Hay algo internacional: La información totalmente centrada en la violencia por parte de quienes están en contra de dicha protesta. Y si se puede, se acusa de terrorismo y santas pascuas. Algo así está pasando con el «27J» en Perú, que también será un «28J» (no hay mejor forma de celebrar la independencia que reclamando derechos y en contra de los abusos del poder).
Pero a lo que íbamos: En la marcha, como no podía ser de otra forma habida cuenta del origen y forma de la convocatoria, había gente de todos los palos, desde el APRA hasta -por lo visto- Movadef. ¿En qué se fijan muchos medios? Le dan cancha a la «presencia de miembros del Movadef» (entre varias decenas de miles de personas, entre pancartas de todo tipo de grupos, contando barrabravas, van y se fijan en los cuatro identificados de dicho movimiento; y si le dan bola a su presencia solo es para deslegitimar al todo). Esto ya estaba avisado, últimamente cada vez que los gremios convocan algo sale el ministro «alertando» de la presencia de Movadef (¿saben qué? la gente de Movadef no tiene restringidos sus derechos políticos y ciudadanos, pueden participar en las marchas que quieran, por si no lo sabían); esta vez no fue diferente, el ministro del Interior ya «avisaba» de esta «infiltración» y pedía empadronamiento de los manifestantes (¿¡cómo!? ya el colmo, hay que hacerle el trabajo sucio a la policía). Él avisó, él confirmó que ellos estaban ahí.
¿El otro punto? En la violencia, sin explicar nada pero con fotos (las fotos son siempre importantes, impactan y, sin explicación, son realmente manipulables). Así la «violencia se desbordó». ¿Alguna explicación de qué pasó? Mejor no. ¿Alguna consideración sobre la extensión de esa violencia? Tampoco hombre.
¿Quiénes son los violentos? Los chicos de Movadef son cualquier cosa menos angelitos, pero cuando tienes un ejército de policías de gatillo fácil «cuidando» una multitudinaria manifestación, la violencia no viene de cuatro de dentro de la manifestación, sino de los reflejos autoritarios de una policía que piensa que reprimir es sinónimo de controlar (bueno, claro, en la lógica del estado-violencia son sinónimos, tonto de mí). ¿Qué pasa cuando la policía carga con bombas lacrimógenas? Se genera caos. El caos es pura violencia provocada que hace mucho más daño que cuatro piedras que se pudieron tirar como detonante inicial (léase «excusa para embestir»). En todas las manifestaciones (y mientras más grandes más ocurre) la policía dispara bombas lacrimógenas. ¿Por qué? ¿Estaba justificado? ¿Cuándo se darán cuenta -si es que no lo saben- que ese método de control de masas no genera dispersión sino que aumenta la violencia? Más cuando las calles andan cortadas y no hay salidas por dónde dispersarse.
Lo importante es el mensaje. Y aun así he caído en el discurso de hablar sobre violencia y grupúsculos de infiltrados (tampoco es correcto hablar de infiltrados).
Esta marcha no es la primera, ni será la última (hoy una más grande), con un mensaje contra el gobierno, ya sea por detalles (temas como la pertenencia de un equipo de fútbol), reformas legales (ley Servir), designación de cargos (lo que ha levantado un grupo de «indignados») o por temas amplios (toda la política económica del gobierno), temas que unen a los manifestantes de distinto palo mediante el hartazgo en los gobernantes, en romper los prejuicios de un limeño poco acostumbrado a marchar (las últimas grandes manifestaciones fueron hace más de diez años), lleno de prejuicios («con esos yo no marcho») y con gremios débiles y sin poder de convocatoria. Ahora lo tienen, ahora se juntan los reclamos gremiales con otros diferentes en una sola marcha. En varias protestas.
Los reclamos son variados (muchos temas, muchas quejas), desde la transparencia y Política con mayúsculas (pidiendo ir contra la corrupción) hasta un pedido de cambio de política al gobierno («para esto no le voté», más de uno decía), todos ellos con base a que ahora (y siempre) el gobierno está actuando de espaldas a la población y para favorecer a una oligarquía (esto… ¿qué creen que es una democracia formal y burguesa, mis estimados?). Ese es el mensaje, a eso debe responder el Congreso y el gobierno de Ollanta Humala, dar la patada al contrario, aplicar a la población la represión guardada para el enemigo, es tirar leña al fuego. Mejor, es tirar petróleo para apagar un pequeño incendio, ¿qué creen que pasará?
(Me gustaría estar allá.)