Como minirreseña de hoy toca «Simplemente Genial», juego diseñado por Reiner Knizia e ilustrado por Michaela Kienle. La edición original es de Kosmos, sacada en 2008, publicado en castellano por Devir en 2013.
El juego no tiene tema, con lo que no voy a hacer el típico parrafito introductorio al mismo…
Estamos ante un juego de exprimir la propia suerte, competitivo, muy sencillo y simple. Vamos al lío:
Características principales
- Tipo de juego: familiar.
- Mecánicas principales: colección de conjuntos y tienta la suerte.
- Jugadoras: 2 a 4.
- Duración: 20 minutos.
- Nivel de azar: altísimo.
- Dependencia del idioma: nula.
- Componentes: 126 fichas (21 por color), una losetita gigante y el reglamento.
- Edad recomendada: 10 años o más.
- Sobre el tema: no tiene.
- Nota sobre los materiales: el cartón es más delgadito de lo recomendable y estaría bien que viniera una bolsa opaca en vez de tener que poner las fichas bocabajo. La loseta gigante solo se justifica por el espacio sobrante en una de las planchas de fichas.
Breve explicación
El objetivo del juego es conseguir 7 fichas (o 5 si se juega a 4) de cada uno de los tipos (colores). La partida finaliza en cuanto alguien consiga el objetivo.
La preparación es tan sencilla como barajar las losetas dejándolas bocabajo, se revelan tres que van al centro y ya.
El desarrollo también es simple: cada persona, en su turno (se sigue las agujas del reloj), puede decidir entre dos acciones: revelar una ficha o reclamar, del centro, una ficha del color que menos tenga. Pero vamos por partes:
Cuando se revela una ficha (la acción central y principal) puede pasar que ninguna ficha del centro sea de ese tipo (por ejemplo, se saca una azul y no hay ninguna en el centro), esta se pone en el centro y el turno acaba. Si al sacar la ficha, ya hay otra de igual color en el centro, quien tiene el turno puede decidir si «recolectar» (toma todas las que ha sacado y todas las iguales del centro) o revelar una nueva ficha. En este caso, se pueden dar tres circunstancias: que no haya otra igual en el centro, se ponen todas las sacadas en el centro y se acaba el turno; que sea igual a otra sacada durante ese turno (se saca una segunda azul, por ejemplo), se ponen todas las sacadas en el centro y se acaba el turno; o es distinta a las demás sacadas pero igual a una del centro (en el centro hay una roja, una naranja y una verde; se saca una verde, se decide sacar otra y sale roja) con lo que volvemos a plantear la misma posibilidad de antes: recolectar o sacar otra ficha más.
La otra opción es mirar si en tu colección hay un tipo que tiene menos que los demás tipos (ojo, en caso de empate, no se considera que haya ninguna con menos); si hay una ficha de ese tipo en el centro, se puede coger una ficha de dicho tipo y acabar ahí el turno.
Si tras una recolección hay menos de 3 fichas en el centro, se revela hasta completar las 3.
La partida finaliza cuando alguien gana. Sin más. No hay posibilidad de empates.
Una opinión
Los «Genial» son una saga de juegos que comparten diseño gráfico y poco más; quiero decir, tienen alguna idea más por detrás que se repite, pero no hay nada que guíe todos los juegos; no tiene nada que ver el rompecabezas cuasiabstracto que es Genial con, por ejemplo, este título que nos ocupa ahora. Creo que esto puede llevar a equívocos que hacen que los juegos ligeros (como este) se vean muy mal considerados ante lo que son juegos con renombre (el propio Genial).
Simplemente Genial no comparte realmente nada con Genial. Ni en forma ni en fondo. Sí el dibujito de las fichas (pero ni siquiera la forma de estas) y ya. Si alguien llega a este juego esperando una versión reducida del clásico Genial, se llevará un gran chasco.
Sobre el arte poco voy a opinar, como digo, es el mismo que Genial y que otros muchos juegos donde han copiado esos seis simbolitos. Se diferencian bien tanto por el color como por la forma y poco más que decir.
Yendo al juego, Knizia consigue captar la esencia de los «tienta la suerte» (o exprime la suerte) en un juego bobísimo como es este. Y lo hace bien. Sacas ficha, ves si te sirve y te planteas si te arriesgas a otra ficha o te plantas. Punto. Que sí, que tiene eso de «voy a ver si le quito la ficha roja a la siguiente jugadora», pero poco más. Un juego eminentemente táctico, sin pizca de posibilidad estratégica, que se puede jugar casi en piloto automático pero que se vuelve una fiesta en cada pieza revelada. Un juego extremadamente azaroso sin ninguna mecánica de «control de azar».
El tiempo de juego es breve, muy breve… salvo a 4; creo que a 4 se puede alargar innecesariamente y este juego sí que es de «relleno», de desconexión total y duración breve. Durante la partida, eso sí, vas a estar todo el tiempo deseando la peor de las suertes al resto de la mesa, y eso es entretenido.
Con quienes lo he jugado ha solido funcionar bien y, normalmente, pica lo suficiente para encadenar un par de partidas como mínimo; también es de los juegos que me piden que lleve o saque, tanto por duración como por risas tontas como por cómo se puede jugar casi sin pensar. Un buen entretenimiento.
Este juego tiene una cosa curiosa entre la gente con que lo he sacado: se prefiere arriesgar al azar que ganar por la mecánica de «pide la que menos tengas»; no pocas veces he estado en partidas donde a alguien le queda 1 ficha pero no quiere emplear esa otra acción porque «esto hay que ganarlo sacando la ficha». Se busca, con esto, la «emoción» propia de los juegos de exprimir la suerte en puridad.
Recomiendo, de lejos, una bolsita opaca para las fichas en vez de ponerlas bocabajo; se barajan mejor y reduce el tiempo de preparación a menos que nada.
Y poco más que decir de este título; uno que sirve realmente de relleno en una ludoteca, que es un gran exponente de su categoría y que, hoy por hoy, te lo encuentras por precios realmente bajos que hacen interesante su adquisición (siempre y cuando no se mire la trasera de la caja).