Miembros de la Iglesia Católica tuvieron cierta responsabilidad en varias masacres ocurridas en parroquias contra refugiados que, como siempre se ha hecho, buscaban un respiro al amparo de unas parroquias que, se supone, son casa de todos y refugio de los oprimidos. Hace unos años, dos monjas ruandesas fueron condenadas (en Bélgica, que se declaró competente para ello) por crímenes contra la humanidad cometidos en Ruanda. La Iglesia Adventista del Séptimo Día también se ha visto implicada, uno de sus pastores, Elizaphan Ntakirutimana, fue condenado por el TPIR a diez años de cárcel hace tres.
Está claro que ese sujeto no representa a la cristiandad, como no lo hacen los francos, pinochos y similares personajes de esa derecha reaccionaria que sólo usa a Dios para justificar sus infumables crímenes, y para, a la par, decidir que el Estado o el Mercado están sobre el individuo…
Pero volviendo al tema del TPIR, es reconfortante ver que una institución consiga, poco a poco, ir juzgando a los tantísimos responsables de una grandísima masacre con tan nefastas consecuencias en la que, eso sí, queda por ver la responsabilidad de algunos países como Francia, y gran vergüenza le tiene que dar a la comunidad internacional que realmente permitió que esto pasara, que no hizo nada y que le costó la vida y obra, a países como Estados unidos, calificar el conflicto como lo que era, un genocidio.