Mañana del 11 de Marzo del 2004, entre el desconcierto y el dolor muchas personas buscaban información sobre el atentado terrorista más grande sufrido en España, varias bombas en distintos trenes explotaron dejando casi 200 víctimas mortales y cientos de heridos. Los informativos se afanaban en dar el último detalle de lo que estaba pasando, las declaraciones de políticos y otros sujetos se sucedían ante las cámaras, y ETA decía que ella no tenía nada que ver, mientras que los fanáticos de Al Qaeda decidieron hacer suyo el atentado, el enemigo débil del trío de las Azores, España, recibía un castigo por su apoyo a la invasión de Iraq, apoyo realizado en contra de la mayoría de españoles, apoyo que sufrieron los que nada tenían que ver con un gobierno que, hacía años, imponía una mayoría conseguida tiempo atrás.