Como minirreseña de esta semana toca «Mano a mano». Si el otro día hablábamos de un juego sin casi azar, lleno de posibles combinaciones y mecánicas abstractas, hoy toca mandar el balón a la otra banda con un tiradado de libro. Mano a mano es un juego diseñado por Corné van Moorsel con arte de Stéphane Poinsot para la edición de Morapiaf. El juego se lanzó originalmente en 2002 por Cwali y llegó su edición en español y portugués en 2010, con arte renovado (el original es de Christof Tisch).
Mano a mano intenta reproducir un partido de fútbol con unas reglas un tanto particulares. No es que sea un simulador ni nada, no se vayan a hacer ideas equivocadas, aunque consigue meternos en la esencia de un partido.
Estamos ante un juego competitivo para dos personas. Vamos al lío:
Características principales
- Tipo de juego: ¿temático? Familiar sí que es.
- Mecánica principal: tirar el dado y mover.
- Jugadoras: 2.
- Duración: 25 minutos.
- Nivel de azar: muy elevado.
- Dependencia del idioma: nula.
- Componentes: un dado de 6 caras, 10 de los monigotes de madera más grandes del universo divididos en dos colores, el tablero gigante, cuatro marcadores de madera (uno para el tiempo, dos para los goles de cada equipo y una ficha que hará de pelota), una plancha de pegatinas para los números de las camisetas y dos reglamentos (portugués y castellano).
- Edad recomendada: 10 años (¿en serio?).
- Sobre el tema: ¡bien logrado! Parece que no porque sustrae muchas acciones básicas del fútbol pero, en el fondo, lo hace para conseguir que el juego fluya a buen ritmo y dé las sensaciones que uno busca en un juego casual y que no es simulacionista.
- Nota sobre los materiales: el tablero está algo desaprovechado y es un poco sosete, sobre todo si lo comparamos con la genialísima portada o con el tablero original. Por otro lado, los monigotes de madera son tan grandes, tan geniales, no hay palabras. Me fastidia el desprecio absoluto por el espacio que tiene este juego, la caja sobra por todos lados.
Una breve explicación
El objetivo del juego es marcar más goles que la persona rival a la finalización del encuentro. Vamos, exactamente igual que en el fútbol real. La partida acaba cuando el marcador del tiempo llega al «9» (si no hay empate, si hay, se continúa hasta el «12»). ¿Cómo avanza el tiempo? Pues sube «uno» cada vez que sale un 1 en el dado.
Se colocan las piezas en el campo siguiendo un orden (curiosamente, es obligatorio poner al menos uno de tus monigotes en el campo rival), teniendo cada equipo una portera y el resto son jugadoras de campo; y luego todo es tirar el dado, mover al menos un monigote (solo ortogonalmente), mover la pelota (si se llega a ella). La pelota puede hacer un pequeño «giro» (una vez, 45.º, puede mover en diagonal).
Cada ficha ocupa una casilla, no puede haber dos fichas en la misma casilla ni se puede «traspasar» otra ficha (propia o de la rival). La pelota se golpea entrando en su casilla, el primer movimiento es «gratis» con lo que se pueden hilvanar jugadas de pases. Salvo si se marca gol, es obligatorio usar todos los puntos del dado…
Si hay prórroga, esta se juega con la regla de gol de oro para finalizar la partida, si nadie marca gol en esos turnos extras, gana la última persona que marcó gol (antes de la prórroga, se entiende; cosa que carece de sentido), si nadie marcó gol durante el encuentro, hay empate (el reglamento pone «nadie gana»).
Eso es básicamente todo, algunas reglas extras para evitar bloqueos en las áreas, sobre cómo se marca un gol y qué pasa después del mismo, pero en esencia ese es el juego.
Una breve opinión
El juego se resume en lanzas el dado, con eso ves qué puedes hacer, te la pasas intentando pensar en qué camino hará tu rival y qué números necesita o cuáles necesitas tú… vamos, ese momento horrible de «con un 6 me mete gol» y ver cómo sale ese resultado; o lo contrario, el «ya casi lo tengo, si saco 2 o más meto gol»; sacas 1, claro.
Como ya pueden ver, Mano a mano no tiene muchos de los elementos típicos del fútbol: no hay entradas o marcajes (solo bloqueos), no hay saques de banda, saques de esquina, no hay faltas, no hay penales, no hay fueras de juego, no hay regates u otras filigranas, las arqueras no saltan ni hacen nada especial, no hay lesiones o cambios, no hay diferencias entre ninguna pieza del juego (en habilidades o lo que sea)… y aún así, se siente como un partido de fútbol.
Es un tiradado (un solo dado) que termina siendo caótico y emocionante, con momentos absurdamente épicos, con un pequeño toque de tentar la suerte, intentando optimizar la posición de tus monigotes para que un resultado medio decente del dado te permita avanzar mucho la pelota (he visto hasta combinaciones de 3 monigotes) sin descuidar la defensa (una mala tirada te puede dejar muy vendida si la rival puede aprovecharla).
Tal vez una de las cosas peor tematizadas sea el tiempo del partido, que le da un toque de emoción pero, por contra, deja totalmente al azar la velocidad en que se desarrolla una partida (en el juego original, por lo visto, son 25 turnos fijos).
Hay juegos muy bien pensados para reproducir deportes como el fútbol (aunque el más conocido está basado en el fútbol americano), con reglas que matizan la experiencia de juego y detallan hasta la última línea, permitiendo personalizar mucho los equipos y demás; este no es uno de ellos ni pretende serlo; este juego es un mero y sencillo divertimento, bastante honesto en lo que propone, que se monta en medio segundo y ya estás jugando.
Este juego me produce sentimientos encontrados en cuanto a su producción; por un lado, me encantan esas fichas de madera gigantes para las jugadoras, son una enormidad genial (miren las fotos, por favor), pero esos monigotes carecen de personalidad, no tienen ni siquiera los números grabados o algún detalle más allá de su inmenso tamaño (sí, están las pegatinas, pero sabe a poco). Por otro lado, la caja es un despropósito que me lleva a preguntarme por qué no hicieron el tablero de cuatro partes y la caja mucho más pequeña. El tablero, que intenta representar un campo real (a diferencia del juego original), parece hecho con desgana, con dos zonas en blanco bastante feas, con los íconos de los silbatos que parecen sacados de un clipart de mala muerte… el juego, además, era bastante carillo para lo que trae (y para el momento en que salió al mercado), ahora está saldado en muchas tiendas a un precio más que decente.
Voy cerrando: este juego es lo que es, algo sencillo en que tiras el dado e intentas hacer cosas con tu resultado; de alguna extraña forma, te mete en el partido y resulta entretenido. Es de esos juegos que te dejan montarte la película, y eso que es muy simple.