La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) es el sindicato de clase más importante de nuestro país, de ella depende, en gran medida, la capacidad política de presión de los trabajadores del país (y por ello durante años se le ha atacado tanto, justamente para que, como institución, no sirva). Apoyó de forma clara al candidato a la presidencia, hoy máximo mandatario del Perú, Ollanta Humala, algunos de los dirigentes y miembros del sindicato incluso fueron en las filas de Gana Perú para el Congreso (ninguno salió electo). Y se supone que la postura es de «apoyo crítico» (se aplaude a un viceministro de trabajo pero se repudia al Ministro del ramo, por ejemplo). Pero, en cambio, la CGTP parece que olvida que el gobierno de la nación y el sindicalismo que ellos representan no son lo mismo.
El que convoquen una manifestación para el 12 de octubre con el fin de «respaldar los cambios» es pasarse tres pueblos y acercarse demasiado a lo que puede ser un «sindicato amarillo». Está bien que la CGTP apoye algunas medidas del actual gobierno, y que las defienda ante los ataques que las mismas reciban, pero movilizar a las bases para apoyar al partido que gobierna y al presidente del país es un paso excesivamente grande, máxime cuando la amenaza está lejos de ser grande (no hablamos de salir a la calle para intentar detener un golpe de Estado a la venezolana, ahí lo entendería).
La CGTP, desde mi punto de vista (o sea, de alguien que está fuera de ese sindicato y del país) no debería vincularse de una forma tan fuerte con el gobierno, perderá así la capacidad de representar a los propios trabajadores del y para el estado, en tanto que será un sindicato vinculado con un patrón, y tampoco es ni pretende ser el gobierno de Humala régimen comunista o de construcción del socialismo, más bien es un modelo que se sigue sustentando en el capitalismo (llámenlo como quieran, pero proponen más mercado) y que cuando puede reniega de la izquierda tanto como de la derecha (o considera superadas ambas posturas ideológicas).
Desde esta bitácora he apoyado cuanta manifestación ha hecho la CGTP (aunque muchas veces he criticado los documentos, comunicados o demás que saquen), pero me resulta inasumible la pérdida de fuerza reivindicativa cuando se pone al servicio del poder todo el capital político y de lucha. La apuesta que está haciendo la CGTP es muy alta, y puede resultar contraproducente en la construcción o el mantenimiento de un sindicato de clase.
¿Cómo podemos, los trabajadores, confiar en una institución que puede ser instrumentalizada por el gobierno al punto de marcarle la agenda de movilizaciones?
Voy a decirlo de otra forma: Está bien que la CGTP apoye las medidas del gobierno, pero las reivindicaciones y movilizaciones deberían ser para ir más lejos que lo que el mismo propone y dispone, no solo para darle un espaldarazo a esas medidas, que siguen quedándose cortas, sino para decir «sí, está bien, pero queremos más», sino el apoyo es pleno y no crítico, sino parece que la CGTP es simplemente un instrumento del gobierno, sino aparenta un control que espero que no exista, sino da la impresión de ya no servir a los intereses de los trabajadores para acercarse a los intereses de la clase gobernante, que la de hoy no es muy distinta a la de ayer (solo hay que ver el gabinete actual).
Ojo, la nota enlazada no es una tergiversación de los motivos de la marcha, está firmada por el propio Mario Huamán, donde nos pone que la movilización se realiza:
«con el fin de respaldar el proceso de cambio que va orientándose a promover la generación de trabajos con derechos, aumento de salarios y pensiones, libertad sindical, seguridad social para todos, gas y energía barata, entre otros. Asimismo, la marcha es para rechazar las pretensiones de la derecha y ultraderecha empresarial y política de mantener la exclusión social y la desigualdad, todavía imperante.»
Triste sindicato de clase el que sale a morder a los enemigos del gobierno sin nada de crítica constructiva, el que simplemente apoya y aplaude al poder vigente. Una cosa es apoyar medidas concretas del gobierno y otra muy distinta el ser su rottweiler.
Hace unos días el compañero Carlos Mejía escribió un más que interesante artículo titulado «Más huelgas: La estrategia sindical en la presente coyuntura», en el mismo reflexiona sobre la situación actual más proclive al respeto de la libertad sindical y del derecho a la huelga, dice que:
«dicho apoyo [a medidas concretas del gobierno], a nivel político y confederal, no implica necesariamente una mayor «paz social». En algunos espacios sindicales, se entiende que este es el momento más adecuado para recuperar la densidad en membresía, reducir la brecha salarial y engrosar los convenios colectivos. Efectivamente, compañeros y compañeras, doña Correlación de Fuerzas ha cambiado de domicilio y ahora hay nuevas oportunidades.
(…)
Tenemos que organizar una ola de huelgas que nos permita recuperar todo lo perdido: mayores salarios, mejores contratos y condiciones de trabajo, así como el pleno respeto a las libertades sindicales.»
No sé hasta qué punto un apoyo no ya decidido, sino activamente funcional, al gobierno no pasará factura justamente a la capacidad movilizadora en el nivel de las bases, en la de convocar huelgas.
Espero equivocarme.
Excurso: Deberían ser las juventudes del PNP, o el propio PNP, quien organizara las marchas en favor del gobierno, luego, si eso, que CGTP las apoyara, pero apostar tanto capital político así, a primeras… Malo.
Buen día. Me gustaría comunicarme con el autor de este post. Es interesante su punto de vista. Espero su respuesta. Gracias.