El titular fue que el gobierno no indultaba (ahora ni nunca) corruptos. La lucha contra este tipo de delitos contra todos, aseguraba Gallardón, Ministro de Justicia, la llevaba adelante el gobierno desde todos los planos: ley de transparencia, persecusión y, claro, no dando indultos, que son para evitar los abusos de una aplicación dura de la ley (sí, para eso son). La mayoría de medios simplemente repitió lo que dijo el ministro. Así suelen funcionar las rotativas. Algunos tertulianos, además, aprovecharon para sacar pecho por «su» gobierno. Claro, la realidad es otra cosa. Hemos tenido que esperar, básicamente, a que una asociación de jueces recuerde los indultos de este gobierno para delitos de «corrupción» (prevaricación urbanística y delitos contra la Administración son delitos de corrupción, por si alguien no lo pilla). Evidentemente, el gobierno mintió (otra vez). Los medios, esos que hablan de su papel fiscalizador y de que son el cuarto poder, ¿por qué transmitieron, cual loros, las palabras del ministro sin media línea de búsqueda de la realidad? ¿La memoria para ellos, dueños de grandes hemerotecas, también es de corto plazo? Luego Gallardón matizó. Luego. Haciendo trampas al solitario, manteniendo el engaño. Ya soltó la frase de propaganda y la coló en grandes titulares, ya ganó en el juego publicitario.
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Sin Alberto Ruiz Gallardón es posible
Niños y niñas, el fichaje del inefable y bien pagado Pizarro no fue gratuito, no era para compensar el «efecto Solbes», nada de eso (sobre todo por el anticatalanismo, al menos aparente, del nuevo ecónomo popular, que como dijo el segundo vicepresidente en funciones del Reino de España, por fin deja de hacer política en las sombras para pasar a primera línea), era para que el gran fichaje opacara lo máximo posible la negativa de Rajoy de incorporar a los líderes madrileños en la carrera a un curul en el Congreso de los Diputados.