Nos encanta pasarlo todo a binario, a blanco y negro, y obviar los grises. Toda esa escala que genera la combinación del blanco y el negro complica nuestra existencia porque quita certidumbre, el análisis fácil que se puede hacer con la lógica de quien escoge o puede escoger solo entre dos opciones. Eso pasa con los resultados en Cataluña, por muchos del «bando esto-no-es-un-plebiscito» ahora quieren que funcione como si lo fuera y zanjar la cuestión independentista, obviando por completo todos los matices. En el «sí» ocurre algo parecido, sin problemas marginan las diferencias de los dos proyectos que llevan esa marca -aunque parece algo más claro su postura que las del «otro lado»-.