Estados Unidos siempre ha hecho lo que le ha dado la gana. Estados Unidos ha dejado claro que, simplemente, el Derecho Internacional Público le da exactamente igual. Estados Unidos, como Estado, es un país criminal. Históricamente se ha dedicado a destruir democracias por defender los intereses geopolíticos de su propio Estado o por favorecer a unas élites económicas (que son las que controlan su país), en otras palabras, no a favor del pueblo estadounidense, si no de unos pocos. Estados Unidos ha montado o participado en todo tipo de guerras, ha abierto frentes con mentiras y se ha saltado el Derecho Internacional siempre que ha podido, y es un país, para más inri, que tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSONU), lo que le da carta blanca un poco para hacer lo que le dé la gana. Además, nunca se ha cortado en apoyar regímenes genocidas (como el actual de Israel), acusar a la víctima de ser víctima (como con Ucrania), o votar en contra en la ONU de cosas tan básicas como la prohibición de las torturas. Mantiene, además, centros de tortura fuera de su territorio (Guantánamo sigue ahí, por poner solo el más conocido).
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