Cuatro años de continuismo y ambigüedad (I)

Mientras que para valorar a los partidos de la oposición para saber si se merecen o no nuestro voto debemos analizar la coherencia de su ideario conjuntamente con sus propuestas electorales más los candidatos que la defienden (la integridad de los mismos y su propia historia), para valorar al gobierno que pretende la reelección hay que mirar todos sus años de gobierno, cómo respondieron al a realidad en cada instante, qué propusieron antes de ser elegidos y cómo lo llevaron a cabo (o al menos si lo intentaron o qué excusa pusieron para no hacer lo prometido) y por supuesto, qué es lo que prometen para su futuro, qué identidad quieren mantener y qué nivel de autocrítica contiene el propio gobierno para saber si han aprendido de sus errores o nos espera más de lo mismo. Y ya que he criticado duramente al principal partido de la oposición, toca hacer lo mismo con el gobierno reformista actual, lo haré en varios artículos.

Política internacional

En principio se podría decir que lo hicieron bien, si sólo nos acordamos en la retirada de las tropas de Iraq como una de las primeras medidas tomadas por el gobierno socialista apenas llegó al poder. En contra de lo que muchos creen o dicen (sobre todo, por supuesto, desde el PP y afines), creo que la medida era adecuada y necesaria, y no fue «ganarse un enemigo», sino dejar de tener una política totalmente seguidista de Estados Unidos. Lo malo es que luego el PSOE gobernante no fue coherente, intentó defender su posición en otros países conquistados escudándose en resoluciones un tanto ambiguas o laxas del Consejo de Seguridad. ¿De qué sirve oponerse a una guerra en concreto si se avala por completo las formas de dominación militar en la zona? De nada, no sirve de nada (sobre esto me extendí hace un año cuando el PSOE apoyó las manifestaciones contra la guerra de Iraq).

Al gobierno le ha fallado las alianzas con ciertos países tras sus elecciones, y los que podrían ser sus aliados fuertes se han vuelto tibios amigos (como Alemania y Francia), perdiendo un peso que jamás tuvo en sus propios círculos (estar con el que manda sin hacer crítica no significa tener poder internacional, significa vivir a la sobra, que es casi peor que estar solo pero seguro de lo que se hace), también ha perdido peso en Latinoamérica, donde pretendía ganarlo, al no tener una posición fuerte dentro de la UE en favor de los países hispanohablantes (o sus ciudadanos) a la larga lo que pasa es que España se vuelve en un interlocutor o inútil o poco práctico.

Por último, la postura pacifista o pro derechos humanos del gobierno de Rodríguez Zapatero ha sido rápidamente matizada cada vez que el ejecutivo se encontraba con líderes de países, digámoslo suave, poco amigos de reconocer derechos a sus ciudadanos, así pues, los intereses económicos han primado sobre la defensa de los derechos allende las fronteras, a la par que se ha endurecido, sin mucha crítica, la política inmigratoria y levantado más vallas en las ciudades africanas para impedir la migración por dichas vías. Pero sobre la inmigración hablaré más adelante.

Lo que quiero decir: En el plano internacional la política de Rodríguez Zapatero ha sido, como poco, efectista, ha estado impregnada por un utilitarismo poco coherente con la corrección moral que Rodríguez Zapatero y su grupo político reclamaban cuando eran oposición, y la verdad es que hubiese preferido ver a un gobierno español que defendiera a capa y espada sus propios postulados a favor de cosas como la «alianza de civilizaciones» en vez de lanzar dichas iniciativas pero apoyar la guerra (que continúa) en Afganistán o a líderes que de civilizados tienen poco (si entendemos civilizado como el respeto a un mínimo de derechos fundamentales, muy mínimo, inexistente en ciertos países que por temas económicos han caminado al lado de España -y ha venido bien para venta o compra de materias necesarias-). La falta de coherencia tendría que ser castigada, algunos gestos fueron buenos (como las tropas retiradas de Iraq, como dije), pero en general es un punto negativo grande, no sólo por el poco peso real de España en la gran mayoría de materias (nada nuevo en ese aspecto) sino por la propia incoherencia de la política exterior española.

3 comentarios en «Cuatro años de continuismo y ambigüedad (I)»

  1. Este artículo (o esta primera entrega)nos da una pista por quien no votará el 9M. Alternativas? Entre conservadores y tibios reformistas con el pelo teñido de progresismo, parece que lo indicado es votar lo menos peor. No soy español pero creo que si lo fuera no iría a votar. Se que Ud. no opina lo mismo, pero aún así no deja de ser un proceso político interesante. Pena lo que vendrá si gana el PP (alias DN?)

    Salud

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