Definitivamente hay que escucharles, y de forma muy atenta, intentando pillar sus eufemismos y todas esas frases en que nos quieren colar como «sentido común» lo que es una posición ideológica (que está muy bien que la tengan y mantengan, pero no digan que es «sentido común»). Me refiero en concreto, esta vez, a la interesante entrevista a Jesús Bánegas realizada ayer en el programa «En días como hoy»:
Jesús Bánegas, para situarnos, es el presidente de Asociación Empresas de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de España (AETIC), y es un candidato a presidir la todopoderosa Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), la patronal de patronales ni más ni menos. Así que sus opiniones serán más que importantes si es que sale electo. Además, los otros candidatos no es que sean ideológicamente antagónico ni mucho menos (por ahora hay tres que se presentan para los comicios del 21 de diciembre), por más que uno se presente como «cercano» al PSOE andaluz.
No voy a realizar una crónica de la entrevista (es de media hora y se escucha bien), pero sí voy a realizar unos apuntes a las declaraciones del candidato:
Decir medias verdades es una forma de mentir, cuando habla del sistema alemán, de cómo ellos se bajan el sueldo cuando hay flacas bajas, falta recordar que no solo cobran menos, sino que también, en gran cantidad de casos, trabajan menos, por no decir que Alemania no despidió gracias a un movimiento que tarde se ha traído en España, que es favorecer que en la disminución de producción venga de la mano con una disminución de las jornadas laborales pero cobrando la prestación de desempleo para la parte del tiempo no trabajada (o sea, si pasas a una jornada del 60%, el 40% restante figura como «desempleo»), con lo cual los trabajadores seguían ingresando una cantidad de dinero parecida (nunca igual, pierden todos los complementos y demás) como si trabajaran a tiempo completo.
¿Qué significa esto? Que el sacrificio del trabajador no es como lo presenta Bánegas de bajarse el sueldo y encima trabajar lo mismo (hay casos que sí, muchos de ellos vinculados a convenios propios -no sectoriales- que estaban por encima del sectorial, descolgándose del propio pasaban a cobrar lo mismo que los del sector, no menos).
Bánegas pide flexibilidad, ¿pero por qué solo la exige en el sentido que perjudica a los trabajadores? ¿Cuando hay beneficios realmente cuánto se distribuye entre el personal asalariado? Poco o nada, eso ya lo sabemos. Incluso con la crisis encima en muchas empresas se ha despedido y congelado sueldos por más que la empresa mantuviera beneficios (menos que otros años, pero beneficios a fin de cuentas), esto es, la flexibilidad solo se exige si precariza el trabajo, no cuando lo puede mejorar.
Eso se ve cuando manifiesta que «si tienes un 20% menos de pedidos puedes hacer dos cosas, o despedir al 20% o bajar los salarios un 20%». Aguante el carro mi estimado presidente de cárnicas de informáticos y asimilados, si puede darse el lujo de despedir a un 20% es que no requieren de un 20% de trabajo, con lo que no se debe «bajar» únicamente el salario un 20%, sino que lo que se debe bajar es el trabajo (la jornada) de los contratados en un 20%, y con ello, claro, lo que cobran de salario (salvo si introducimos el modelo alemán, ese 20% lo cubre la prestación de desempleo y así el trabajador pierde poca capacidad adquisitiva). Si se hace lo que dice Bánegas se está estafando al trabajador, se sigue usando un 100% de su trabajo pero a un 80% de su precio, y eso con la excusa de que realmente no es necesario ese 100% de trabajo.
Lo que propone Bánegas (y la CEOE actualmente) es que no solo cobremos menos, sino que trabajemos más por ese menos. Y no pues, menos cuando ellos siguen dando beneficios. Uno entiende que si el jefe no puede ni comer el trabajador se chincha, pero cuando la empresa da miles de millones y propone un recorte de plantilla y una congelación de salario porque hay que ser «flexibles» (¿y cuando pedimos «flexibilidad» para la conciliación familiar por qué nos mandan a la porra? ¿no había que ser «flexibles» en todo si eso?) es un mal chiste en que la brecha salarial va creciendo (lo que viene sucediendo en los últimos 30 años, nada nuevo bajo el sol), como cuando el gobernador del Banco de España habla de moderación salarial y él se sube su remuneración en diez veces el IPC actual.
Cuando habla de los despidos, otra que tal baila. «Facilita más un tipo de despido al precio de judicializarlos». Mentira cochina. Ese tipo de despidos, siempre que el trabajador reclame, va a estar judicializado, como absolutamente todos los despidos, como absolutamente toda finalización de contrato que una parte no esté de acuerdo (todos), como, en fin, todas las relaciones regladas más o menos en la legislación, cuando una parte no está de acuerdo, puede ir a los tribunales.
Por otro lado, lo que ha hecho la reforma es facilitar que la opinión subjetiva del empresario valga como prueba objetiva para el despido, con lo que se facilita que en la judicialización que ya existe (no es que la reforma introduzca la misma) el empresario tenga las de ganar (cosa que actualmente no pasa), es una mentira en tanto que parece que la legislación de la reforma es la que judicializa esos despidos, y no es así. Pero es que quitar la posibilidad de ir a los tribunales, en todo caso, sería vulnerar el artículo 24 de la constitución, esto es, la tutela judicial efectiva.
También habla este sujeto como si el «marco que nos dimos en la transición» no hubiese sido renovado y modificado infinidad de veces, parece que no se hubiese tocado una coma de una legislación que más flexible y sería de plastelina. Bien que ellos quieran ir más lejos, que les gustaría que el empresario tuviese todo el poder, esto es, volver a una igualdad solo formal en que una parte impone sus condiciones sin problemas a la otra, pero que no nos venda la moto de «es que llevamos mucho con la misma normativa», que parece una broma pesada.
«Por otra parte es necesario que haya un equilibrio intergeneracional, no que unos paguen por otros, el sentido común lleva a la necesidad de reformar las pensiones», declara el candidato, así como manifiesta que «es bueno hacerlo por una buena razón, porque España está endeudada».
Si tenemos que «contentar» a los mercados reformando las pensiones (a peor) mal vamos, cuando por ahora la Seguridad Social tiene superávit (bien, la pirámide poblacional puede ponerla en jaque, pero hoy por hoy los mercados no deberían ni rechistar por el sistema de pensiones, que tiene cuerda para rato), la deuda de España poco o nada tiene que ver con esas pensiones (salvo que asumamos que quien paga manda, y que si a los dueños de la deuda les da por exigirnos que reformemos, nosotros debemos obedecer porque nuestros gobernantes son sus sirvientes, con lo que vamos a la pantomima de las democracias formales dentro del capitalismo).
El «sentido común» no dice nada, no dice que las reformemos o no, o, incluso asumiendo que son insostenibles y hay que reformar las pensiones, ese «sentido común» no marca rumbo alguno. El sistema que hay en España es de solidaridad intergeneracional, esto es, uno no aporta para que uno pueda cobrar en el futuro en realidad, no hay cuentas personalizadas de capitalización (aunque lo aportado se tenga en cuenta para, primero, ver si cobras una pensión contributiva o una no contributiva, y segundo, para ver, dentro de los márgenes de las contributivas, si estás en el máximo posible o en el mínimo o en uno de los tantos grises existentes), no es como si estuvieses metiendo todo tu dinero en un plan de pensiones (miren Estados Unidos y dígannos si ese es el mejor modelo, que cada uno ahorre por su lado y que una crisis como la actual se pueda comer el 100% de lo ahorrado en una vida entera, yo eso no lo quiero).
En España los que ahora estamos en activo pagamos las pensiones de los que están en pasivo, así esos que hoy cobran pensiones contributivas o no contributivas (¡las dos!) en su día pudieron pagar (en las contributivas pagaron, sin el pudieron) las pensiones de sus mayores. Es cierto que el sistema da una expectativa (aporto hoy y podré cobrar mañana), pero no es menos cierto que se basa justamente en un deseo conservador en el Estado de Bienestar (que se mantenga el sistema actual) más que en uno capitalista (estoy generando ahorro que está siendo capitalizado), en tanto que el sistema es uno y no el otro, y nadie, si le preguntas, estaría de acuerdo con asumir el coste de la capitalización en tiempos de crisis.
¿Qué quieren realmente con la reforma de las pensiones? Quieren forzar primero un sistema de capitalización mixto (que lo público sea una porquería y que la gente -los que se lo puedan permitir- hagan planes privados de pensiones -con lo que el sistema financiero se forra por mientras, y si alguien pierde, si eso es el trabajador quien pierde-), saben que mucha gente se jubilará antes de la edad legal, pero buscan que así sea para que no cobren el 100% prometido por el sistema, luego, si eso, convencer a la población que siendo tan paupérrimo lo público, ¿para qué mantenerlo? Que todo sea privado…
¿Por qué no se plantea, entonces, un sistema mixto real, donde parte sea contributivo y la otra parte sea sufragada por todos mediante impuestos? No, no mixto con lo privado, sino mixto desde el conjunto de lo público. Ah no, eso ni hablar, dicen desde la CEOE y demás. Privado que es ese sentido común que se inventan…
Por otro lado, la centralidad que pide para la CEOE («si el gobierno tiene que hacer política económica, que nos pregunte a nosotros que somos los que de verdad hacemos economía», nótese que excluye a los otros interlocutores sociales -los sindicatos básicamente-, esta exclusión la refuerza cuando dice: «yo creo que cualquier gobierno debería escuchar dos opiniones, la primera la de los empresarios, la segunda mirar hacia fuera» -hablando de lo que hacen los empresarios de fuera y sus gobiernos títeres-, a los trabajadores el gobierno no debe escucharnos por lo visto) es una cuestión no de «sentido común» sino ideológica también, no quiero decir que esté mal que se les consulte o pida informes (a ellos y al resto de la llamada «sociedad civil»), pero el gobierno de forma indirecta lo eligen los ciudadanos, elegimos al menos a los parlamentarios (más o menos), no a los empresarios, y hasta ahora la CEOE no había tenido unas elecciones como tales, no podemos fingir que vivimos en una democracia donde quienes gobiernan son las principales empresas agrupadas en la CEOE (encima eso, en un país de PYMES como es España, la organización empresarial que lleva la voz cantante no es la CEPYME, sino la CEOE, que son las grandes empresas las que cortan el bacalao).
Decir que sin empresarios no hay economía es simplemente mentira. Esto es, los empresarios (en el sentido capitalista) solo son necesarios (pero no imprescindibles) en los sistemas capitalistas, eso o decidimos que no existía la economía antes del capitalismo.