A nadie se le escapa que la socialdemocracia, en su origen, era una postura reformista del sistema capitalista en que se aceptaban muchos de sus puntos y se abandonaba el programa máximo del socialismo en favor de la disminución de las desigualdades del capitalismo dentro de los sistemas burgueses, con lo cual la revolución se abandonaba siempre y cuando las luchas sociales institucionalizadas consiguieran determinados triunfos menores dentro del propio sistema, muchas veces se ha visto en los socialdemócratas a socialistas pragmáticos. Ahora bien, desde hace unos cuantos años a esta parte, los partidos socialdemócratas han ido abandonando esas posturas reformistas en favor de enarbolar banderas totalmente capitalistas donde Keynes, como mucho, es el nuevo punto a seguir y de medio se convierte en fin.