Es la obsesión del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es poder acabar con el polvorín de la República Islámica de Afganistán, protectorado estadounidense (perdón, de la OTAN) tras la rápida guerra iniciada en el 2001 y que realmente no ha terminado. ¿Cómo solucionará el problema? Tres vías, una la diplomacia internacional, acuerdos con Irán mediante y favoreciendo pactos como el de Afganistán con Pakistán contra los «talibanes» -pero solo contra los «malos»-, favorecer la integración de los talibanes -que «abandonen la violencia»- en el nuevo protectorado a la par que se aúpa a los antiguos y actuales señores de la guerra otra vez y, por último, se destinará más soldados y personal que «entrenará» a los afganos, ese momento Vietnam…