Publicado originalmente en De Igual a Igual
La interpelación es el llamado por parte de nuestros congresistas a miembros del gobierno para discutir sobre una materia dada, no necesariamente es para «pedir explicaciones», pero su uso normal se ciñe a esa función. Es una de las herramientas de control político que tiene el parlamento sobre el gobierno, y es útil, entre otras cosas, porque obliga al miembro del gobierno interpelado a acudir al Congreso (artículo 131 de la Constitución Política de Perú, en relación con los artículos 64.b y 83 del Texto Único Ordenado del Reglamento del Congreso).
Existen otros procedimientos de control político por parte del Congreso sobre el ejecutivo, pero estos tienden a ser más ineficaces en tanto que no se garantiza la presencia de la persona a quien se dirigen las preguntas o se quiere, pretende, censurar o poner, cuanto menos, en jaque público. Así pues, la interpelación a los miembros del gobierno se constituye en un arma simple para obligar, en cierta medida, a que el ejecutivo se explique.
El vicepresidente de la Comisión de Presupuesto, Juan Carlos Eguren Neuenschwande (congresista de Unidad Nacional), planteó la posibilidad de interpelar al primer ministro peruano, Jorge del Castillo Gálvez, y no tanto por la forma y fondo de sus respuestas frente a los sucesos de Moquegua o por la publicidad pagada con dinero de todos contra la huelga en que, encima, aparecía Vladimiro Montesinos, sino por la mala ejecución del presupuesto del Perú. Desde las bancadas nacionalistas y fujimoristas se quiere, por los otros dos temas mencionados, plantear una moción de censura contra el presidente del gabinete.
El congresista de la derecha peruana explicó a El Comercio las razones por las que plantea la interpelación: Una mala ejecución del presupuesto, diez puntos por debajo que la realizada por las regiones (irónicamente, las regiones son duramente criticadas por el ejecutivo por ese mismo motivo) y que dicha mala ejecución presupuestaria «provoca los paros y marchas en el interior del país», a la par que descartó el complot de grupos izquierdistas o extremistas como autores de las movilizaciones contra el gobierno.
Aurelio Pastor, portavoz de la célula parlamentaria aprista, ha salido en defensa del gobierno con el inexplicable discurso de: La interpelación es una medida extremista. Así pues, el aprista defiende que hay otras vías para llamar o convocar a un ministro, y que primero se le debe invitar al Congreso para luego, en caso extremo, interpelarlo. Asegura que la oposición sólo quiere «ganar titulares» y que realizar así las interpelaciones es «actuar con ligereza». Aurelio Pastor aseguró: «La figura de la interpelación es extrema, si comenzamos a usarla de manera arbitraria al final vamos a dejar al Congreso sin instrumentos serios para poder proceder en orden».
Todos conocemos cómo contesta Del Castillo a las preguntas en el Congreso, y cómo se comporta el gobierno cada vez que es cuestionado por la cámara, así que no es extraño que la oposición, cuando funge como tal, prefiera realizar interpelaciones antes que simples invitaciones o preguntas.
La figura de Interpelación, según está configurada en nuestro ordenamiento jurídico, no es una medida «extrema» (lo es, por ejemplo, la moción de censura, o el cierre del Congreso por parte del ejecutivo, siendo esta última nada mal vista por el propio Aurelio Pastor, que ha llegado de decir que este congreso «no sirve«), simplemente es una medida encaminada a controlar políticamente a un gobierno que, como poco, no se muestra amigo de las preguntas y cuestionamientos.
Si realmente fuera un proceso «extremo» o el «último camino a tomar», la regulación sería distinta, requeriría una mayoría, al menos, simple para poder interpelar a un miembro del gobierno, o simplemente tendría más requisitos, pero no es así, tiene unos requisitos más amplios que una simple invitación, pero es porque busca que no se abuse de la obligación de los ministros a acudir al pleno del Congreso.
Desde el oficialismo se consigue inflar globos de la nada, se hacen montañas de un grano de arena y luego viven el efecto búmeran y todo les viene acrecentado de vuelta. Así pues, pierden el tiempo satanizando e insultando a la oposición (sea la que sea) en vez de tomar con normalidad los distintos procedimientos. ¿Qué hay de malo en que Del Castillo tenga que dar explicaciones en el Congreso? Nada. ¿Hubiese ido si le hubiesen simplemente invitado? Seguro que sí (o eso esperamos). ¿Entonces por qué ponen el grito en el cielo? Acá deben aprender a actuar con normalidad democrática (tal vez desconozcan ambas palabras), aceptar la interpelación y como mucho indicar que con simples preguntas o con invitarles ya valía y sobraba, pero gracias por las molestias y tal.
Y con eso, al no haber enfrentamiento (es ese morbo lo que llena las páginas de la prensa), el tema hubiese pasado a un segundo plano, al menos hasta el día de las preguntas. O a la oposición le hubiese tenido que esforzarse más para llenar las páginas de los rotativos. Pero gracias a la facultad de los apristas de llorar por todo y quejarse por nada, han conseguido que este tema tenga más relevancia que la propia del asunto. Y encima continúan agrandando la brecha con Unidad Nacional, algo que les conviene más bien poco.
La interpelación es normal y sana para el sistema, debe serlo, y como tal, el grito de Aurelio Pastor, y del resto del APRA, está injustificado, salvo por el discurso de «todos son malos, todos son extremistas» que han adoptado.
A todo esto, el Congreso tiene la potestad de interpelar a los miembros del gobierno cuando les dé la real gana, no tienen que esperar a nada grave ni mucho menos, que es un tipo de control de lo más suave, preguntas y respuestas, nada más. Así que de «uso arbitrario», nada o menos que nada. Uso discrecional, si se prefiere.
Publicado originalmente en De Igual a Igual
Take it easy… una de las pocas cosas que me gusta del ordenamiento legal peruano es que no se requiere mayoria para pedir una interpelacion, entendiendolo como derecho de la minoria parlamentaria de obtener respuestas de los ministros, el paso a censura ya son palabras mayores, pero una interpelacion es algo muy sano.
Esperemos nomas si se consigue ese minimo para poder pedir la interpelacion, paciencia.
Salud
Eso es cierto :). Lástima que recién estemos entrando en la dinámica de un Congreso más preguntón (lo cual veo, sinceramente, como algo sano, luego que pregunten solo tonterías es otro tema :P). Falta institucionalizar más el control a que sea semanal por norma (en vez de mensual como ahora, y siempre «si no me equivoco») y todo perfecto.
Se necesitan 40 votos, UN tiene 15, UPP 19, PNP 23, AP 9 y el PEDO (Grupo Parlamentario Especial Democrático y Otros) 5, no debería ser difícil sacar, entre ellos, una interpelación (a fin de cuentas, todos están tratando de poner en jaque al gobierno tras sus últimos y continuos traspiés).
Hasta luego y gracias por el comentario ;)