista de lo que era cuando recibía dinero y armas de Estados Unidos en su lucha contra otros enemigos del Imperio en la conflictiva zona de Oriente Próximo, ninguna justificación podrán servir a Bush de la reprobación por sus actos. ¿Cuando se podrá juzgar al presidente Estadounidense por crímenes de lesa humanidad? A Saddam realmente se le ahorcó por menos de lo que ha hecho el propio Bush en Iraq, y lo que está permitiendo.