La ultraderecha polaca comienza a dar mucho miedo, no ya por sus opiniones sobre la pena de muerte (quieren volver a emplearla, o mejor dicho, decirle a la Unión Europea que vuelva a aceptarla), o por una extraña ley que busca saber quién ayudó a los comunistas y quién no (si mientes, todo el peso de la ley caerá sobre ti -te despedirán-, si dices la verdad, se supone que no te pasará nada, ahora, son ellos quienes deciden si dices la verdad o mientes), y ni siquiera por la deriva creacionista y anti darwiniana de sus gobernantes, no, no. Da miedo porque es un régimen contrario a los derechos de sus ciudadanos, capaz de prohibir que se hable de un tema sólo por el hecho de considerarlo inmoral, porque siguen anclados en una homofobia recalcitrante como la vista en el régimen nacionalsocialista de Hitler. Y que parece, algunos extrañan.