Lo primero que uno piensa es: ¡Buena noticia, Llamazares dimitió! Algo que va en contra de toda la tradición hispánica donde no dimite ni Dios, pero al momento la realidad retoma su lugar: A Llamazares le quedaba nada para la próxima Asamblea donde, además, no se podía volver a presentar a su actual cargo, esto es, Llamazares solo ha adelantado su final algo más de un mes… entonces: ¿Por qué dimite?
Según Glòria Marcos, coordinadora general de EU, la respuesta es simple: Gaspar Llamazares quería evitar presentar el informe de su gestión. Encima, al dimitir con tan poco tiempo para la asamblea, la gestora que se nombrará hasta la misma no podrá presentar un informe en condiciones sobre la gestión actual del partido.
«La próxima asamblea de IU no debe ser de reproches, sino de futuro», declaró Llamazares mientras anunciaba que renunciaba a su actual cargo en el partido (no en el Congreso, claro), con lo que Gaspar deja claro que no se quiere enfrentarse a los nada felices delegados en la asamblea de Izquierda Unida. Es un gesto un tanto cobarde de una persona que debió dimitir tras el descalabro electoral que ha llevado a IU a casi desaparecer como partido en el Congreso (y eso que cuenta con casi un millón de votos).
Llamazares niega que el PCE sea «responsable» de ninguna forma de su dimisión, que no ha sido presionado ni nada de eso, pero qué duda cabe que la actualidad en Izquierda Unida es cualquier cosa menos pacífica, y que existe una suerte de guerra entre los sectores pro-PCE y los de Llamazares…
Izquierda Unida no es lo que era… ni nunca lo fue.
(Carlos Carnicero se manda un buen artículo en El Plural sobre el tema, y por qué hasta al PSOE le debería interesar un partido a su izquierda en el Congreso de los Diputados.)