Ya para acabar con este «resumen-crítica» de la reforma Laboral aprobada mediante Real Decreto-Ley 3/2012 queda realizar una valoración global de la reforma (I, II, III, IV y V). Lo primero que me viene a la mente es la lentitud con la que las principales centrales sindicales deciden si realizar una Huelga General. Por menos que esto fuimos a la calle en el 2010 (tarde y mal, pero fuimos, esa tardanza también fue responsabilidad de los sindicatos mayoritarios, de sus direcciones, que desconocieron el clamor de sus bases y del resto de los trabajadores). CC.OO y UGT, por lo visto, están barajando dos posibles fechas para la Huelga General, pero en realidad no definen si finalmente la convocarán o no. La otra duda que tengo es si el gobierno se está riendo en nuestra cara, la de todos los trabajadores, cuando afirma cosas como: «Esta es una reforma en la que todos ganan, empresarios y trabajadores, y que pretende satisfacer más y mejor los legítimos intereses de todos» (exposición de motivos del RDL 3/2012, 8º párrafo in fine).
La reforma laboral, en realidad, ni siquiera es «necesaria», algo que el propio texto se olvida de reconocer es que la destrucción o creación de empleo, más allá del marco normativo, depende realmente del tejido productivo del país, solo hay que ver cuánto empleo ha destruido la construcción y toda la industria y empresa vinculada de forma directa e indirecta para saber que ya podríamos tener este mismo texto normativo hace unos años que esas millones de personas se hubiesen quedado sin trabajo igual.Si nos fijamos en la temporalidad, otro de los puntos que destaca y quiere «combatir» la norma aprobada (¿aumentando el periodo de prueba a un año?), no está causada por la legislación, sino por la práctica empresarial, sectores con mucha mano de obra temporal y la falta de aplicación de la ley (no se comprueban las causas, no es posible que el 90% de las nuevas contrataciones sean contratos temporales que se adapten al sistema causal del Estatuto de los Trabajadores), por ello la crisis ha hecho bajar la tasa de temporalidad (del 33 al 25%, más o menos), porque se ha destruido mucho empleo ahí donde el trabajo es fundamentalmente temporal (como en el sector de la construcción, que tiene épocas del 70% de temporalidad).
Sobre las formas
La reforma es de tal calado que en un sistema democrático no se entiende que se haya aprobado sin debate alguno, de un día para otro nos vimos con un extenso texto sobre la mesa, ¿de dónde salió?, ¿ya lo tenían antes de las elecciones? Otros decretazos (el de 2010 y el de 2011, sobre la negociación colectiva) al menos vinieron de un debate más o menos extenso sobre sus extremos, sin ir más lejos, el de 2011 se parecía, y mucho, a lo discutido y casi firmado en la concertación social (más duro, eso sí, que aquel texto), este fue invisible todo el tiempo, hasta que el gobierno lo aprobó (aunque ya los ministros y el presidente fardaban de reforma dura, agresiva, y que costaría una Huelga General, ante los colegas europeos). Lo que es peor, tras la reforma tampoco quieren debatir, «solo cuestiones técnicas». No sé lo que entienden por las mismas (¿si está mal redactado un apartado?), pero es un tema ideológico el que nos toca discutir.
Los trabajadores no ganamos nada con la reforma, o, si quieren, son migajas las que nos tocan. ¿La tan cacareada vuelta atrás con el tema de los encadenamientos de contratos? El Partido Popular ha vendido, y mucho, esa medida, pero es una verdad a medias, solo adelanta el fin de la suspensión de la aplicación del apartado 5 del art. 15 del ET, y se podrán encadenar contratos sin obligación de pasar a fijo hasta el próximo año (el uno de enero), así que esa medida aun no es efectiva. ¿El tema del pago único de la prestación de desempleo para volverse autónomo? Pues sí, personalmente la veo positiva, pero si el pago para una medida así es toda la reforma, creo que el precio es extremadamente alto por ese favor. Y se nos imponen. ¿Que la mayoría de ciudadanos ha votado por este gobierno? Lo vinculo con el párrafo precedente: ¿Contó el PP lo que iba a hacer? En algunos temas realmente no sorprende, pero en otros, venga, han contradicho la campaña de forma directa (como en el abaratamiento del despido). No solo hemos sido, los trabajadores, excluidos del debate, sino que fuimos (fueron) engañados en buena medida.
Sobre los efectos
El Banco de España ya está aplaudiendo la reforma, así como lo han hecho todos aquellos que defienden una visión del mercado del trabajo más bien neoclásico, pero ellos mismos siguen sin entender las particularidades del mercado de trabajo, siguen sin ver que no es «un mercado» sino muchos, y, por supuesto, siguen sin ver que la fuerza de trabajo y los rendimientos del trabajo es lo único que la gran mayoría de personas tenemos, tanto para ofrecer como para vivir. Son los mismos que han estado durante mucho tiempo hablando de la moderación salarial como creadora de empleo (durante la crisis la moderación salarial ha sido fuerte y se ha seguido destruyendo empleo), y al final la OIT ha determinado, visto lo visto, que no, que no crea empleo. Además, si es por capacidad «creadora», con la legislación vigente hasta el mes pasado España llegó a tener menor tasa de desempleo que Alemania. Eso sí, ya nadie dice que esta norma «creará» empleo «en el corto plazo», lo hará «a medio o largo plazo», lo cual es hacer trampa analítica, si se sale de la crisis económica (y se saldrá, tarde o temprano) se crearán puestos de trabajo, esté o no esta reforma. Este cambio normativo, eso sí, apunta en cierta medida al lado contrario al que nos interesaría como trabajadores en cuanto al sistema productivo, en vez de hacer más competitivas a las empresas por sus procesos, investigación, calidad y demás, se apunta casi exclusivamente a tratar al trabajador como un coste que hay que disminuir (menos salario por más horas de trabajo, menos derechos).
No creo, como a veces se dice, que esta reforma traerá un fuerte desempleo, a corto plazo puede, pero más vinculado con despidos colectivos o individuales que se han aguantado una vez se supo que el gobierno tenía una reforma laboral en la recámara, pero fuera de eso (que es más anecdótico que estructural), pero los despidos, como las contrataciones, dependen de otras cuestiones, si la empresa necesita esos trabajadores los mantendrá aunque el despido sea más barato y más fácil. Esto en la suma agregada. Otra cosa es que desde ahora puedan haber más contratos fijos que solo lo son de nombre, y que exista una rotación de trabajos mayor (que es lo que pasa en países con legislaciones muy flexibles y con baja temporalidad, que en términos prácticos la gente rota más de trabajo que en los sitios con mucha temporalidad, porque es trabajo «fijo-precario»). Lo que sí generará la reforma es un efecto sustitución por dos lados, por uno, trabajadores con derechos, antigüedades y demás que verán como o renuncian a los mismos o pierden el trabajo por otros trabajadores sin dichos derechos (los mismos si renuncian a pelear por sus derechos).
El gran efecto de la reforma no está tanto en su aspecto económico (creación o destrucción de puestos de trabajo vinculado al nuevo marco) sino en el laboral puro y duro: han cambiado las reglas de juego. Creo que ese debió ser el nombre de toda la saga de estos apuntes (y no solo de dos artículos). La negociación colectiva ha cambiado de forma muy profunda, no solo por la actual primacía de los convenios de empresa en casi todo lo importante, que ya es un cambio profundo en sí mismo (y en esa dirección ya iba la reforma del 2011), sino también por el aumento de las prerrogativas empresariales al punto de poder variar lo ya acordado.
Hasta ahora se entendía que el convenio colectivo era un contrato-norma que obligaba a las partes durante su vigencia, se fueron integrando en el mismo facilidades para su adaptación durante la vigencia del mismo, siempre de mutuo acuerdo, dejando de paso una pequeña vía para que determinados temas, cuando existieran razones más que probadas y profundas, pudiera variarse por parte del empresario lo acordado, ya sea por sus representantes en el convenio, ya en el contrato de trabajo, ahora no, se abre tanto las causas que justifican estas variaciones que prácticamente se da todo el poder a una parte para incumplir lo pactado. Eso es: incumplir. ¿Qué más dará lo que firme un empresario si al final podrá hacer lo que quiera? Ese «poder» que ahora tiene el empresario al momento de negociar cualquier cosa es una amenaza constante para la otra parte.
Lo que es peor, el empresario durante la vigencia del convenio puede cambiar las condiciones, pero el trabajador no, supongo que se seguirá prohibiendo las huelgas de mejora de convenio durante su vigencia, cuando, para que sea una reforma equilibrada, se tendrían que permitir, así como peticiones del tipo «señor empresario, ya que su empresa tiene más beneficios de los esperados, nos pagará a todos los trabajadores más este año, habíamos pactado una subida del IPC para este curso, pero habida cuenta de lo ya mencionado, queremos dos puntos sobre el IPC desde junio», y si el empresario no está de acuerdo con la petición, a la justicia social para «parar» la aplicación del cambio propuesto por los trabajadores. ¿Les parece absurdo? Es lo que se hace pero solo a favor de una de las partes de la relación contractual.
Las reglas también han cambiado en otro punto: Realmente permite mayor individualización de las relaciones de trabajo. Y desde el lado negativo, a la baja. Lo que para altos directivos o personal muy cualificado ya es una realidad y a nadie le preocupa o molesta (porque es a la alza), con los puestos no cualificados es, simplemente, un abuso. O lo será. Esto es lo que algunos comentaristas comentan como la «legalización del acoso laboral», razón no les falta.
Se defiende la norma como «equilibrada», el propio texto lo repite una y otra vez, pero, como ya dicen los detractores más agudos, no es que sea desequilibrada, es que es desequilibrante, no solo da más poder a una parte, sino que permite que la misma incluya en las relaciones laborales más y más desequilibrios. Y esa parte, claro, no es la de los trabajadores.
Con esta reforma los trabajadores perdemos, y mucho, se acabó lo que se daba en cuanto a la negociación colectiva, potencialmente se precariza todo el empleo y se flexibiliza las relaciones laborales cuando las mismas no se dan entre iguales, se dan entre una parte con mucho poder y otra, el trabajador, sin ninguno, y toda su fuerza se encontraba en el lado de lo colectivo, que ahora desaparece en buena medida.
La coartada
La crisis, queridos lectores, solo es una excusa para colarnos la reforma y hacer llamamientos a la «calma» y «responsabilidad colectiva», la crisis nos tiene asustados y nos deja aceptar lo que en otras épocas hubiese planteado más dificultades, la moderación salarial, estos temas del descuelgue y los de flexibilidad, ya se iban introduciendo poco a poco en las reformas de 2001, 2002 y 2006, época de vacas gordas, en el 2002 se intentó eliminar los salarios de tramitación (y gracias a la huelga general pudimos recuperarlos parcialmente), así que la reforma no viene por la crisis, no es consecuencia de la misma, sino que es un golpe que llevan un tiempo tratando de asestar, y que finalmente lo hemos recibido de un solo guantazo. Las reformas que antes eran paso a paso ahora se han dado todas juntas de un brinco.
Prácticamente todos los cambios que se han hecho y nos han perjudicado luego se asientan y permanecen en la legislación (salvo unos pocos corregidos en el 97 tras ser introducidos en el 94), hasta ahora o viene una buena huelga general o las reformas no se corrigen nunca. ¿Lo vamos a aceptar? ¿Vamos a dejar que nos quiten derechos o vamos a defender los mismos? Yo voto por defenderlos.
Guelga general ya