Continuando un poco con mi anterior entrada, seguiré con unas breves notas sobre el Debate del Estado de la Nación celebrado estos días, sé que llego tarde, mal y a rastras, y no esperen encontrar un resumen, solo mis impresiones. El debate en general se centró demasiado en el tema del Estatuto de Autonomía de Cataluña, en la sentencia reciente, si bien muchos dicen que fue una provocación el haberla publicado (aunque su contenido esencial ya se conocía) días antes de la ya convocada manifestación nacionalista en Cataluña, al que mejor le ha venido es a Rodríguez, que si bien por la misma ha recibido palos por todos lados (los nacionalistas no españolistas por el fin de la España plural, y los nacionalistas españolistas por el fin de España, así, sin más), era un tema con el que podía gambetear mejor que otros como la crisis económica o las medidas tomadas desde mayo por el gobierno, todos le recordaron que ha cambiado no solo de discurso, sino de accionar, lo que el gobierno, queriendo engañarnos como a niños, niega tozudamente sin más argumento que el cambio de la situación (lo que es muy pero que muy parcialmente cierto, tan parcial que es falso si no vemos todo el cuadro).
De los otros contendientes del debate, por una vez y sin que sirva de precedente, me gustó Gaspar Llamazares (IU), la falta de tiempo en sus intervenciones (dividida en tres entre los de su grupo) ayuda a que sea conciso (sé que es irónico que yo diga esto), y ha sido especialmente duro y directo, aunque sigo extrañando en él un discurso (más) socialista, sé que no se puede pedir peras al olmo. Pero sí planteó una alternativa de izquierdas a las actuaciones del gobierno, y es algo que viene haciendo desde hace bastante tiempo, y a quien más veces le han «traicionado» tras acordar temas de fiscalidad progresiva que finalmente no se realizaron. Fue de los pocos diputados que sí dio una alternativa de gobierno, es lógico que no lo hicieran partidos como CiU o PNV (aunque sí dieron pistas sobre las líneas de reformas que debe seguir el gobierno, «más a la derecha»), no lo es que el PP no se mojara de verdad, UPyD, por su parte, dijo menos de lo que esperaba, aunque sí planteó sus alternativas, no tanto en lo económicos, mas sí en lo nacional, pero adelanto temas. Por cierto, Llamazares no dejó de prestar atención al tema electoral, se mostró «traicionado» puesto que el gobierno prometió estudiar el tema y la comisión encargada (donde participa IU, pero no UPyD) dijo «no» a todo, el presidente, tras mostrarse perdido en el tema, decidió comprometerse a nada diciendo que ya lo estudiaría. Escuece a la formación de izquierdas tener casi un millón de votos y solo dos representantes electos por la coalición IU-ICV.
Durán i Lleida (CiU) creo que estuvo especialmente bien, más duro que de costumbre, además, dio donde duele, en una posible renuncia de CiU en el apoyo puntual y pragmático al gobierno de España, hizo valer su condición de socio preferente, aplaudió el cambio de rumbo del gobierno en materia económica y laboral no sin antes pegarle una paliza por la demora y por las políticas previas, pero a la vez mostró su cara más «catalanista», fue un debate interesante por las continuas referencias al «pacto constitutional», a interpretaciones varias sobre el término nación, incluso el presidente (y ahí estuvieron bien sus asesores) se agarró a unas declaraciones del presidente de CiU, Artur Mas, para mostrar que el TC coincidía con una apreciación del sentido jurídico de la palabra nación en la constitución. Sinceramente, creo que a quien más temía en este debate Rodríguez no era a Rajoy, sino a Durán i Lleida y sus 10 escaños, porque el PSOE nunca ha contado con el apoyo del PP, pero sí con el de CiU. Tanto por tono como por contenido, este debate hubiese sido más propio entre el gobierno y la principal alternativa a gobernar el país que el que había pasado justo antes, CiU duro y directo, pero dejando vías para el entendimiento, el acuerdo o al menos dando propuestas varias. Lástima que el tema del Estatuto catalán les quitara más tiempo para dedicarse a otros menesteres, pero es lógico que en un partido nacionalista de esos lares el estatuto les interesara más que cualquier otra cosa en este momento.
Por su lado, Josu Erkoreka (PNV), hizo algo similar a su compañero de espectro político en cuanto a palos y aplausos al gobierno, tiró por el lado de la falta de autogobierno y de transferencias congeladas, pilló en falso al gobierno en algunos temas (de uno, el del puerto, salió el presidente bastante bien parado, me gustó que el presidente supiera decir «no sé de tal tema» directamente, en vez de recurrir al «no lo menciono en mi respuesta y si cuela, cuela») y sacó en cara que «la vía catalana» no sirve, el Constitucional lo ha dejado claro, y de esta forma puso sobre la mesa la «vía Ibarretxe» para más autonomía. Puso el dedo en la yaga sobre la llamada geometría variable (definiéndola como «geografía variable», con bastante razón en parte) y terminó pidiendo un compromiso del gobierno para continuar con las transferencias de competencias (algo es cierto, muchas del Estatuto del País Vasco no han sido transferidas, y ya van 31 años de estatuto), que a medias aceptó el presidente del gobierno. Lo más significativo, en todo caso, pues puede definir de alguna manera un cambio tanto en Euskadi como en Las Cortes, fue la oferta, sutil y sin poner nada sobre la mesa, del PNV de convertirse en socio estable del gobierno. Significativo por dos razones: son seis escaños que pondrían al gobierno a solo uno de la mayoría absoluta, y este puede conseguirse con UPN o CC según convenga, el PNV ha sido un partido clave, gracias a ellos se aprobaron los anteriores presupuestos (algo que no dejan de recordar), pero también ellos son los promotores de algunos de los fracasos del PSOE en la cámara, fueron los primeros que consiguieron una derrota en una votación por parte del partido del gobierno en el hemiciclo (reacción ante el despojo del poder en el País Vasco tras el pacto PSE-EE – PP); la otra razón por la que esto es especialmente importante, ya en el plano vasco, es por un posible cambio de gobierno, o de políticas del gobierno, en dicha comunidad autónoma. El gobierno recogió el guante, tras decir en muchas intervenciones que ellos preferirían no estar en la tesitura de usar la «geometría variable», impuesta por las circunstancias según ellos (algo que no es del todo cierto, nunca han hecho esfuerzos para tener aliados fijos y estables, al menos no lo ha hecho con la dispersa izquierda, que según se vea suman siete u ocho escaños). ¿Comienza un nuevo amorío, más estable? Habrá que verlo.
Quien sí me sorprendió, y no tanto por el contenido sino por la forma, y por el comienzo duro de su ponencia, fue Joan Herrera, de ICV. La lectura que hizo sobre las medidas del gobierno y el volantazo a la derecha del mismo fueron similares que las realizadas por IU, lo más distinto está en el tema del Estatuto de Cataluña, desde ICV, partido del tripartito catalán, la lectura de la sentencia y del papel del gobierno de Rodríguez Zapatero fue «separador», casi da por muerta la unidad de España gracias a esa interpretación de España arcaica, se refirió a la ola independentista en Cataluña, y si bien su formación no la apoya directamente (son federalistas, no independentistas), entienden que si se ha cerrado la vía plurinacional, España lo puede pasar mal en cuanto a mantenerse junta, y prácticamente «rompieron» con cualquier posibilidad del gobierno para pactar temas puntuales, traicionados por la deriva derechista del mismo. Creo que estos avisos, de IU o ICV, entre otros, llegan tarde, el gobierno lleva años pactando todos los temas económicos con la derecha (PNV y CiU, sin olvidarnos de UPN y CC), y la izquierda votando en contra de forma sistemática. ¿Por qué recién ahora decirlo en voz alta? Igual el gobierno no quiere pactar con ellos (sus socios preferentes están en la derecha), creer lo contrario era mantener una falsa ilusión progresista inexistente. Eso sí, plantearon, junto con otros grupos, la necesidad de la reforma constitucional, ese puede que sea el único camino.
Joan Ridao, de ERC, posiblemente es uno de los diputados más inteligentes, le pierde su fervor nacionalista (tiene una interpretación estática e impugnable de la historia e identidad catalana que no le dejan espacio para el debate), y el debate con el presidente se pudo ir en un derrotero jurídico la mar de interesante, pero tanto uno, Ridao, para no aburrir a sus electores y al público, y el otro, Rodríguez, sabedor de una derrota en el plano académico si le tocaba responder sin sus asesores dando papeles, realmente me hubiese encantado un debate jurídico-político en la cámara, hubiese elevado el nivel de las descalificaciones escuchadas horas antes para lo que uno espera que sea un parlamento. Desde ERC ya se habla directamente de independencia, es claro, más que nunca, no como un horizonte más o menos lejano (como hasta ahora lo han hecho), sino como el aprovechamiento de la «ola nacionalista» de estos días, es hora de la autodeterminación. Le doy la razón. Que lo hagan, que pongan urnas en todo el país, en cada una de las esquinas de estas españas, y pregunte. Tal vez nos llevaríamos sorpresas y antes se independiza Madrid que Cataluña. Resulta gracioso que desde ERC se hable en nombre del sentimiento de nación catalana que valencianos tienen, cuando al menos los resultados electorales no dicen eso.
La que sí me decepcionó, y bastante, fue Rosa Díez (UPyD), la ex PSOE se fijó demasiado en el Estatuto catalán. La verdad es que, durante estos años, UPyD ha sido una de las pocas formaciones coherentes con su programa electoral, ha dicho que no por una y mil razones a muchas de las medidas del gobierno, no comparto los argumentos de la gran mayoría, pero al menos ha estado ahí, Díez, diciendo que no por un tema de principios, el gobierno sabe que a ese partido no se le convence con regalos (como a CC) ni con amenazas (UPN), ni hay «otros temas con los que negociar» (PNV, CiU, BNG y ERC), así que por lo visto ni se esfuerzan con la pequeña gran formación (grande por votos, pequeña por escaños), ahora bien, Díez cometió un error al hablar de corrupción política e institucional por los anuncios del gobierno de desarrollar artículos anulados por el constitucional por la vía que este deja abierta, puesto que, como le respondió Rodríguez, no es corrupción lo que puedes hacer (una queja de los partidos nacionalistas es que ellos no quieren que su autogobierno esté en leyes orgánicas del Estado, quieren que esté en su estatuto de autonomía, ahora bien, hay temas que esto no puede ser así, como el judicial), el partido de Díez representa una de las ideas de España que existen en este país, pero posiblemente dedicó demasiado tiempo a hablar de la misma y anunciar el fin del mundo de forma catastrofista (ese camino es el que toma el PP, y le está costando derrotas en puntos claves del territorio, que son las que permiten al PSOE gobernar), de lo sagrado que son determinados principios, intocables (aunque, de hecho, no lo son) y no mostrar su alternativa de gobierno, que tenerla, la tiene, lleva poniéndola sobre la mesa más o menos dos años, y este era el día de recordarlo, y no quedarse con el tema de las «banderitas». Es cierto que tiene poco tiempo para hablar, por eso creo que equivocó las prioridades.
El representante del BNG, Francisco Jorquera, ni estuvo mal ni estuvo bien, muy en su línea, y eso que creo que podría ser un gran diputado, pero le falta algo y no sabría decir el qué. Se fijó mucho en los defectos del gobierno, en la misma línea que sus compañeros de izquierda a los que ayudó a formar grupo parlamentario aunque no se quedó en el mismo (ICV, ERC e IU), criticó fuertemente el fin de la España social y la España plural para luego fijarse en temas más bien locales (más que el tema del estatuto catalán, que finalmente puede hablarse de una idea vertebradora de España, algo que la leche gallega, con perdón para los trabajadores del sector, no lo es), con lo cual el gobierno pudo salir más airoso que ante otras intervenciones de sus pares ideológicos, en tanto que pudo dar algún que otro compromiso velado sobre esos temas locales y ya, poco más que decir.
Parecido en este sentido la participación de Ana Oramas, de CC, otro ejemplo de esquizofrenia en los gobiernos españoles, lo contrario que con el PP y su relación en el País Vasco, similar pero al revés que la relación entre el PNV y el gobierno, esto es, CC es apoyo necesario de este gobierno, pero a su vez es el partido que arrebató al PSOE la posibilidad de gobernar en Canarias (y en pacto con el PP, partido al que le encanta gritar que es el partido más votado el que debe gobernar, pero cuando puede se carga a ese partido), mucha menudencia y promesas de reforma del sistema fiscal en las islas, eso sí.
Carlos Salvador hizo honor a su apellido en favor del gobierno hace no mucho, gracias a él (junto con otros) se aprobaron unos presupuestos generales, ni más ni menos. El precio político que UPN pagó fue alto, el fin del pacto con el PP, partido del que fue marca electoral durante muchísimo tiempo, al punto que el PP no tenía estructura en Navarra. ¿Qué tenía el PSOE para que UPN se plegara a tal pago? Sencillo, las llaves de Navarra durante cuatro años (algo que le cuesta hartos reproches por parte del resto de partidos navarros). UPN es muy conservador, tanto o más como el ala conservadora del PP, CiU o PNV, y lo demuestran en cada una de sus intervenciones. En general un balance tímido, donde todo lo de derecha es correcto en el gobierno (por fin llega el recorte, la reforma laboral, etcétera), y tocó el tema del aborto, creo que fue el único partido en que lo hizo de forma tan clara (y no una referencia velada de algún tipo, o como ejemplo de política social o anti-vida, según corresponda al ponente), lo relacionó, además, con la bajada de natalidad, esto no es cierto, no hay una regla de tres entre el aumento de los abortos (ni siquiera la legislación aplicable, los mismos han aumentado, y mucho, con la legislación ya derogada) y la bajada de natalidad, mientras los abortos aumentaban, la tasa de natalidad en España se recuperaba, este año ha tenido su primer parón en mucho tiempo, pero no está relacionado con las interrupciones voluntarias del embarazo, todo hace indicar que está más sujeto al ciclo económico y al parón en la entrada de inmigrantes (el colectivo con más tasa de natalidad). Curiosamente, el discurso de los navarristas fue el más españolista de todos. Cosas veredes.
Las últimas elecciones nos privaron de una de las mejores diputadas, más pasionales y analistas a la par en la cámara, Begoña Lasagabaster (EA), pero nos permitieron seguir disfrutando de las intervenciones de Uxue Barkos (Nafarroa Bai), cuyas intervenciones no decepcionan, aunque uno esté poco de acuerdo con las mismas. Es directa y clara, a la vez que profunda cuando debe serlo. De su partido no me fío, un conglomerado de siglas en que, parece, manda la línea más a la izquierda (y por eso están en el grupo mixto y no con el PNV). Criticó fuertemente al gobierno por su «política de atajos» en cómo hace las cosas y cómo las acuerda, con ello, sin dudas, estoy de acuerdo… aportó más críticas que soluciones, pero las que insinuó iban por la izquierda, por la España social a la que el gobierno sí ha puesto puntilla final.
Esto me lleva a recordar un tema clave en esta crisis económica, y cómo «nos han ganado», al comienzo de la misma se hablaba de regulación de los mercados, de una refundación del capitalismo (esto lo decían partidos capitalistas), un paréntesis en el mercado para salvar a las economías (desde las patronales se gritó), y hemos terminado haciendo un «paréntesis en el Estado del Bienestar» (Rodríguez diciendo que sus medidas son para salvarlos, cuando lo que hacen es matarlo de inanición), una «refundación del pacto social», esto es, todo lo contrario, los causantes de ayer (contando al FMI y similares) son los salvadores de hoy (y sus medidas necesarias y sagradas). Mientras tanto, obrero contra obrero con diferentes banderas cubriéndonos. Y así nos va.