No sé si ineptitud sería la palabra más adecuada, la verdad, pero al menos sí describe buena parte del comportamiento del legislativo. Hace más de un mes escribía, con algo de sorpresa, lo calmado que había sido todo; dos días después las cosas no hacían más que empeorar. A ratos me parece que todo ese primer día (y algo más) lo que estábamos era en «shock», procesando lo que había pasado y a la expectativa de los siguientes pasos de la presidencia de la república y del Congreso. ¿Qué obtuvimos? Una presidenta que, en vez de una amplia alianza con cuadros de consenso para relajar los ánimos, terminó dando mucho peso a las fuerzas de derechas y extrema derechas presentes en la política peruana y un Congreso que no ha entendido nada, que piensa en un extraño blanco y negro que, además, no se parece al Perú.
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