Los mandatarios que firmaron el tratado de Lisboa lo tenían claro: Para seguir avanzando en la Unión Neoliberal de Europa (también conocida como Unión Europea) el texto del nuevo tratado debía ser aprobado por los parlamentos o gobiernos (según toque) evitando en todo caso pasar por los referendos. Así pues, países donde el «no» fue dado al Tratado por el que se establecía una Constitución para la UE serían evitados, sus ciudadanos ignorados, y la UE se dotaría de nuevas normas para funcionar con 27 miembros (el problema es que el tratado de Niza es insuficiente).
Si bien es cierto que el tratado llamado constitucional tenía importantes avances en cuanto a derechos ciudadanos (por fin dotaría a la Unión de un compendio de derechos, que no es poco en los tiempos que corren) y que el actual texto recogía en parte esas inquietudes, no es menos cierto que siguen siendo cuerpos jurídicos creados a espaldas de los ciudadanos, que favorecen, encima, a los grandes capitales y que crean, si es que se puede más, una Europa Neoliberal en que lo importante es el capital.
En más de una quincena de países, entre ellos Francia (cuya ciudadanía votó en contra del tratado anterior) los parlamentos han actuado, aprobando el texto y evitando, en la medida de lo posible, el preguntar a la gente. En Irlanda la jugada acordada en Portugal no se cumplió, el gobierno, obligado por las circunstancias y su legislación, convocó un referendo, y todo indica que los irlandeses han dicho NO al texto. Claro que esto no es la primera vez que pasa en dicho país, como bien recuerda el artículo, se tuvo que someter a dos referendos el tratado de Niza para que al final se aprobara.
Irlanda retrasará, como poco, la entrada en vigor del tratado de Lisboa, muchos analistas achacarán a que no es un voto en contra de la Unión Europea, sino contra sus gobiernos, o que es por falta de información, y ambas cuestiones, aunque ciertas, son insuficientes para explicar todo lo que pasa. ¿Cómo alguien votaría «sí» a una institución que le rebaja derechos laborales? Es cierto que la directiva nada tiene que ver con el texto internacional, bueno, salvo que forman parte del mismo giro al pasado.
Por lo pronto, tres grandes opciones: a) Europa de dos tratados y velocidades; b) esperar a ver qué pasa y seguir con el corpus jurídico actual; y c) Repetir las votaciones. Cuantas veces sea necesario. Y si es posible, cambiar las normas que obligan a pasar por referendo para no pasar por el mal trago.
Lo malo de esta Unión Europea es que se está construyendo a espaldas de sus ciudadanos, y cada vez que se puede, se les saca la vuelta (como en el acuerdo de los líderes para no plantear, o evitar en la medida de lo posible, los referendos), esto es, no sólo se construye a nuestras espaldas por «costumbre», sinergias, o sabe dios qué otra excusa se puede poner, sino que a propósito se hace contra nuestros intereses, buscan no preguntar. Y eso que el proceso de creación del tratado constitucional fue más abierto que del tratado de Lisboa, y eso ya habla MUY mal del tratado firmado en Portugal.
¿Cómo vamos a aceptar esta Europa que tiene recelo de su gente, que lo lógico en los países que la conforman es lo contrario a lo que se aplica en las instituciones comunitarias (sudamos sangre para conseguir «algunas» competencias para el parlamento, todo lo quieren para sí los ejecutivos nacionales, que siguen sin ser la representación de la Unión, como sí lo sería el parlamento)? ¡¿Cómo?!
Esto demuestra lo forzado que resultan unos acuerdos que no son más que alianzas económicas entre las elites dirigentes. Si no se construye desde otra perspectiva, estos proyectos continentales están condenados al fracaso, no caben dudas, mientras sólo se fijen rumbos económicos y se desconozca a los pueblos que se supone forman parte del proyecto. Como decía un autor, las regiones son hipótesis a demostrar, y Europa no deja de serlo, toda vez que la unión es ficticia. Las fronteras ciertamente no son naturales, pero se han abierto en el siglo XIX y ahora tumbarlas será difícil. Los mismos que han inventado el nacionalismo ahora quieren borrar las banderas regionales. Esto demuestra el fracaso del proyecto liberal. Y no sólo en Irlanda, donde vuelven a sepultar un tratado continental. Saludos y muy buen post
Salud Rubén
Completamente de acuerdo. También demuestra que eso de «difuminar fronteras» tal cual se hace por las élites es visto de reojo por los ciudadanos, excluido, una vez más, de los procesos de construcción que los tendrán como actores importantes al menos en el plano producción-consumo. Pero insisten en repetir un modelo que no fue del todo bien (a fin de cuentas, casi todos los Estado-Nación han tenido o tienen problemas en su propia definición), y que en nada ayuda a cumplir «la fraternidad» del tridente liberal en que sólo han deseado hacer realidad la «libertad de mercado» (parte ínfima, si se acepta, de la Libertad con mayúscula), mientras que la igualdad ha quedado en algo puramente formal.
¡Gracias por el comentario! Y buena semana ;)