Esa diligencia del pasado

¿Cuántas veces arrastramos, por pura inercia, prácticas del pasado que hoy carecen de sentido? El mundo del «Derecho», en general, es el campeón de esta práctica (o subcampeón si pensamos en las instituciones religiosas como firmes competidores). La Administración, en concreto, arrastra (y vuelvo a repetir la palabra) demasiado; sobre todo en temas que antes tuvieron sentido y que hoy ya no. Un ejemplo muy concreto pero, a la vez, absolutamente común: la diligencia de imputación a una subvención sobre el «original». En fin, esto es más un desahogo personal que una propuesta o análisis serio del tema que voy a tratar.

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Los nativos digitales sí necesitan formación

A veces se nos olvida que todo lo que somos es un proceso, y en el mismo el aprendizaje (en todas sus facetas) es indispensable. Los «nativos digitales», esos menores (o ya no tan menores) que han vivido más o menos rodeados de tecnología, que casi no entienden la vida sin pantallas acá y allá y ya tienen cuenta en todas las «redes sociales» habidas y por haber, y que les presumimos, los mayores a los que nos costó aprender cómo movernos, que ya están de vuelta de todo, necesitan, claro que necesitan, formación. Además, el saber cómo usar algo no significa que se sepa cómo funciona. Todos sabemos «usar» (en el sentido de «usuario») un avión, un televisor y una radio, pero, ¿realmente sabemos cómo funciona? Además del «cómo funciona» desde el punto de vista técnico hay que aprender, también, el cómo funciona desde el punto de vista económico, político y, claro, los riesgos y beneficios que el sistema tiene, no ser un mero «usuario» pasivo, también los derechos y obligaciones que supone un uso de, bueno, ese mundo digital, y la relación con terceros.

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