Cuando el Partido Nacionalista Peruano se vio impedido de presentarse a las elecciones generales de 2006 buscó un partido que sí podía para hacer una extraña amistad y tirarse a la piscina electoral, fueron el partido más votado para el Congreso y ganaron la primera vuelta (UPP, no eran una «coalición electoral», en el sentido legal de la expresión, más bien, miembros del PNP se presentaron por UPP, contando el candidato presidencial), en esas elecciones una barrera electoral nacional impidió a un partido, el segundo más votado en La Libertad (por delante de UPP y UN, por detrás del APRA) consiguiera un escaño (peligraron tres curules, los del PP consiguieron saltar la valla), tras esas elecciones (y la reválida de las municipales y regionales), el propio PNP junto con muchos otros partidos perdieron su inscripción gracias a la ley de Partidos. La ley de Partidos, para seguir abundando, tiene una exigencias altísimas para poder inscribir formaciones políticas, busca grandes partidos y solo encuentra formaciones que, una vez en el Congreso, explotan por todos lados (buenos ejemplos son UN y UPP, divididos en infinidad de grupos, y la cantidad de «no adscritos» que ahora pululan por el parlamento, gracias, en cierta medida, a los tejemanejes nada claros del APRA y que nuestros políticos estén en venta constante).