Si la Sanidad Pública no es obligatoria, estará tendente al fracaso por falta de fondos, o al menos, a vivir del aporte directo del Estado y en condiciones de mayor abandono que si sus usuarios potenciales son todos los habitantes del país. El sistema público no está reñido con el privado, países en que se mantienen ambos han conseguido que los dos funcionen decentemente, e incluso que trabajen juntos en mayor o menor medida. Tampoco se puede hablar de un sistema universal de Salud cuando se va a dejar a más de 12 millones de personas fuera de él, y que estas, además, se encuentran entre las más marginadas y desfavorecidas del país.
No dudo en que la reforma que plantea Barack Obama, como él reconoce, intentada por otros presidentes y que era, además, la principal promesa electoral de la ahora Secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, sea un paso hacia delante, una mejora en lo que actualmente tiene Estados Unidos (el Medicare y el Medicaid no son comparables con un aseguramiento universal de la salud ni de lejos, por más que se empeñe la derecha liberalizadora, hay que tener en cuenta que el Medicaid a duras penas cubre al 40% de los pobres, por no hablar de condiciones de co-pago en determinados estados para ciertos tratamientos y la baja cobertura médica en general), lo que sí dudo es que conduzca a Estados Unidos a tener un aseguramiento universal, como digo, el primer punto para hablar de seguro médico universal es que se tenga acceso a él por el simple hecho de ser humano, algo que el propio Obama niega al determinar que el nuevo sistema solo será para estadounidenses y residentes legales, excluyendo a los más de doce millones de sin papeles que pueblan Estados Unidos.
El aseguramiento de la salud comienza por las grandes empresas, que se verán obligadas a ofrecer seguro médico a sus trabajadores (es un país donde el seguro que ofrece tu empresa puede ser determinante para elegir un trabajo, algo impensable, por ejemplo, en la mayoría de países de la Unión Europea), también a que los trabajadores tengan un seguro, sea el que sea (como pasa, y lo dijo el propio Obama, con los carros en la mayoría de estados), esta obligación de aseguramiento se exceptuará para «aquellos que verdaderamente no puedan permitírselo», así que el seguro médico público será una opción para los que no tengan privado (y sean legales).
Esperen, un momento, eso no es un aseguramiento de la salud universal, eso es ir a un sistema de obligatoriedad de seguros que favorecerá básicamente al sistema privado. ¿Dónde está la pelea en el país de los capitalistas? Supongo que en los grupos de presión enfrentados en cada bando, ya que el principal escollo que muchos ven es que el seguro público competiría deslealmente con los seguros privados, y es que hay que fastidiarse que en un país con más de 47 millones de personas sin acceso a la salud se estén preocupando de si los muy ricos propietarios de seguros médicos pueden pasar un día preocupados porque un seguro público no permita que los seguros privados estafen al personal con coberturas irrisorias por precios astronómicos. Y les fastidia, a ese lobby de aseguradoras, que no puedan rechazar dar cobertura médica a personal con enfermedades previas, les fastidia pero no les empobrece, en todo caso, evitará los constantes abusos existentes en el sistema privado de seguros médicos, lo cual puede beneficiar a la competencia, permitiendo el juego limpio entre aseguradoras (algo que no conocen ni por los libros que manejan).
Obama también defendió la solidaridad de los ciudadanos frente a esa defensa numantina del individualismo que propicia un rechazo mayoritario entre los ciudadanos al plan del presidente, así pues, al parecer, el 52% de los estadounidenses rechaza la medida y ello se explica en que no comparten que deban pagar, los demás, la salud de unos pocos, mostrando tal vez la peor faceta del individualismo exacerbado, aquel cuya salud de los demás importa un pimiento porque él se puede permitir un seguro médico privado. Cuando la salud es privilegio, y ello se ve bien, la sociedad está enferma.
Ahora, por todo lo que el propio presidente de la federación dice, no nos llevemos a engaño alguno, lo que se propone en Estados Unidos no es un aseguramiento universal. Pero sí un paso adelante.
Excurso: No deja de ser curioso que los defensores a toda costa de la vida sean, en muchos casos, los mismos que niegan la necesidad de un aseguramiento universal (o al menos con alcance global para los que no tengan acceso al sistema privado), claro que también son los mismos que aprueban la pena de muerte o apoyan guerras y el todo vale y llaman a muertos ajenos «daños colaterales». Cosas de la vida. O de la muerte.
Actualización: Rubén me pasa una entrevista del pasado 1 de Agosto al historiador Pablo Alejandro Pozzi en donde se toca el tema del aseguramiento de salud y las fuerzas en disputa, vean la entrevista completa.